Hoy os quiero mostrar uno de los sitios que he visitado últimamente en mis rutas en bici. No es especialmente bonito, pero sí es una parte muy desconocida de la historia de nuestra ciudad y sus alrededores y que nos acerca a la penillanura cacereña de entre los siglos VII y V a.c.
En el interminable término municipal de Cáceres, a unos 4 kilómetros de Sierra de Fuentes, por el viejo camino de Trujillo, en la finca "El Torrejón de Abajo", en una extensa y desoladora llanura, a uno pocos metros de un sediento Guadiloba, se encuentra este viejo yacimiento. Apenas se distingue ya entre el alto pasto amarillo y seco que tapiza el suelo pizarroso de esta zona.
En el año 1988 es descubierta una pieza de bronce con una cabeza de felino por los dueños de la finca, que llamados por viejas historias de tesoros enterrados, deciden buscar y excavar más y así se encontró el famoso conjunto de bronces que hoy puede verse en el Museo Arqueológico de Cáceres. La fortuna y la sensatez hicieron que el descubrimiento fuese comunicado a los encargados de este museo, y a los que se les entregó, además, las piezas encontradas. Gracias a esto se desarrollaron excavaciones en los años 1989 y 1997.
LOS BRONCES
Se encontraron en un principio nueve preciosas piezas de bronce diseñadas para encajar entre sí y completar las esquinas de un mueble horizontal. Todas ellas son tubos huecos en los que destaca en dos de ellas su remate en cabeza leonina y en otras cuatro unos prótomos antropomorfos que reproducen esfinges tocadas con lebbadé bajo (gorro cónico) y pectorales del tipo Usekh, relacionados con el mundo egipcio y fenicio. Presumiblemente se encajaban con listones de madera para la formación de un lecho horizontal. No hay conexión directa de este hallazgo con nada existente en el Mediterráneo, aunque sí de forma indirecta con las tradiciones artesanales de orientales fenicios. Según los estudiosos estas piezas pueden contextualizarse con una producción fenicia occidental, o hispano-fenicia, sobre el siglo VII a.c. aunque esta fecha entra en conflicto con la que se ha dado para los restos del yacimiento, cuya excavación determinó que pertenecían al siglo V a.c. Pueden contemplarse en el Museo de Cáceres desde hace años.
EL YACIMIENTO
En la penillanura cacereña, a unas decenas de metros del Guadiloba y sobre suelo pizarroso, se encuentra este yacimiento. Los trabajos realizados permitieron confirmar la existencia
de una ocupación antigua de la que se pudieron documentar una serie de muros rectos
de piedra aparejada en seco pertenecientes, según lo hasta ahora publicado, a un
mismo edificio articulado en varias estancias adosadas. Los espacios delimitados, que destacan por su perfecta
orientación cardinal, se presentan en número de cuatro y van decreciendo en tamaño de
norte a sur. El mayor de ellos (E-1), de planta más o menos cuadrada, mide unos
6,5 m de lado y es el que presenta más interés, tanto por sus características
constructivas cuanto por ser aquí donde apareció el conjunto de los bronces objeto de este
estudio. Está antecedido por un área pavimentada al este que se interrumpe en su parte
central, en la confluencia con el muro de fachada, para dejar paso a una pequeña fosa
rectangular excavada parcialmente en la roca. El acceso a este recinto parece
realizarse desde este atrio enlosado a través de una entrada acodada que se abre por el
lado sur. En el eje nortesur de esta estancia aparecen una serie de piedras planas
inicialmente interpretadas como calzos para postes que sostendrían una techumbre a
doble vertiente. En la zona norte se documentó una acumulación de piedras que
delimitaban un espacio regular.
Los bronces, a juzgar por el área de tierra removida que se
percibía antes de comenzar la excavación, se hallaban en la parte central de la
habitación, ligeramente desplazados hacia la esquina suroriental,
coincidiendo con una zona donde, durante los trabajos se hicieron evidentes los restos de
combustión antigua. En esta zona, además, aparecieron algunos pequeños fragmentos de
bronce y dos objetos de hierro en forma de regatones de gran tamaño. En la esquina
NO de este espacio 1 se encontró una urna cerámica tumbada elaborada a mano y con
ungulaciones en el cuello en cuyo interior se recogieron restos muy menudos de
huesos calcinados. En la segunda campaña de excavación salieron a la luz otras estancias de menos tamaño.
CONCLUSIONES
Los estudiosos han planteado la posibilidad de que el yacimiento haya funcionado desde su fundación sobre el siglo V a.c. como un espacio funerario aristocrático. Las otras estructuras adosadas servirían como recintos sepulcrales de caracter individual donde se habrían realizado las exequias fúnebres y ceremonias culturales de rememoración.
En el interior de estos recintos podrían haberse situado las sepulturas más o menos monumentalizadas. Según esta teoría en el espacio E1 se habría situado el espacio funerario fundacional donde se realizó la incineración de algún aristócrata sobre el lecho del que formaban parte los bronces encontrados. La ausencia de restos humanos se debe a las condiciones edáficas que eliminaron cualquier tipo de posible vestigio.
La interpretación de tumbas monumentalizadas encaja perfectamente con el contexto ideológico del Cáceres del siglo V a.c. donde el culto a los antepasados se convierte en uno de los elementos fundamentales de las estructuras mentales de las sociedades. Además su presencia en el camino tradicional entre Medellín-Alconétar y la cercanía del poblado de El Risco de esta misma época justifican la teoría de su uso como santuario funerario.
Ahora os invito, no a visitar el yacimiento, al que es complicado acceder y no presenta mucho atractivo, sino a visitar el Museo de Cáceres, a disfrutar de estos preciosos bronces de más de 25 siglos.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
EL LECHO FUNERARIO DE ÉPOCA ORIENTALIZANTE DE «EL TORREJÓN DE ABAJO» (CÁCERES). Javier JIMÉNEZ ÁVILA
Fue mi abuelo quién lo descubrió. La Junta nunca se interesó por darle difusión ni por dotsr de un espacio de interpretación a pesar de las intentonas...una pena.
ResponderEliminarJorge, gracias por escribir. Sería chulo saber más detalles¡ Es un lugar muy interesante que seguro tiene mucho más que ofrecer. Un saludo 👋
ResponderEliminarSeñor Jorge Guerra, sorprende escucharle decir que fue su abuelo el que descubrió esas figuras. Las mismas fueron entregadas al Museo por el dueño de la finca, o mejor dicho, por una de sus hijas, Restauradora de Arte, y cuando eso sucedió, me refiero al hallazgo, se hallaban presentes mi Tío, Francisco Penis, dueño del terreno, acompañado en aquel momento por la familia que disfrutaba del domingo en el campo, entre ellos yo, el que suscribe. No se qué le contó su abuelo, pero le puedo asegurar, y confirmarlo quienes allí se encontraban, que la persona de la que habla no estaba presente.
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