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Mostrando entradas de junio, 2017

UN SANTO AL RITMO DEL REDOBLE Y UN RECUERDO A TERESA LA NAVERA

Como todos los años, el pasado 13 de junio se celebró en Cáceres la procesión de San Antonio, que parte de la judería vieja y llega a San Mateo desde donde regresa tras una eucaristía. No es, ni mucho menos, la procesión más multitudinaria de la ciudad; ni la más sobria o más vistosa, aunque seguro que es la que mejor conserva el sabor, olor y el sonido de la verdadera tradición cacereña. En esta ciudad que ha permitido contaminarse con costaleros (apartando a la horquilla por un simple postureo), que adopta manifestaciones sureñas en un desprecio consentido y aplaudido a las señas identitarias de nuestra ciudad, existe aún una ventana que nos permite asomarnos y ver quiénes éramos y mostrarnos de primera mano lo que queremos ser para lograr lo que nunca seremos. Esta humilde procesión se acompaña de una charanga que entona la famosa canción de “Los Pajaritos de San Antonio”. Los más emocionante es que todo el cortejo va acompañando al Santo y cantando est

DOS PRENSAS OLEARIAS EN TORREQUEMADA… DE CARAMBOLA

En ocasiones, no demasiadas desgraciadamente, la suerte te mira a los ojos y te sonríe. Hace poco acompañé a un ilustre investigador, y académico cacereño, a visitar las Corralás de Torrequemada de las que ya os hablé hace tiempo. Por el camino le comentaba que sabía que en la zona había una enorme prensa olearia que llevaba años buscando, y que se me resistía, muy a pesar mío. En ningún momento se me ocurrió retomar ese día la búsqueda, ya que el objetivo de la visita era otro. Cuando ya regresábamos al coche, y después de dar un buen paseo con el frescor de la mañana (que nos costó un buen madrugón) nos topamos con un ganadero que venía a alimentar a unas preciosas vaquillas. Se me ocurrió preguntarle por el molino que tanto anhelaba fotografíar. Desgraciadamente no tenía ninguna constancia de “una piedra con un hueco redondo”. Esto me desalentó porque si alguien que recorre aquellos campos a diario no la conoce, iba a ser muy complicado dar con ella. De repente agarra el telé

LA CASA DEL AIRE, AL DETALLE

La “frontera” sur de Cáceres es muy rica en casas-fuerte que se han conservado, con mayor o menor fortuna, hasta nuestros días. Ya os mostré la casa de Mayoralguillo de Vargas y su piedra “del sacrificio”, así como la casa de la Carretona de Abajo (o del Salor). Hoy nos acercaremos a visitar LA CASA DEL AIRE, cuyo nombre original era Mayoralguillo de Carvajal. Posteriormente cambió de manos y pasó de los Carvajales a los Duques de Valencia, hasta que ya en el siglo XX fue adquirida por la familia Blanco. En torno a los siglos XIV y XV, en los que la mayoría de estas fortalezas se levantaron, se concibieron las construcciones como centros de explotación agroganadera, donde los señores pasaban algunas temporadas y que, además, reflejaban la patente inestabilidad vecinal y la rivalidad entre las familias, con la presencia de elementos defensivos y/o disuasorios. Años después, en época renacentista, las casas adquieren un verdadero carácter residencial, donde se mejoraban las co
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