Aunque pueda parecer algo delirante, cada vez estoy más convencido de la necesidad que tienen algunos vestigios de nuestro pasado, más o menos reciente, de no ser olvidados. Hace unos días, con un sol de esos de invierno, que no calienta pero que deja unos preciosos colores en el campo, decidí abandonar la bici y salir a correr para cumplir mi propósito de año nuevo. Cruzando la pasarela de la rotonda de la estación de tren, aquí en Cáceres, por la que habré pasado centenares de veces al ser una de mis rutas habituales para correr, me percato de algo a lo lejos que siempre me había pasado inadvertido: un bujío. No podía creer que pudiera haber un bujío a unos metros del casco urbano y que hasta ahora no lo hubiera visto. Así es que cambié de ruta y me fui a buscarlo.
Cruzando las vías, y justo detrás de la estación de tren, lo encontré. Solitario en un alto, contemplando la ciudad como el abuelo que pasea hasta la estación de Renfe y se sienta a ver cómo van y vienen desconocidos, quizá recordando, o quizá por las ganas, sin posibilidad, de marcharse y huir. Así encontré este pequeño bohío, en muy buen estado de conservación para lo que se suele ver por los campos. Desde su pequeña atalaya contempla perfectamente cómo van y vienen los trenes, el edificio de Alcoresa (al que me niego a llamar edificio del Wok como se hace ahora en la prensa), el nuevo Cáceres, el Junquillo... Ahí ha estado siempre, siempre observándonos en silencio, aguantando y contemplando la expansión, cada vez más pausada, de esta humilde capital de provincia, pero sin decir nada... al menos hasta ahora. Así que os dejo unas fotos de este pedacito de nuestro pasado que ha querido llamar nuestra atención para no ser olvidado.
http://www.lacolmenacultural.com/celdas.php?id_celda=38899
ResponderEliminarSu sitio en La Colmena Cultural...en mas info aparece este blog... falta la ubicación.. puedes pinchar en el icono. aparece el mapa de Cáceres y buscas su sitio exacto.