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Mostrando las entradas etiquetadas como Ruinas

VISITANDO LOS ARENALES DE CÁCERES

En las rocas compuestas por minerales de grano grueso, como el granito, la meteorización ataca primero el mineral más débil, y rompe primero los enlaces entre los minerales perdiendo su unión. Al final la roca se descompone en un conjunto de granos sueltos, es decir, en arenas. Al oeste de la ciudad de Cáceres comienza el gran Batolito de Araya, una enorme extensión granítica, que al verse expuesta a los procesos geológicos externos nos da como resultado un sustrato de arenas sueltas, que aquí conocemos con el nombre de Los Arenales o Las Arenas. Los ciclistas sabemos que esta zona es buena para rodar en invierno porque filtra muy bien el agua al ser muy permeable y que, en verano, al secarse y soltarse el grano, provoca que la bici patine mucho, por lo que hace el paseo más dificultoso. Hoy os invito a pasear, a escasos tres kilómetros de la ciudad, por la zona más cercana de Los Arenales donde encontraremos restos de la actividad agropecuaria de la zona y una interesante nec

ZAHÚRDA EN RUINA CAMINO DEL PORTANCHITO

¡Ya mañana me acerco! ¡El próximo día sin falta! ¡No parece tan interesante! Estas y algunas otras expresiones parecidas me he repetido mil veces a mí mismo al pasar cerca de las ruinas que os quiero mostrar, Al Detalle. Uno de los primeros retos al que se enfrenta todo cacereño cuando se inicia en esto de la bici de montaña, es recorrer los caminos de la Sierra de la Mosca, a ser posible, sin descabalgar del noble rocinante de dos ruedas. Una de las cuestas más famosas y que me han hecho poner el pie en tierra más veces de las que quisiera confesar, es la que llamamos la cuesta de Olleta. Recibe ese nombre, evidentemente, porque comienza junto a esta enorme cantera, con un primer tramo de tierra para continuar con otra parte cementada. Es justo aquí, cuando la pendiente se te encara y hay que tomar una curva a la derecha, donde se aprecian los restos de lo que parece ser una casa y un enorme montón de piedras, que por la falta de respiración de la calamitosa subida,

LAS CASAS DE LA ERA EN LA CERVERA

En mi ir y venir diario por la A-66 y en el ir y venir semanal por la Vía de la Plata subido en la bici, a lo lejos, casi a la altura del aeródromo de la Cervera, veo los restos famélicos de una construcción abandonada. Desde la distancia no se aprecia ningún elemento de interés: parece una edificación relativamente moderna y en mal estado. Durante años cada vez que pasaba por la confluencia del camino que me llevaría a ella en unos escasos metros, me decía: “la próxima vez me acerco, hoy sigo camino”. Pero por una razón que aún no logro adivinar, hace unos días me acerqué. Confieso que lo hice con la esperanza de acabar con mis prejuicios negativos del paisaje cacereño de verano. La luz de estas fechas (aunque aún sea primavera) me ciega, me resulta inquietante esta radiación casi vertical que logra, incluso, robarnos la sombra durante una parte del año y su constante incisión sobre nosotros nos recuerda que existe un mundo que escapa a la longitud de onda de la luz visible
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