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Mostrando las entradas etiquetadas como Bujío

EL PISTOLERO DE LOS BUJÍOS SIAMESES

Ya hace algunos años publiqué una entrada en la que os enseñaba unos bujíos a los que denominaba "siameses" por encontrase unidos. Son dos construcciones muy cercanas a la A66 en el término de Cáceres, concretamente, y según registro catastral, situados en la Marrada de Callaf, polígono 19, parcela 1. En aquella ocasión, más movido por la alegría de localizar estos dos precioso ejemplos de arquitectura vernácula, que por buscar detalles, pasé por alto los dibujos que se esconden en su interior. Tras estos años mi visión ha cambiado y el ojo se ha acostumbrado a mirar con más detenimiento que antes. También he aprendido a no tener tanta prisa al visitar estos lugares y a intentar conectar con el sitio escuchando y viendo lo que, en ocasiones, parece que quieren revelarme. Hoy no os voy a mostrar ningún yacimiento arqueológico impresionante, ni la manifestación cultural de una mano dotada especialmente para el arte, hoy simplemente os quiero mostrar uno de esos Detalles que no

BUJÍO EN LA ARROPECILLA, CÁCERES.

Gracias a la información que hace unos meses me dio mi admirado Óscar de San Macario, pude localizar este precioso bujío que se encuentra a muy poca distancia de la ciudad de Cáceres. Ahora que se habla tanto del Cerro Arropé, este chozo se encuentra en su falda, en una finca, que según registro catastral, se denomina La Arropecilla, Polígono 23, parcela 141 del Término Municipal de Cáceres y a la altura, más o menos, del Puerto de las Camellas. Al final de la ladera del cerro, justo cuando la vegetación se va aclarando, en la zona de acúmulos y surgencias de agua, rodeadas de abrevaderos naturales, encontramos este viejo superviviente con base circular de mampostería y cúpula de ladrillo lucido en su exterior. En la zona de la puerta de entrada se ha caído parte de esa cúpula y para sostener el peso y contener las presiones que la construcción ejerce, se añadieron dos pequeños contrafuertes opuestos también de mampostería. Del interior me ha sorprendido la ausencia de hornacinas, algo

RESTOS DE UN BUJÍO EN LA FINCA ALBARRANAS. CÁCERES

No voy a volver a repetir mi habitual discurso defendiendo la arquitectura vernácula, esa que hizo la vida más agradable a nuestros antepasados y que por nuestro desprecio y complejos estamos perdiendo para siempre. Tampoco voy a ponerme evocador y explicar todos los sentimientos que me suscitan esos puñados de piedra que fueron el refugio del frío invierno y reconfortante sombra en verano y que han visto y sentido alegrías y tristezas a partes desiguales.  Tampoco quiero hacer una mera descripción de una construcción en piedra seca, circular con puerta y hornacinas, de algo más de un metro de alto y que se cerraría con una techumbre vegetal sobre un mástil central. No, no voy a hacer nada de eso, simplemente quería enseñaros otro ejemplar de esta pequeña "colección" de chozos, bohíos o bujíos que tenemos en nuestro vasto término municipal y que en este caso se sitúa, según registro catastral, en la finca Albarranas, polígono 25, parcela 197. Con estas publicaciones solo qui

BUJÍOS EN LA FINCA “LA PIZARRA” DE CÁCERES

La primera vez que visité estos bujíos comenzaba el mes de abril y los lirios silvestres, con soberbia, salpicaban de morado el verde de los llanos al suroeste de Valdesalor. Una de mis más frecuentes rutas en bici transcurre por el Camino Malpartida-Montánchez. Suelo incorporarme a él tras cruzar “la puente” de la Mocha en Valdesalor y me conduce entre imponentes “dientes de perro”, escoltado por cientos de aves, a la carretera de Badajoz. Aquella tarde de abril decidí desviarme de la dirección este/oeste para mirar un poco al sur (que también existe). Cuando llevaba un par de centenares de metros por un camino cercado de alambre y en ligero descenso, a la izquierda veía la Casa de Fuente Pizarra, rodeada por sus guardaespaldas arbóreos que la hacen tan característica. A la derecha, sobre una pequeña loma, un precioso y encalado bujío cuya silueta se recortaba con la luz crepuscular. Ya sabéis la fascinación que siento por la arquitectura vernácula y no me pude resistir a desmontar de
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