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Mostrando las entradas etiquetadas como Bujío

BUJÍO EN EL CAMINO DE ALTAGRACIA

Es tristemente curioso como en una de las regiones con la arquitectura vernácula más interesante y abundante, miremos hacia otro lado y dejemos en el más profundo olvido y abandono, los restos de nuestro pasado. Siento una rabiosa envidia cuando viajo al norte, y observo cómo los hórreos se han convertido en un símbolo regional, en una marca de identidad de los pueblos, y cómo su recuperación y conservación es casi una obligación moral para los habitantes de aquellas zonas rurales, como un recordatorio de quiénes son, y, sobre todo, una forma de saber quiénes quieren ser.  Nosotros, por el contrario, cabizbajos, nos avergonzamos de nuestro pasado (y presente) rural, abandonando chozos, zahúrdas, colocando somieres como puertas en las fincas, o llenando de bañeras los campos a modo de pilas. El día que descubramos que tenemos que estar orgullosos de nosotros mismos, y que tenemos que cuidar el paisaje rural en todos sus aspectos, comenzaremos a crecer. Hasta entonces e

TRIGONOMETRÍA EN LA ARQUITECTURA VERNÁCULA. BUJÍO “LA RESBALAERA” DE TORREMOCHA

La arquitectura vernácula es el tipo de arquitectura llevada a cabo por personas no expertas a partir de conocimientos heredados y sus propias habilidades. En la mayoría de los chozos o bujíos de Extremadura se ha usado la técnica de la piedra seca, en la que no se empleaba cemento o mortero; un sistema que requería mucho orden, habilidad y disciplina. La estructura más común se basa en unos muros verticales sobre los que se levanta una falsa cúpula que daba un aspecto cónico a la techumbre. La falsa cúpula se construye situando las piedras de forma escalonada, donde la piedra colocada sobresale ligeramente sobre la anterior. Esta estratificación se hacía siguiendo un ángulo de 60 grados, sobre un imaginario triángulo equilátero. Los muros verticales se solían hacer hasta la altura de los hombros de quien lo levantaba, aproximadamente, y con esa medida y el uso del hipotético triángulo se decidía la anchura del chozo y se levantaba la falsa cúpula, usand

BUJÍO Y ZAHÚRDA DE “EL CACHORRO”

A escasos 100 metros de la carretera del Pantano de Valdesalor, en el incansable término municipal de  Cáceres, en la dehesa de “El Cachorro” encontramos este esquelético bujío, las ruinas de una zahúrda y los restos de unas “corralás”. La luz de las crecientes tardes de primavera, el tierno verde de un abril regalado por las tardías lluvias, y con ganas de explotar en vida, junto el reflejo del sol en el creciente pantano, hicieron de esta visita uno de esos momentos que duran unos minutos, pero que por lo penetrante de su intensidad, parecen durar una agradable y efímera eternidad. Junto a una pujante encina, el bujío, huérfano de techumbre, sencillo pero honesto en sus líneas y función. Dentro, donde hace décadas algún pastor se protegía del frío y de la lluvia, guardando sus aperos haciendo de este minúsculo rincón un hogar donde hacer parte de su vida, sólo quedan dos pequeñas hornacinas, nada más. Fuera, una pequeña zahúrda que conserva su esqueleto
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