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Mostrando las entradas etiquetadas como Torremocha

EL PUENTE Y MOLINOS DE “EL GALLO” EN TORREMOCHA

A veces el silencio puede ser amenazante, violento, inquietante, incómodo o acusador. A veces la soledad es angustiante, traicionera, profunda, oscura o absoluta. Y no creo que esto dependa del dónde padeces esa soledad o ese silencio, y sí del cómo lo haces, pero he de reconocer que hay lugares donde se muestran de otra manera, nos ofrecen su otra cara. Uno de esos lugares es el Pantano de El Gallo de Torremocha, donde, desde el mismo momento de llegar, el silencio se torna en confortante, amable, reconfortante, cómodo y hasta gratificantes; la solead se convierte en leal, liviana, inspiradora, luminosa y finita. A pocos kilómetros de Torremocha, y tras un sencillo y agradable paseo, tomamos una salida a la izquierda del camino principal y comenzamos el descenso hasta el pequeño puente de piedra que es complemento perfecto para hacer de este paraje un lugar muy especial. Se trata de un pequeño puente de unos 14 metros de longitud, con planta irregular y perfil

TRIGONOMETRÍA EN LA ARQUITECTURA VERNÁCULA. BUJÍO “LA RESBALAERA” DE TORREMOCHA

La arquitectura vernácula es el tipo de arquitectura llevada a cabo por personas no expertas a partir de conocimientos heredados y sus propias habilidades. En la mayoría de los chozos o bujíos de Extremadura se ha usado la técnica de la piedra seca, en la que no se empleaba cemento o mortero; un sistema que requería mucho orden, habilidad y disciplina. La estructura más común se basa en unos muros verticales sobre los que se levanta una falsa cúpula que daba un aspecto cónico a la techumbre. La falsa cúpula se construye situando las piedras de forma escalonada, donde la piedra colocada sobresale ligeramente sobre la anterior. Esta estratificación se hacía siguiendo un ángulo de 60 grados, sobre un imaginario triángulo equilátero. Los muros verticales se solían hacer hasta la altura de los hombros de quien lo levantaba, aproximadamente, y con esa medida y el uso del hipotético triángulo se decidía la anchura del chozo y se levantaba la falsa cúpula, usand

UNA ENCINA PARA CUATRO PUEBLOS

Es curioso cómo a veces limitamos nuestra visión del campo, la naturaleza, y casi de la vida, a lo que alcanza nuestra vista desde las carreteras que transitamos. Si hiciéramos el sencillo ejercicio de abandonar, aunque sea por unos minutos, las vías asfaltadas para explorar los caminos de tierra, pisando directamente el suelo, nos daríamos cuenta de que nos proporciona mucha más felicidad, satisfacción y bienestar que el allanado asfalto. La visión del mundo se nos ampliaría, y con ella la de nosotros mismos. Muchas veces piso la tierra de esos caminos, pero otras veces lo hago montado en mi bicicleta. Hace poco decidí salir a explorar un nuevo camino, sin mayor pretensión que el de ampliar las rutas que vamos consolidando los que salimos mucho con la bici de montaña. Al atravesar Aldea del Cano, me encontré con el amigo Fernando, un gran senderista que conoce perfectamente aquellos campos y me indicó una ruta nueva que partía del camino nuevo que iba buscando y que m
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