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CALLEJEANDO POR CÁCERES I

A raíz de la reciente publicación  de la entrada dedicada a las escuelas de Vicente Marrón, me propuse hacer una revisión del nombre de algunas calles para buscar su origen, o descubrir por qué algunas siguen   manteniendo una segunda denominación no oficial, pero que aún cala, sobre todo, en los más mayores de nuestra ciudad. Comencemos con calles que reciben el nombre de la persona que promovió su construcción: CALLES, BARRIOS QUE NO LO SON Y SUS PROMOTORES PLAZA MARRÓN . Vicente Marrón fue a finales del siglo XVIII y principio del XIX, lo que ahora se llama emprendedor. De origen cántabro, hizo una gran fortuna en Cáceres gracias a negocios de ganado, de construcción, así como de la administración de bienes ajenos.   Fue el promotor del barrio que se articula alrededor de la plaza que lleva su nombre. Si nos fijamos en el plano del Servicio Geográfico del Ejército del año 1813 ya aparece la anotación “Varrio de Marrón”, en el lugar que aún conserva esta denominación.

NOVIEMBRE 2018. LA PIEZA DEL MES EN EL MUSEO DE CÁCERES

Trampa para perdices Jola (Valencia de Alcántara).  Siglo XX  Madera y cordel de nylon. Como es bien sabido, la caza menor sin armas de fuego ha sido practicada desde muy antiguo en el medio rural extremeño, principalmente como fuente de aporte de proteínas a la dieta alimenticia de las familias, pero también como un recurso económico complementario a través de la venta de las piezas que se cazaban. El elevado coste de un arma de fuego y de los cartuchos que era preciso preparar, ha hecho que muchos de estos cazadores hayan ingeniado trampas de muy diferentes tipos destinadas a atrapar animales que van desde el conejo, liebre o perdiz hasta las alimañas consideradas una amenaza para el ganado o las aves de corral. Por otro lado, la legislación que regula la actividad cinegética ha limitado o prohibido el uso de la mayor parte de los ingenios de caza tradicionales, como  cepos, lazos, trampas, redes, etc., utilizándose minoritariamente aún algunos de estos sistemas de ma

UN TEATRO DE VARIEDADES, UNAS ESCUELAS Y VICENTE MARRÓN

Hace poco, paseando por la Calle Margallo, reparé en un viejo cartel verde pintado en la pared sobre una pequeña puerta y medio tapado por unos cables. En él puede leerse: “GRUPO ESCOLAR VICENTE MARRÓN”. Me llamó mucho la atención, e inmediatamente relacioné este nombre con la Plaza Marrón, pero ¿quién fue este señor? ¿por qué había una escuela con su nombre, además de una plaza? Vicente Marrón fue a finales del siglo XVIII y principio del XIX, lo que ahora se llama emprendedor. De origen cántabro, hizo una gran fortuna en Cáceres gracias a negocios de ganado, de construcción, así como de la administración de bienes ajenos.   Fue el promotor del barrio que se articula alrededor de la plaza que lleva su nombre. Si nos fijamos en el plano del Servicio Geográfico del Ejército del año 1813 ya aparece la anotación “Varrio de Marrón”, en el lugar que aún conserva esta denominación. El 24 de noviembre de 1803, unos días antes de morir, hace testamento donde manda crear u

DESDICIÉNDOME I. LA VERDADERA AUTORÍA DE LA REJA DE LA IGLESIA DE SANTIAGO

Hace ya unos años publiqué una entrada dedicada a la chimenea de la Iglesia de Santiago, y en ella incluía una referencia a la preciosa reja que podemos ver en su interior, atribuyéndola al rejero Francisco Núñez y realizada en Peñaranda. Meses después, uno de los lectores del blog, Carlos Temerario, me indicó que estaba equivocado y me puso sobre la pista de un artículo titulado: Puntualizaciones documentales y nuevas noticias sobre la reja de la Parroquia de Santiago (Cáceres) , escrito por Florencio-Javier García Mogollón. ¿De dónde vino el error? Nos tenemos que remontar al Diccionario de Pascual Madoz, del año 1846, en el que podemos leer sobre la Iglesia de Santiago: “su capilla mayor está dividida por una escótente verja de hierro pintada y con adornos dorados, en la cual se halla un crucifijo y varios medallones de bastante mérito por ser de la m i s m a materia; fue construida por Francisco Nuñez, maestro cerragero en el año de 1 5 0 3 , y traída desde Peñaranda p

OCTUBRE 2018. LA PIEZA DEL MES EN EL MUSEO DE CÁCERES

Cajita celtibérica Siglo I a.C.- I d.C. Cáparra, Oliva de Plasencia-Guijo de Granadilla.  Cerámica La fundación de la ciudad de Cáparra sigue la tradición romana de crear un asentamiento nuevo en un territorio ya conquistado, para agrupar a las poblaciones indígenas del entorno en un nuevo núcleo urbano que agrupase a las distintas poblaciones y sirviera de centro administrativo. No sabemos si el espacio donde se fundó la ciudad era territorio de lusitanos o vetones, ni los castros que los ocupaban; es posible que el nombre Kapara sí pudiera ser prerromano. Con el tiempo la ciudad cayó en el olvido, pero ya desde el siglo XVI viajeros y curiosos conocían el lugar como Ventas de Cáparra. Aprovechando los restos de la termas de la ciudad se construyó  la ermita de la Bella Flor, hoy desaparecida. Las primeras excavaciones en Cáparra tuvieron lugar en el otoño de 1929 y en la primavera de 1930. Se fijaron los límites de la ciudad, las murallas, los templos y se enco
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