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EL MALACATE DEL POBLADO MINERO DE CÁCERES

Muchos se han preguntado muchas veces qué es ese edificio en forma octogonal que se sitúa junto al poblado minero. No es una ermita, restos de una iglesia ni es de origen medieval o templario como me han comentado alguna vez. Es un simple y precioso MALACATE. Los malacates eran unos artilugios mecánicos que a modo de cabrestante invertido, eran movidos por caballerías, se usaban mucho en las minas para extraer minerales, agua o escombros. Hay muchas dudas entre los propios mineros sobre el nombre de la mina a la cual pertenecía, ya que algunos se refieren a él como “la Demasía”, sin más.   Toda demasía pertenecía a una mina original. Junto a la Esmeralda se conserva otro de estos malacates del mismo tipo, aunque fue reconvertido posteriormente en un salón de baile. La fecha de concesión de la mina Esmeralda es de 1878, pero dado que su Demasía ya está registrada en 1876, podemos pensar en que el malacate ya estaría realizado con anterioridad a 1876. En

CRUZ “DE MUERTE” ENTRE ALDEA DEL CANO Y CASAS DE DON ANTONIO.

Las cruces que señalan muertos, son marcas conmemorativas de sucesos luctuosos que solían ocurrir durante el desarrollo de alguna actividad laboral en el campo, en el transcurso de un viaje o a causa de alguna muerte violenta, muchas veces como consecuencia de la violencia de género por desgracia. En recuerdo de estos hechos desgraciados se levantaban cruces en el lugar de la muerte, habitualmente a la vera de los caminos, para que los transeúntes tuvieran siempre presente el recuerdo de la persona fallecida y rezasen un responso por su alma. Las cruces así erigidas pasaban a tener una función conmemorativa y a la vez eran cruces de dirección. El repertorio de cruces es relativamente reducido y se puede englobar en dos grandes familias: cruces elaboradas por canteros y cruces de “circunstancia. Éstas, las más sencillas, son las cruces que se trazan en determinadas rocas o piedras realizadas por un familiar o un ser allegado al fallecido. Son cruces que suelen “marcar”

LA NOCHE DE SAN JUAN Y CÁCERES

La noche de San Juan, como en otros muchos lugares, era una de las fechas más señaladas en el calendario festivo de nuestra ciudad, no tanto por las celebraciones religiosas, mucho menos importantes que las dedicadas a otros Santos, pero sí por sus aspectos más mágicos y ritualísticos. La fiesta puramente religiosa fue perdiendo fuerza ya a mediados del siglo XIX hasta desaparecer, y consistía en una eucaristía, seguida de una pequeña procesión y una “mesa de ofrendas” en la que se subastaban productos ofrecidos por los vecinos que iban desde la típica bandeja de pestiños hasta un cordero vivo. Con lo recaudado se ayudaba al mantenimiento del Santo y la Parroquia. Esa tarde era de fiesta, y los vecinos y feligreses se engalanaban y pasaban una fantástica velada de paseo y merienda. La ciudad era rica en dichos y refranes que tenían como protagonista a San Juan o su día. Los había de diferente temática, destacamos los referentes al ciclo agrícola: “Agua por San
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