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LA ERMITA DE SANTA LUCÍA, AL DETALLE


En el Alcor de Santa Ana se da una “proliferación” de ermitas poco frecuente sobre la que se ha especulado mucho y sobre la que se han dado numerosas teorías de las que hablaremos otro día. Hoy pondremos la lupa de Cáceres Al Detalle en una de ellas, la ermita de Santa Lucía, dedicada a la mártir nacida en Siracusa en el año 283 y por la que se tiene gran devoción en la ciudad.


Esta edificación es de tipo popular y se encuentra, como decía, en la finca llamada Alcor de Santa Ana, polígono 24, parcela 191 de 1,59 Ha, en el Término Municipal de Cáceres, según los datos del Registro Catastral.

Por la tipología constructiva se ha venido datando entre finales del siglo XV y principios del XVI, aunque, si atendemos a la documentación, la primera que encontramos se remonta a 1654 y su libro de acuerdos, visitas y cuentas. De 1657 se conserva la contabilidad de limosnas y se tiene registro, además, de la colocación del retablo en 1690. Aunque sepamos que la ermita por esas fechas ya contaba con gran popularidad y arraigo en la ciudad, no podemos demostrar, por el momento, la fecha exacta de su construcción, aunque sí de forma aproximada por el estudio y análisis del edificio.

Vamos a analizar, Al Detalle, este precioso y humilde edificio. El templo lo podemos dividir en un porche, una nave central y un ábside. Al lado NE se han ido adosando distintas estancias en diferentes épocas y con diferentes estilos que han servido como vivienda para el ermitaño o ermitaña y otros usos propios de la parroquia.

El porche se apoya sobre una pilastra de la que parten dos arcos que son recibidos por dos contrafuertes, se abren al exterior por el lado NO y otro al SO. Actualmente se encuentra cerrado por una verja que desentona bastante con las características formales del edificio. En la parte exterior vemos tres escudos en un lamentable estado de conservación que corresponden, de izquierda a derecha, a las familias Ovando, Mogollón y Pereros. Es muy posible que este porche fuera un añadido a la ermita para servir de acceso resguardado a la nave principal.








A la nave central se accede por un arco de medio punto enmarcado por un alfiz y cerrado por una puerta metálica, que al igual que la verja, desentona con la línea del edificio. Este plano está rematado por una pequeña espadaña “coronada” por una sencilla cruz de hierro como puede apreciarse en las imágenes tomadas desde el drone. La nave está dividida en tres espacios delimitados por dos arcos fajones y disposición ojival. La cubierta a dos aguas se apoya en un entramado de madera y se extiende de manera continua sobre las estancias adosadas al lado NE.






El ábside es poligonal y se une a la nave por un arco de cantería de medio punto sustentado en pilastras de granito y contrafuertes. Cabe destacar la bóveda, también de cantería, nervada por arcos ojivales que confluyen en la clave central.


En este ábside destaca un sencillísimo retablo barroco de un solo cuerpo con una hornacina enmarcada por columnas salomónicas con motivos vegetales y un ático con un lienzo del siglo XVII de la Santa. En la hornacina se sitúa una imagen moderna de Santa Lucía ya que la original se encontraría en el archivo de la catedral de Coria según escribió hace ya años Fernando García Morales en una de sus “ventanas”.






Es curioso como en la bibliografía, incluso en la más actual (seguramente de esa que se hace a base de corta y pega sin visitar los sitios), se habla de una talla de Santa Catalina en el retablo que yo no he llegado a ver y que no tendría lugar en un espacio tan pequeño. 

En las sucesivas reparaciones y restauraciones se ha podido constatar la presencia de pinturas sobre este pequeño retablo representando escenas de la Pasión de Cristo.

Llaman la atención dos ventanas, una en la nave y otra en el ábside, situadas a distinta altura, pero de dimensiones muy similares, en el lado SO. Están realizadas con granito con bordes rehundidos que resaltan las juntas. El alfeizar de hizo con dos sillares, las jambas con tres y sobre ellas otra pieza en ángulo sobre la que se apoyan las cuatro del dintel.


El templo dependió de San Mateo hasta el año 1886 cuando fue consagrada la Iglesia de San Eugenio a la que pertenece actualmente. No se celebra misa habitualmente, solo en momentos como la romería que se lleva a cabo el segundo domingo del mes de mayo, aunque antiguamente no era así. San Benito, que está muy cerca, como describía Boxoyo “a cosa de dos tiros de bala” celebraba romería el segundo domingo después de la Pascua de Resurrección, Santa Lucía el tercero y Santa Olalla el cuarto.






Como decía, el segundo domingo de mayo se realiza la romería popular, una pequeña procesión y se lleva a cabo un fantástico día de convivencia reflejo del cariño que, sobre todo, le tienen los vecinos de Aldea Moret a la Santa y a la ermita, porque gracias a ellos y a los sucesivos párrocos el edificio, la devoción y la fiesta se han conservado.


Para los que no conocéis aún la ermita, os invito a ir a conocerla y disfrutar de este pedacito de la historia de nuestra ciudad que hoy os he querido enseñar Al Detalle.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Catalogación del patrimonio arquitectónico disperso en el territorio: las ermitas del entorno de Cáceres. Francisco Serrano Candela.
La ermita cacerense. Alonso J. R. Corrales Gaitán.
Estudio histórico artístico de las ermitas y oratorios de las tierras de Cáceres. José Antonio Ramos Rubio. Óscar de San Macario Sánchez.
Ventanas a la ciudad. Fernando García Morales.
Recuerdos cacereños del siglo XIX. Publio Hurtado.
Noticias históricas de Cáceres. Simón Benito Boxoyo.

Comentarios

  1. La respuesta a la pregunta que te haces es que las cinco ermitas que constituyen la OBLEA fueron replanteadas celestialmente (sus Axis Mundi) en la Era Hispana de 1299 al igual que ocho iglesias y ermitas de nuestra parte antigua. Este año se cumple el cuarenta ciclo metónico de tal acontecimiento.

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  2. Las cinco ermitas de la OBLEA son: Santa Olalla, San Benito, Santa Lucía, Nuestra Señora de la Esclarecida (en la aldea de Zamarrilla) y Santa Ana.
    Las ocho iglesias y ermitas de nuestra parte antigua: la Soledad (Santa María de los Caballeros), San Mateo, Santa María la Mayor, Santiago, San Juan Bautista, San Marcos el Viejo (hoy ya no existe), la Consolación o de las Candelas (San Pedro de los Caballeros), y la ermita y hospital de San Salvador (hoy ya no existe).
    En San Benito se encontró en la segunda fase de restauración de dicha ermita la placa de consagración del templo. En ella figura la fecha de su data: Era de MCCC, se trata de la Era Hispana, por tanto adelantada 38 años a la Era Cristiana (nuestro actual calendario), por lo que se trata del año 1262 de nuestro calendario.
    Por entonces era obispo de la diócesis de Coria Fernando I el Físico, médico de los reyes Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio. En un programa conjunto diseñó, ayudado por los monjes benedictinos, las posiciones celestiales de dichos templos, de sus Axis Mundi, con centro los primeros en la ermita de San Benito y con base de la pata de oca de los otros 8, la iglesia de San Juan Bautista.
    Ello no quiere decir que no existiesen en aquella época algunas de las nombradas, solo que se rectificaron dichos axis mundi teniendo en cuenta los ya existentes. Dicha operación consistía inicialmente en localizar dichas zonas de confluencias de energías cosmo-telúricas y posicionar el gnomón según el plan celestial preconcebido.

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  3. En lo que respecta a la OBLEA dicho plan preconcebido quedó expuesto en dicha placa de consagración de la ermita de San Benito, de forma velada, utilizando el sistema de descifrado atribuido a los templarios denominado cruz de 8 beatitudes, y que realmente utilizaban sus maestros los benedictinos. Lo que hoy es ermita de San Benito se concibió como una hospedería del Camino de Santiago en su ruta del Sur o Camino Mozárabe siguiendo los pasos de los Caminos del Norte, y realizado por los constructores de los Caminos de Santiago. De hecho San Benito cuenta con una rica simbología cuyo significado ha costado desvelar a través de las investigaciones llevadas a cabo durante más de 21 años. Así cuenta con marcas de cantero que son patas de oca y que suelen aparecer en diversas construcciones religiosas de los Caminos de Santiago. También las otras 8 construcciones dibujan en su trazado desde el Sur la figura de una flecha y un arco de forma esquemática, símbolo del signo del Zodíaco de Sagitario, el centauro Quirón, asimilable a Santiago Matamoros, figuras mitad caballo mitad hombre. Dichos caminos se corresponden con los antiguos caminos romanos de Jano en la Península Ibérica, el camino del cielo en el Norte y del infierno en el Sur, o la llave de oro y de plata, respectivamente, de la representación de dicho dios, o la vía estrecha y la vía ancha. Así nuestro camino del Sur también recibía los nombres de Vía de la Plata o Vía Lata (ancha), como reminiscencia de ello su paso por nuestra villa antigua tras la puerta del Sur o de Mérida lleva el nombre de Calle Ancha. Lo de balata vino después con los musulmanes al encontrarse dichos caminos desprovistos de su capa de terminación de arena y quedar las piedrecillas vistas.
    La persona que concibió dichos sistemas celestiales de señalización de los templos lo realizó para que se viese desde el cielo y en reafirmación de su creencia cristiana, pues era un judío converso o cristiano nuevo. Un genio de los dos con que contó Alfonso X el Sabio, y su mano izquierda en varios asuntos de los tratados por dicho rey. A pesar que el mismo se rodeó en su corte de los más grandes sabios del momento, solo dos merecen el título de genios, a la altura por ejemplo de Leonardo da Vinci, en cuanto a astronomía, astrología y matemática se refiere.

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  4. Y se preguntarán cómo lo hizo con una precisión que hoy en día solo se puede conseguir gracias a los satélites. Pues gracias a los astrolabios que se inventaron en época griega, que rescataron su uso los musulmanes y que perfeccionaron sobre todo en Al-Andalus, en el siglo XI, al utilizar una única lámina universal, pues hasta entonces había que realizar una para cada latitud, cuyo descubridor fue el toledano Azarquiel, de ahí su nombre de azafea. Pueden contemplarse algunos ejemplares en algunos museos de la Península Ibérica, pero el denominado de Alfonso X el Sabio se encuentra en el Museo Naval, en Madrid. Además contaba con amplios conocimientos de astronomía y matemáticas, realizó relojes de sol o más bien de sombras y de otros tipos para Alfonso X. También participó en la elaboración de la Tablas astronómicas de Alfonso X el Sabio, basadas como punto de partida en las del griego Claudio Ptolomeo. En las tablas de éste último ya aparecían, en el siglo II, las coordenadas de las principales poblaciones del imperio romano, y dentro de la Península Ibérica se daban entre muchas las de Norba Caesarina. Las ermitas que se encuentran alrededor de San Benito, tomando como centro el axis mundi de la misma, se encuentran en posiciones de la salida de la Luna en ciertos días, las de Santa Ana y Nuestra Señora de la Esclarecida, y las otras dos tomando como referencia de sus ángulos cifras relacionadas con su santoral. En las de la parte antigua, se tomó como punto de referencia el axis mundi de la iglesia de San Juan Bautista y colocando el ángulo existente entre los solsticios 8 días después, entre la iglesia de Santa María la Mayor y la de San Marcos el Viejo (pues hay documentos que indican que fue parroquia al contar con colación). Se irán explicando algunas de las demás cuestiones sin llegar a exponerlo con toda la precisión requerida debido que ello queda reservado para la charla que se ofrezca con motivo de la celebración del día de San Benito en dicha ermita.

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  5. Al igual que en el santoral Santiago precede a Santa Ana, el topónimo Matamoros precede desde el Este a los terrenos del Cefot donde se encuentra la ermita de Santa Ana. De la misma manera que la iglesia de Santa Ana, en el hoy barrio de Triana de Sevilla, se dispuso su construcción por Alfonso X el Sabio en agradecimiento por la curación milagrosa de sus ojos (o uno de sus ojos), tres de nuestras ermitas hacen referencia a lo mismo, solo que unos años antes. Así Santa Ana sería en agradecimiento por dicha curación, tras rogativa a la Señora Virgen María, en este caso con el título de Esclarecida, pues padecía una enfermedad ocular que podía quedar como Santa Lucía, sin sus luceros. Parece que dicha iglesia de Santa Ana comenzó a construirse en 1266 y las nuestras en 1261. También es cierto que la de Sevilla pudo tener el título de catedral y que su construcción se alargó en el tiempo, que posteriormente sufrió varias remodelaciones y que existe constancia escrita de las mismas. De las nuestras no queda constancia escrita de sus inicios, excepto la placa de consagración de San Benito, o por decirlo de otro modo, se quedó escrito en piedra en varios lenguajes no convencionales que utilizaban tanto los constructores de edificios religiosos de los caminos de Santiago, los denominados Yagos, como benedictinos (sus maestros), como en nuestro caso los colaboradores del rey Sabio, el obispo de Coria Fernando (que pasó a la posteridad como Fernando I el Físico) y el arcediano de Cáceres Lop López (o Roque López), que también era capellán del mismo rey.

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  6. Cuando se intenta indicar una fecha de una construcción por tipología, a menudo se suele equivocar uno. Todos los libros consultados acerca de la construcción de San Benito (tal y como hoy la conocemos), entendiendo por la inicial, no las modificaciones posteriores, nos remitían al siglo XVI, y los expertos en la materia indicaban como mucho el último cuarto del siglo XV. Sin embargo hubo una persona de gran erudición que acertó de pleno, pero del que desconocíamos sus escritos, pues solo existe un ejemplar en el Museo de Cáceres, cuya referencia me remitió el historiador Antonio Rodríguez González. Dicha persona era Juan Sanguino y Michel, y las notas la segunda parte del libro Notas referentes a Cáceres. La transcripción paleográfica de la placa de consagración de la ermita de San Benito la realizó el catedrático de historia del arte Florencio-Javier García Mogollón. La ermita de San Benito fue restaurada por las personas participantes en dos escuelas-taller de la Universidad Popular del Ayuntamiento de Cáceres, una entre diciembre de 1999 y diciembre de 2001, y la otra entre los años 2008 y 2010, y parte de lo allí tratado quedó recogido en el libro: Ermita de San Benito de Cáceres. Entre el suelo y el cielo.
    Gracias a la intervención del Ayuntamiento, de la Diócesis de Coria-Cáceres, del párroco de San Eugenio Miguel Ángel (Michel), de las asociaciones en defensa del patrimonio, de técnicos que realizaron varios trabajos sobre la misma, de algunos periodistas y de personas desinteresadas, la ermita se pudo salvar de la fiebre desbordada del urbanismo a la americana que la hubiese engullido sin contemplación alguna, y por tanto se hubiesen perdido las extraordinarias referencias veladas al auténtico tesoro de San Benito. Muchos excavaron su suelo y horadaron sus muros en busca de un tesoro material, otros invocaron a los demonios en su estado de ruina, los hubo que se llevaron parte de su legado simbólico, pero los lugares sagrados poseen su propio guardián que los defiende de dichos inconvenientes a través de personas con ciertas sensibilidades. Poco a poco iremos viendo el tesoro velado de San Benito.

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  7. El entorno de estas ermitas en el siglo XIII cumplía todos los parámetros de una zona sacra: Cruce de dos caminos importantes, la Vía de la Plata y la Vía de la Estrella (Medellín-Alcántara, Vía de la Estrela), bosque sagrado de encinas y alcornoques, surgencia de agua de la Madre Tierra en los Caños de Santa Ana, fuente mineromedicinal en Fuentesanta (junto a Santa Lucía), cuevas en la Cuerda del Calerizo, montañas y valles muy cercanos, abundancia de caza mayor (venados y jabalíes), habitada desde la Prehistoria, confluencia de tipos de rocas distintas y extracción minera, control visual de los caminos próximos pero a la vez apartados, existencia de una falla y aguas subterráneas que canalizan las energías de la Madre Tierra hacia la superficie, canteras de granito próximas en la zona de la Resbalaera de Aldea Moret. Trasquilón y Zamarrillas, constancia de rituales ancestrales de muerte-resurrección y fecundidad, tumbas excavadas en la roca en la zona del Trasquilón. Tras la Reconquista se necesitaba repoblar dichas zonas de escaso valor productivo, que no eran atractivas para los guerreros (caballeros y acompañantes) en busca de las mejores tierras más al sur, y cercanos todavía los campos de batalla. Las órdenes religiosas realizaban dicha función de convertir en productivas las tierras yermas, enseñar a los agricultores y ganaderos nuevas técnicas productivas, en primera línea de reconquista. Aunque aquí se topaban con lo especificado en el Fuero, el rey Sabio permitió conceder a dichas órdenes dichas prerrogativas, asegurándose que la población se asentase y que las villas reales fuesen atractivas frente a las de las órdenes de caballería (Temple, Santiago, Alcántara). Se creó un cinturón de ermitas en los límites de la villa con una planificación modélica, donde anteriormente hubo culto. Siguiendo el modelo trinitario del triángulo a 90º, se planificó la creación, a imagen y semejanza de las rutas del norte de los Caminos de Santiago, de la ruta del Sur en la divisoria de los reinos de León y de Castilla, es decir, en la Vía de la Plata. Como aliciente se establecieron determinados hitos milagrosos, como fue el caso de la hospedería de San Benito en la villa de Cáceres. De ello se encargó la Orden de San Benito, los constructores de Europa, con su amplia sabiduría. A la hospedería se la dotó de dos reliquias atractivas, una fue una astilla del Lignum Crucis tal vez procedente de Santo Toribio de Liébana, y la otra un trozo de hueso de San Benito tal vez procedente de San Benito el Real de Sahagún (sede central de la Orden de San Benito en el reino de León). Gracias a las corrientes telúricas que recorren el planeta (líneas Ley o corrientes de dragón), se conectó con una línea recta Santo Toribio de Liébana con nuestra hospedería de San Benito, pasando por San Benito el Real de Sahagún, con un ángulo de 18 grados respecto al Norte, que reducido a un solo número se obtiene el número 9 = 1 + 8. Lo mismo se hizo, en el reino de Castilla, con la basílica de Caravaca de la Cruz, se unió con la sede central de Oña, pasando por la ermita de San Bartolomé en el Cañón del Río Lobos. Mediante un triángulo recto, con ángulo de 90º en nuestra hospedería, se unieron los axis mundi del monasterio de Santo Toribio de Liébana, de la basílica de la Vera Cruz de Caravaca y de nuestra hoy ermita, formando un triángulo rectángulo de perímetro 1000 millas romanas capitolinas, pueden comprobarlo mediante Google Maps y realizando operaciones matemáticas.

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  8. No es el único triángulo rectángulo que se trazó con San Benito con ángulo de 90º, se formó otro entre los conventos benedictinos alfa y omega de la antigua vía de Callis Ianus (Sendero de Jano), que cruzaba el norte de la Península Ibérica de Este a Oeste (ver los trabajos del investigador y arquitecto lucense Carlos Sánchez-Montaña) instaurara por César Augusto, transformada posteriormente en diversos caminos de peregrinación a Santiago de Compostela, y nuestra hospedería de San Benito. El convento que representa el alfa es del de San Pere de Rodes (San Pedro de Roda o de las Ruedas) y el que representa el omega es el de San Paio de Antealtares, justo al lado de la catedral de Santiago de Compostela. Aquí hay que tener en cuenta que Google Maps traza las líneas distantes con la curvatura de la Tierra. Por entonces, siglo XIII, ya se hacían los cálculos de distancia por proyección recta y por proyección teniendo en cuenta el radio de curvatura de la Tierra que manejaban en dichas fechas. Este triángulo rectángulo no es tan perfecto como el anterior debido probablemente a que manejaban distancias y radio de curvatura con mayor margen de error que actualmente. Cuando hablamos de estos monasterios en el siglo XIII hay que tener presente que ya existían varios siglos antes, excepto la Basílica de la Vera Cruz de Caravaca y San Bartolomé de Ucero en el Cañón del Río Lobos. ¿Y nuestra hospedería de San Benito tenía algún precedente benedictino siglos antes?. Constancia escrita no hay, referencias a sus orígenes visigodos pues sí. ¿Y en la propia ermita hay algún resto visigodo o mozárabe? Pues lo que nos ha llegado hasta la actualidad es un arco de herradura que poseía alfiz (no se sabe cuándo se suprimió el mismo), pero de momento no se ha determinado de qué época es y si es original o es obra de acarreo, del mismo hablaremos con detenimiento más adelante. No obstante la ermita de Santa Olalla, su parte primitiva, fue datada por el catedrático de arqueología D. Enrique Cerrillo en el siglo VII en su tesis doctoral, y puesta en duda dicha data por el investigador del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y arqueólogo D. Luis Caballero Zoreda, que fue el arqueólogo que intervino en Santa Lucía del Trampal (Alcuéscar) y Santa María de Melque (Toledo). Hay constancia de una cueva de San Benito en las proximidades de la ermita (frente a la misma en la zona de calizas), pero hoy no sabemos donde estaba exactamente. Probablemente la misma se hubiera ocupado por eremitas benedictinos en los primeros siglos de esta congregación en la Lusitania (siglos VI y VII), pero no queda constancia de ello. En San Bartolomé de Ucero, en el Cañón del Río Lobos, ocurre eso mismo, hay una cueva frente a la ermita, pero no queda constancia escrita de su ocupación por eremitas. Sí hay constancia de ocupación visigoda en la zona de eucaliptos del Trasquilón y la Aldihuela, que fueron excavados por el arqueólogo D. Arturo Domínguez García. Del entorno de San Benito con las obras de la urbanización Ceres Golf se realizaron excavaciones arqueológicas, y su memoria se encuentra depositada en Mérida en la Junta de Extremadura, el arqueólogo fue D. Jaime Naranjo García.

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  9. Para llegar a lo averiguado hasta la fecha se han consultado más de 20.000 documentos de lo más variado: Tesis doctorales, libros de distinta índole, revistas especializadas, trabajos de posgrado, artículos, blogs y páginas de internet, planos, fotografías, y un largo etc., pero lo más fructífero ha sido la lectura in situ de distintas edificaciones repartidas por algunas poblaciones de nuestro entorno próximo y no tan próximo. Se irá dando cuenta de algunas de ellas conforme surja la ocasión. No se hubiese llegado a una conclusión óptima sin haber realizado el levantamiento fidedigno y lo más exacto posible de la ermita de San Benito en la urbanización Ceres Golf de Cáceres, de forma manual y con técnicas tradicionales, que son las que nos permiten observar lo que allí sucedía en cada momento. También se ha contado con el testimonio arqueológico y el de personas que la conocieron antes y durante las obras de la construcción de su entorno.
    En cuanto a la temática investigada es muy amplia y difícil de abarcar, debido a la escasez de documentos escritos en papel o pergamino de la época en cuestión en nuestra ciudad, por lo que se hizo preciso bucear en el siglo XIII, y en otros anteriores y posteriores, para averiguar que características peculiares reunía. Se ha desarrollado en los siguientes ámbitos, entre otros: Arquitectura, construcción, religiones, filosofía, historia, historia del arte, matemáticas, astronomía, astrología, geometría, mitos y leyendas, geología, radiestesia, marcas de canteros, cábala, arqueología, hebreo, griego, latín, romance, castellano naciente, árabe (en cuanto a particularidades de sus letras-números), toponimia, etimologías, juegos medievales, costumbres de la época, georreferenciación medieval, simbología, etc.
    Se han visitado otras construcciones de cronología similar en el ámbito de las tres diócesis extremeñas, las iglesias y ermitas del entorno cacereño que se constata su construcción tras la reconquista pero con signos visibles de culto anterior, se ha seguido la pista de ciertas marcas de cantería y simbología en la catedral vieja de Salamanca, en la de Plasencia, en la de Ávila, en Alcántara, Valencia de Alcántara, y en la Raya portuguesa, y los caminos seguidos por los constructores hasta llegar a nuestra ciudad y luego hasta otros lugares. Se han visitado lugares donde existen arcos de herradura de transición visigoda-árabe (mozárabes).
    Durante los últimos diez años se realiza seguimiento periódico de los movimientos del Sol dentro de la ermita, y de la Luna en la segunda luna del otoño y durante este año (tanto en el interior como en el exterior). Falta por ver la referenciación a otros astros.

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  10. De la documentación histórica, de los testimonios de las personas que conocieron el entorno de la ermita de San Benito antes de la urbanización y durante las obras de las mismas, de algunos datos arqueológicos y de muchas visitas durante años, podemos concluir: Las tierras alrededor de la ermita de San Benito pasaron a propiedad de la familia Mogollón (todavía se puede observar mojones con la letra M en el exterior de la urbanización), y las de la ermita de Santa Ana a la familia Carvajal. El nombre Olalla (Eulalia) es de procedencia gallega. Antes de la peregrinación a Santiago de Compostela existía el mismo camino de peregrinación a Santa Eulalia de Mérida y desde Cáceres nos quedan testimonios de centros cultuales bien en forma de restos o de nombres de época visigoda. Las ermitas de los alrededores de Cáceres se asientan tras la Reconquista en estos centros cultuales: Nuestra Señora de Altagracia (Garrovillas de Alconétar), Nuestra Señora de la Luz (Arroyo del Puerco), Nuestra Señora del Prado (Casar de Cáceres), Santo Toribio de Liébana en la aldea de Pontefuera (Cáceres), Nuestra Señora del Salor (Torrequemada), San Benito y Santa Olalla (Cáceres), o se asentaron antes: ermita en la finca El Santo al suroeste de Valdesalor (Cáceres), las Arguijuelas (Cáceres), Santa Lucía del Trampal (Alcuéscar) y algunas otras que no nombro. Todo parece indicar que el entorno de San Benito es un centro productivo y de alerta. El monasterio-hospedería de San Benito estaba asociado a las otras tres ermitas de su entorno (Santa Lucía, Santa Olalla y Santa Ana) y la ermita de Nuestra Señora de la Esclarecida a la aldea de Zamarrilla. San Benito disponía de pozo de agua bebible al Oeste, de huertas al Este, de caballerizas y preparación de pez por debajo de la ermita al Este, de molino de harina en el arroyo Alcor de Santa Ana con una pequeña presa, rodeado de un bosque de encinas y alcornoques rico en caza mayor. Posiblemente se construyeran las primeras charcas para producir peces en el Trasquilón, ya que las aguas del Alcor de Santa Ana eran de origen cárstico. Disponían de agua minero medicinal en Fuente Santa junto a la ermita de Santa Ana, plantas medicinales en todo el entorno, terrenos para la producción de trigo y cebada junto a Santa Olalla y de pastos en el valle del Alcor de Santa Ana, con minerales diversos en todo el entorno. Por tanto estaba preparado para acoger a los monjes benedictinos con su función de atención al peregrino. Además desde San Benito hay visuales directas con puestos de vigía de las entradas a Cáceres desde los caminos circundantes del Sur, Este y Oeste. Con los cerros de Las Muesas que controla el camino de Trujillo, con el cerro del Risco que controla el camino de Medellín, con la torre vigía del Cuarto Roble que controla el camino de Badajoz (ésta a su vez conectada con la otra torre vigía del Junquillo que controla el camino de Malpartida de Cáceres), con los altos de las Camellas que controlan la Vía de la Plata, también visual directa con el cerro de Cabezarrubia. Este control visual de los caminos y entorno se produce también en las otras ermitas mencionadas.

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  11. Llegamos a la ermita de San Benito al finalizar el anterior milenio y su aspecto de ruina y abandono era un tanto diferente a la de otros edificios que también se abandonaron a su suerte. Éste en mitad de una urbanización nueva se encontraba cercado por una valla, se había utilizado como almacén de obra y anteriormente como establo de ovejas. No tardó la hierba en alcanzar una altura de dos metros cuando volvimos para medirla y sacar unos planos más exactos de los que disponíamos, por lo que lo primero fue eliminar dicha maleza. Una vez limpia ya se distinguían piedras sueltas de granito que no cuadraban con la construcción existente. Así estaba el brocal del pozo que había desaparecido y otras piedras probablemente pertenecientes a otra construcción anexa de la que solo nos aparecía la esquina en una foto antigua. Una de las mismas contaba con la figura de un alquerque de 9, en la fachada de los pies había 4 huecos de los que se habían sustraído piedras probablemente con figuras pertenecientes a época anterior a la que nos decían los papeles históricos, aparecían numerosos esgrafiados en el exterior y marcas de cantero en casi la mayor parte de los sillares y dovelas que solo se veían cuando incidían los rayos de sol con un cierto ángulo y con una luz diferente, se distinguían obras de épocas posteriores y algunas pinturas de cierta calidad bajo la cal que se había desprendido. Para poder intervenir en la restauración de la ermita arruinada había que presentar en la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura un proyecto con triple vertiente: Arquitectónica, arqueológica y de restauración de las pinturas, firmados por técnicos competentes en cada especialidad. Éste fue el momento crucial puesto que se montaron andamios para llegar a todos los puntos de la construcción existente y se pudieron observar las marcas y dibujos realizados en las piedras por los canteros con todo lujo de detalles, pequeñas muestras de pigmentos sobre la bóveda de granito que tras su análisis por laboratorio nos indicaba que la misma estuvo pintada en un color azul celeste, nos sorprendimos en una mañana a primera hora cuando observando la bóveda del ábside subidos en los andamios vimos desde lo alto iluminarse la sacristía con una luz especial, del amanecer, que al entrar por la ventana aspillera y reflejarse en la bóveda de la sacristía emitía una luz anaranjada y que nos permitía ver las pinturas originales debajo del encalado. Si a ello añadimos que varios miembros del equipo docente captaban la presencia de energías y de algún ente, que las pilastras y columnas se encontraban inclinadas en demasía sin la aparición de las correspondientes fisuras de la lógica mecánica, que había manchas de humedades ascendentes localizadas en determinados puntos que no se mojaban por el agua de lluvia, que las dovelas del arco que separa el ábside de la nave eran de dimensiones muy diferentes al igual que la procedencia y tonos, que los capiteles de las pilastras eran todos distintos, que los juegos de la luz solar proyectándose sobre ciertos puntos al atravesar los huecos parecían indicarnos algo y bastantes más cosas que nos descuadraban lo que decían los libros de historia del arte y de construcción para la fecha que se manejaba sobre su datación, es cuando se decidió que merecía la pena investigar con otros ojos y sentidos aquella construcción.

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  12. D. Agustín, agradeciendo siempre los comentarios, creo que este no es el foro adecuado para volcar todas esas teorías suyas y que en casi nada tienen que ver con la entrada en la que las incluye. Yo seguiré publicando todo lo que mande, y con agradecimiento, aunque considere que este no es el lugar adecuado para hacerlo. Un saludo y muchas gracias.

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    1. El lugar adecuado para difundir las investigaciones, que no teorías, sobre construcciones religiosas del siglo XIII en nuestra ciudad es la ermita de San Benito. Siguiendo el modelo de la Diputación de Barcelona tras los descubrimientos nuevos se difunden en dicho lugar (o en otros) hasta que se den por concluidas las mismas. Este año, el 9 de julio, se demostró en la misma que las 5 ermitas del entorno (San Benito, Santa Lucía, Santa Olalla, Santa Ana y Nuestra Señora de la Esclarecida) y las 8 iglesias, ermitas y un hospital de nuestra parte antigua componen un hito único cuyos Axis Mundi se establecieron en 1261. Me he comprometido con Michel (su párroco) en pasárselo por escrito para que quede más claro con las referencias más importantes de los más de 20.000 documentos consultados. Además la archivera de las dos diócesis de Plasencia y Coria-Cáceres (que estuvo presente y me felicitó por el enfoque distinto a lo habitual, acorde con las investigaciones que se llevan acabo ahora de la catedral de Santiago de Compostela), me facilitará el acceso a los pergaminos del siglo XIII que están apareciendo ahora tras un trabajo exhaustivo de catalogación del archivo de la diócesis de Plasencia y a otro documento que le he solicitado de la de Coria-Cáceres, relacionados con el autor de lo que aquí se investiga.
      Gracias por dejarme escribir en su blog, aunque no sea el lugar adecuado, pero mi intención era aclararle la relación existente entre la ermita de Santa Ana y las de su entorno y la fecha en que se inicia todo. Como es largo de contar cuando lo publique adecuadamente le tendré informado a usted y a sus lectores, si no existe inconveniente en ello.
      Sin más me despido de la presente.

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Cuando uno viaja se encuentra lugares y rincones misteriosos, con leyendas truculentas, fantasmas del pasado, apariciones nocturnas o viejos cementerios que desatan historias muy atractivas para el turismo. Pues aquí en nuestro Cáceres, aunque casi nadie lo conoce, tenemos un callejón cuyos muros están plagados de huesos posiblemente humanos y que pasan inadvertidos a los visitantes. Es cierto que existen por el mundo capillas construidas con huesos, como ocurre con la " Capela dos Ossos " de Évora, no muy lejos de aquí. Hay otras en Austria, en Italia, la República Checa, o en el mismo Cáceres, donde hay una sacristía cuyo suelo está formado por huesos de cordero que ya os enseñaré otro día. Pero en este caso no hablamos de una construcción con huesos, sino que entre los materiales usados para la construcción de un muro aparecen numerosos fragmentos de huesos.  Desde la cuesta de la Compañía, que une la plaza de San Jorge con la de San Mateo, parte un pequeño calle

UN AMULETO ISLÁMICO POR LAS CALLES DE CÁCERES: LA MANO DE FÁTIMA

A todos nos es familiar la imagen de un llamador con forma de mano en casas más o menos antiguas, e incluso en las modernas, pero quizá no seamos consciente del origen y evolución de este símbolo y todo el significado que encierra. Hoy os quiero enseñar, Al Detalle, este curioso elemento que salpica toda nuestra ciudad y que encierra un gran significado profundo y simbólico. Esas aldabas con forma de mano son una evolución de otro símbolo que aún pervive, y que por estas cosas de la globalización, es cada vez más común: La Mano de Fátima. Este icono es la representación de una mano abierta con los dedos juntos y colocada de forma plana. Y aunque a nosotros nos llega como herencia islámica, la imagen y simbolismo de la mano puede encontrarse en el propio origen de la humanidad, no olvidemos las pinturas de manos con dedos “amputados” que en nuestra cueva de Maltravieso representan las pinturas rupestres más antiguas del mundo con una edad de, al menos, 66700 años. Pero también

23 FOTOS INÉDITAS DE CÁCERES Y 600 ENTRADAS DEL BLOG

Hay quienes celebran, de manera más o menos entusiasta, las visitas que recibe en su blog. En mi caso, hace años que ya no estoy pendiente de eso, y no quiere decir que no me alague que haya gente a la que le interese lo que muestro en él, sino que he cambiado el foco y lo he puesto en seguir trabajando, leyendo y estudiando para escribir estos posts. Tengo que disculparme porque es verdad que cada vez publico menos, pero la falta de tiempo y mi objetivo de mostrar temas poco tratados o con material novedoso o temas inéditos, dificulta que el ritmo de creación del contenido sea mucho mayor. Por eso me dispongo a celebrar hoy que llegamos a las 600 entradas en el blog; un objetivo que nunca me llegué ni a plantear y que felizmente se ha cumplido en este mes de noviembre, cuando se cumplen 9 años de esta aventura. Esto supone una media de más de 65 artículos por año o 5 a la semana, aunque ya ese ritmo no logre mantenerlo. Para celebrar este número redondo os traigo un regalo que espero