Es tristemente curioso como en una de las regiones con la arquitectura vernácula más interesante y abundante, miremos hacia otro lado y dejemos en el más profundo olvido y abandono, los restos de nuestro pasado. Siento una rabiosa envidia cuando viajo al norte, y observo cómo los hórreos se han convertido en un símbolo regional, en una marca de identidad de los pueblos, y cómo su recuperación y conservación es casi una obligación moral para los habitantes de aquellas zonas rurales, como un recordatorio de quiénes son, y, sobre todo, una forma de saber quiénes quieren ser. Nosotros, por el contrario, cabizbajos, nos avergonzamos de nuestro pasado (y presente) rural, abandonando chozos, zahúrdas, colocando somieres como puertas en las fincas, o llenando de bañeras los campos a modo de pilas. El día que descubramos que tenemos que estar orgullosos de nosotros mismos, y que tenemos que cuidar el paisaje rural en todos sus aspectos, comenzaremos a crecer. Hasta entonces e
Un recorrido por la Ciudad de Cáceres y sus alrededores, mirando los detalles que nos rodean y que pasan desapercibidos. Algunos de estos lugares serán conocidos por todos, otros sólo por algunos pocos, pero en definitiva, la idea es mostrar la riqueza monumental, cultural y natural de la ciudad y sus alrededores.