Hace unos días, y gracias a la amabilidad de los miembros de
la Asociación Nuestra Señora de Guadalupe del Vaquero de Cáceres, pude conocer
AL DETALLE esta pequeña, y muy desconocida, ermita que se sitúa en la
cacereñísima calle de Caleros. Gracias a todo lo que hay que contar sobre ella
y el presente y futuro de la asociación, comienzo aquí una serie de entradas
del blog que pretenden dar a conocer este precioso rincón de la ciudad de la
que mayoría de los ciudadanos sólo conocen, y con suerte, su fachada.
La ermita se sitúa en lo que fue la casa de Gil Cordero, el
vaquero al que se le presentó la Virgen y al que debemos actualmente la
advocación de Nuestra Señora de Guadalupe y la primera capilla para su
adoración que terminaría por convertirse en el imponente monasterio que ahora
conocemos. Así es que vamos a comenzar hablando de la leyenda (absolutamente
inventada e inverosímil) sobre el origen de la talla:
Según el Códice 555 del Archivo Histórico Nacional (antiguo
48-B) fechado en el siglo XV, la talla es del siglo I y fue obra del mismísimo
San Lucas Evangelista al que se le enterró con ella tras su fallecimiento en
Acaya. En el siglo IV sus restos se trasladan a Constantinopla donde el
emperador Mauricio regaló esta Virgen a San Gregorio Magno (que llegaría a ser
Papa en el 590). Al alcanzar el pontificado colocó esta imagen en su oratorio
particular, y poco a poco la talla adquirió fama y devoción, incluso fue sacada
en procesión haciendo el milagro de mitigar las pestes que asolaban Roma en
esos años.
El Papa San Gregorio regala la Virgen a San Isidoro de
Sevilla cuando le visita por orden de su hermano San Leandro, así la imagen
llega a Sevilla donde es rápidamente venerada. Cuando comienza la invasión
musulmana por el sur de la península, un grupo de clérigos sevillanos deciden
huir hacia el norte llevándosela consigo para evitar su profanación. Cuando se
encuentran en la zona de las Villuercas, por lo encrespado del terreno y el
cansancio acumulado, deciden abandonarla enterrándola junto al arroyo Guadalupe
y una antigua ermita en ruinas, con la esperanza de volver por ella muy pronto.
Como todos sabéis la invasión continuó y aquellos clérigos se llevaron a la
tumba el lugar exacto en el que la Virgen fue enterrada.
En el siglo XIV, entorno al 1326, un vecino de Cáceres, el
vaquero Gil Cordero, llevó a guardar su ganado a la localidad de Alía, estando
ya cerca de este pueblo, se percató que una de sus mejores reses se había
extraviado. Tres días estuvo buscándola, y finalmente la halló muerta junto a un
arroyo, el arroyo Guadalupe. Como no presentaba mordeduras o heridas, pensó el
vaquero que la vaca habría muerto por envenenamiento, por lo que la carne era
inservible, pero no así su piel. Se dispuso a desollarla como se hacía en la
época, iniciando el corte haciendo una incisión en el vientre en forma de cruz.
Cuando ya la res había sido rajada se puso en pie como si nada, y si este susto
no era poco, en ese momento al vaquero se le apareció la Virgen que le dijo
(según el códice 10 del siglo XVI):
“No temas que yo soy la Madre de Dios, Salvador del linaje
humano; toma tu vaca y llévala al hato con las otras, y vete luego para tu
tierra, y dirás a los clérigos lo que has visto y decirles ha de mi parte que
te envío yo allá, y que vengan a este lugar donde ahora estás, y que caven
donde estaba tu vaca muerta debajo de estas piedras; y hallarán ende una imagen
mía. Y cuando la sacaren, diles que no la muden ni lleven de este lugar donde
ahora estás; más que hagan una casilla en la que la pongan. Ca tiempo vendrá en
que este lugar se haga una iglesia y casa muy notable y pueblo asaz grande”
Siguiendo el mandato de Nuestra Señora, el vaquero parte
hacia Cáceres a comunicarles a las autoridades su experiencia y lo expresado
por la Madre de Dios. Cuando llega frente al obispo y otros clérigos no le
hacen caso y le toman como un loco. Al llegar a casa Gil Cordero encuentra que
uno de sus hijos ha muerto, he inspirado por la divinidad, va a buscar al obispo
y en su presencia le pide a la Virgen que resucite al pequeño. De inmediato el
niño vuelve a la vida y con ello convence a las autoridades de que no miente,
que el relato que ha contado es cierto. Se organiza una comitiva que parte
inmediatamente hacia las Villuercas y justo donde estaba la vaca de Gil
Cordero, y donde la Virgen indicó, comenzaron a excavar, encontrando un
sarcófago de mármol blanco que contenía la talla de lo que ahora conocemos como
la Virgen de Guadalupe, tomando el nombre del arroyo que discurría a pocos
metros. Y en ese momento comenzó uno de los cultos más extendidos por el mundo
y la construcción de un pequeño edificio que terminaría convirtiéndose en el
monasterio que ahora conocemos.
Pues, aunque la historia es muy atractiva, evidentemente es
fruto de la imaginación, y muchas veces, de la intencionalidad del pueblo y de
los frailes que habitaban el monasterio. La talla, evidentemente no es del
siglo I ni la talló San Lucas Evangelista. Como ya veremos en otro post, la
imagen es de estilo románico o protogótico, probablemente de finales del siglo
XII. En cuanto a la fecha de 1326, en la que supuestamente ocurren lo hechos es
sólo aproximada, porque los primeros testimonios documentales en los que se
habla de la primitiva ermita son: el primero, cuando el rey Alfonso XI que,
frecuentaba estas tierras, buenas para la caza del oso, en su primera visita,
hacia 1330, contempló esta pequeña iglesia en estado ruinoso y mandó
ensancharla otorgando varios beneficios y ordenó, además, edificar en sus
alrededores hospitales y albergues para peregrinos. El segundo es la concesión
de términos de la iglesia de Guadalupe, fechado en 1338.
Y ya para ser totalmente riguroso, aunque más de uno se
decepcione, no existe verdadera constancia de que el vaquero se llamara Gil
Cordero. Os contaré brevemente cómo surge este nombre. En un códice (número 10)
escrito por fray Diego de Écija (que murió en 1534) recoge la fundación del
convento, y añade nombre al vaquero por primera vez:
“Fue llamado este vaquero don Gil de Santa María, como
parece en un privilegio del rey don Alonso el Onceno...”
El privilegio al que se refiere es el de la concesión de
términos de la iglesia de Guadalupe, fechado en 1338 y en el que se menciona a
un tal don Gil de Santa María de Guadalupe, posiblemente uno de los artífices
que participaron en el mencionado deslinde.
Ya en siglo XVII cuando Juan de Sande y Carvajal funda la
ermita del Vaquero, hace indagaciones en los archivos municipales y concluye
que el apellido de éste era Cordero. Y es en el códice 12 del actual Archivo
guadalupense, titulado Historia de Nuestra Señora de Guadalupe, atribuido a
fray Rodrigo de Llerena, escrito en la primera mitad del siglo XVII y
completado a finales de éste, donde nombra por primera vez al vaquero como Gil
Cordero. Un siglo después, fray Francisco de San José, natural de Campanario,
cronista e historiador del Real Monasterio, le da nombre de Gil Cordero y le
identifica con Gil de Santa María, tal como recoge su Historia Universal de la
Primitiva y Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, impresa en Madrid,
en 1743.
Según el libro de José Sendín que aparece en la
bibliografía, en 1618 aparece el sepulcro del Vaquero bajo la escalera que
lleva a la tribuna del prebisterio que pertenecía al primitivo convento. La
verdad es que no he encontrado más referencias a este acontecimiento, ni
noticias del paradero actual de los restos de Gil Cordero.
Así comienza la historia del culto más importante de la
Hispanidad, y de la patrona de Extremadura, y así comienza también la historia
de la pequeña, humilde y casi desconocida ermita del vaquero, que poco a poco
os voy a contar, AL DETALLE.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Leyendas religiosas de Extremadura. José Sendín Blázquez
Nuestra Señora de Guadalupe, de patrona de Extremadura a reina de las Españas. Antonio RAMIRO CHICO
Gil Cordero y la Virgen de Guadalupe. Fray Antonio Corredor García (ilustraciones)
Muy buena explicación y bien documentada
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