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Mostrando las entradas etiquetadas como dehesa

LÁPIDA ROMANA EN LA DEHESA DE TORREQUEMADA

Imagen retocada con la herramienta "subexponer" de Photoshop Desde hace algunos años siento mucha curiosidad por la epigrafía romana y no pierdo la ocasión de “mostrarle mis respetos” a las estelas o miliarios con los que me topo en mis rutas en bici. Desde que visité hace unos años las Corralás de Torrequemada con el gran Serafín Martín Nieto, tenía pendiente visitar una lápida que nos indicó un improvisado guía local cuando terminamos visitando dos prensas olearias. Aquel amable señor nos dijo, señalando a lo lejos: “en aquella tapia hay una piedra con letras muy antigua”. Por falta de tiempo, y por no querer abusar de la confianza de aquella persona que habíamos asaltado y molestado en su paseo por el campo, nos volvimos sin ver aquella “piedra con letras”. Al llegar a casa comprobé que tanto en el “Corpus de inscripciones latinas de Cáceres” de Julio Esteban Cortijo , como en el catálogo de mi querido y añorado amigo Joaquín Gómez Pantoja, Hispania Epigraphica , aparecí

CRUZ “DE MUERTE” ENTRE ALDEA DEL CANO Y CASAS DE DON ANTONIO.

Las cruces que señalan muertos, son marcas conmemorativas de sucesos luctuosos que solían ocurrir durante el desarrollo de alguna actividad laboral en el campo, en el transcurso de un viaje o a causa de alguna muerte violenta, muchas veces como consecuencia de la violencia de género por desgracia. En recuerdo de estos hechos desgraciados se levantaban cruces en el lugar de la muerte, habitualmente a la vera de los caminos, para que los transeúntes tuvieran siempre presente el recuerdo de la persona fallecida y rezasen un responso por su alma. Las cruces así erigidas pasaban a tener una función conmemorativa y a la vez eran cruces de dirección. El repertorio de cruces es relativamente reducido y se puede englobar en dos grandes familias: cruces elaboradas por canteros y cruces de “circunstancia. Éstas, las más sencillas, son las cruces que se trazan en determinadas rocas o piedras realizadas por un familiar o un ser allegado al fallecido. Son cruces que suelen “marcar”

LAS TUMBAS DEL PANTANO. ALDEA DEL CANO

La verdad es que en casi cada pueblo se presume de lo que llaman en algunos "tumbas de moros", en otros "tumbas celtas"... Y ya casi ni sorprende verlas, pero os invito a dar un paseo por la orilla del pantano de Aldea del Cano, con un perfecto acceso desde la N-630, porque además de unos paisajes excepcionales, podrán observar aves, ver interesantes setas y contemplar tumbas, presumiblemente tardorromanas o visigodas, de gran interés.  La primera que querría destacar se encuentra muy cerca de la orilla, pasando el muro de la presa. Tiene algo excepcional en la región: aún conserva su cubierta. Había diferentes modalidades de cubrimiento de las tumbas; podía ser una cubierta simplemente de tierra, o de una o varias piezas de granito o pizarra, dependiendo de la zona. En este caso encontramos una gran pieza de granito con la característica típica de su sección en forma de D. Realmente en los alrededores de Cáceres no conozco otro tumba que conserve al lado su

BUJÍO JUNTO AL SALOR Y EL PUENTE DEL AGUIJÓN

A veces crees conocer los caminos, todos los ramales de los lugares por los que transitas habitualmente, crees conocer el paisaje, los sonidos... Viajas con la certidumbre de saber hacia donde se dirigen tus pasos en cada momento, pero esto es sólo producto de la costumbre, de la cotidianidad, y en cuanto descubres que hay caminos frente a los que pasas y por los que nunca has intentado ir, te das cuenta de lo adormecida que está nuestra curiosidad, de las prisas que tenemos hasta para obtener el sosiego en un paseo reconfortante, que no todo está explorado ,y que si despertamos de  la anestesia autoimpuesta, podemos descubrir nuevas vías, nuevas rutas y descubrir algo nuevo a cada paso.  Algo así me ocurrió al tomar un camino frente al que había pasado decenas de veces, pero que siempre dejaba de lado, en las cercanías del Puente de la Sardina, próximo a Malpartida de Cáceres. Ese día por azar, o por dios sabe qué, decidí desviarme y pude descubrir este precioso bujío
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