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GADOL, EL MEDICAMENTO DE JOSÉ CASTEL PREMIADO EN PARÍS Y LIEJA

Sigo con mi afición por los medicamentos desarrollados y elaborados en laboratorios de Cáceres durante la primera mitad del siglo XX. En esta ocasión, es el turno de Gadol, un medicamento desarrollado por don José Castel García. Como ha habido tantos Castel al frente de las farmacias de Cáceres, os voy a mostrar un pequeño árbol genealógico para ubicarlo adecuadamente dentro de su extensa familia y relacionarlo con el famoso Joaquín Castel Gabás, quien realmente inicia la saga en nuestra ciudad de Cáceres.

Una vez aclarado el origen de nuestro protagonista de hoy, sabemos que José Castel García terminó la carrera de Farmacia en Madrid a comienzos de los años veinte[1] y podemos asegurar que ya regentaba la farmacia de la Plaza Mayor en 1925[2]. En ese mismo año, se presentó al concurso para el suministro de medicamentos a la Beneficencia Municipal y Casa de Socorro por una cantidad de 15,750 pesetas anuales, aunque no lo consiguió porque el farmacéutico Juan Solís Borrella ofreció una cantidad de 11000 pesetas anuales[3].

Pero no solo regentaba su céntrica farmacia, sino que también dirigía una fábrica de gaseosas, distribuyéndola no solo en la ciudad, sino en buena parte de la provincia. Esta fábrica estaba situada en la calle Ríos Verdes, aunque recibió permiso en octubre de 1926 para trasladarla a la calle Santo Domingo, número uno. En diciembre de ese mismo año, también obtuvo permisos para arreglar y hacer obras en el local que había dejado libre[4].

Muy pronto, se convirtió en un miembro muy activo y querido en la sociedad cacereña, no solo por deferencia a su ilustre apellido, sino por sus propios méritos. En los años en los que la tuberculosis azotaba no solo la ciudad, sino el país, participó en la organización de unas colonias para una veintena de niños cacereños en Hervás, como una "prueba piloto" para mejorar la salud de los más pequeños. El 24 de julio de 1928, en su propio coche, junto a los de Gonzalo López Montenegro, Jacinto Carvajal y Antonio Aranguren, partieron a primera hora de la mañana hacia Hervás con estos veinte niños para llevarlos a un campamento en el que estaba implicada la Junta Provincial Antituberculosa[5].

Además, durante años, José Castel ostentó la presidencia del Colegio de Farmacéuticos de Cáceres. Fueron muy sonados los recursos que interpuso (un total de seis) por su cargo y a título personal, contra el Ayuntamiento cuando este planteó la creación de una farmacia municipal, siendo todos desestimados[6]. Esto ocurrió en 1930, año en el que también solicitó permiso para instalar en los soportales de la plaza, junto a su farmacia, una moderna báscula de la marca Toledo. Aunque parezca increíble, esta empresa es americana y fue fundada por Allen Devilbiss (1873-1911) en Toledo, Ohio. En 1912, la compañía adoptó el nombre de Toledo Scale Company, hasta 1957. Lo novedoso de estas básculas consistía en que no usaban el típico método de mover una pesa a lo largo de una barra horizontal, sino que eran de lectura directa mediante una aguja oscilante sobre una escala graduada. Esta fue la primera báscula de este tipo que se instaló en nuestra ciudad de Cáceres[7].

Pero el año 1930 le deparaba a nuestro protagonista una sorpresa más, cuando recibió en septiembre una carta firmada por un total desconocido para él, llamado Antonio Sánchez. En ella, le explicaba que era de Mérida y que en 1888 (cuarenta y dos años antes) había entablado cierta amistad con su tío, quien regentaba la farmacia de don Periquitín en la calle Pintores, y que este le había fiado un montante no despreciable de veinticinco pesetas. Poco después, marchó a Mérida sin saldar la deuda, y ahora quería pagarla, aunque fuese con más de cuarenta años de retraso. A don José esto le sonaba a broma, hasta que unos días después llegó un cartero con un giro postal remitido por Antonio Sánchez por una cantidad de 25 pesetas[8].

En cuanto a sus ideas políticas, encontramos que fue uno de esos muchos republicanos que, después, porque no les quedó más remedio, apoyaron a los sublevados. Sabemos que en 1931 se eligió el Consejo Provincial del Partido "Acción Republicana" de Cáceres y don José fue nombrado vicepresidente primero[9]. Pero también sabemos, por el periódico editado por La Falange, que hacía constantes donaciones para los soldados combatientes en el bando nacional durante la Guerra Civil, la primera de ellas de seis mantas y seis camisetas el 10 de noviembre de 1936[10].

Además, fue un gran aficionado a los coches. Sabemos que siendo muy joven, en 1924, realizó un viaje junto a Antonio Aranguren, Corrales M. y Ruiz Morote en un Fiat hacia Madrid, San Sebastián y París. Recorrieron un total de 4,600 kilómetros, una verdadera proeza con esos coches y con aquellas carreteras. Las crónicas de aquellos años describen que entre grasa y gasolina gastaron 195 pesetas, consumiendo un total de 14.5 litros de grasa[11]. También sabemos que en 1946 compró un Chevrolet con matrícula M-29100, tras vender su Peugeot (CC-2288) a Antonio Castro, un vecino de Villa del Rey. Un año después, compró un nuevo Fiat con matrícula GR-2597 a un paisano cacereño llamado Federico Rodríguez. Sabemos que don José falleció en 1964, muy poco tiempo después de jubilarse y dejar de regentar su farmacia en la Plaza Mayor, como veremos a continuación.

Y una vez que hemos conocido algo más sobre su vida, nos centraremos en su famoso medicamento GADOL, del que poseo en mi colección particular dos cajas: una precintada y otra que he abierto para mostraros, en detalle, su contenido y su prospecto. Cuando lo encontré, me llamó mucho la atención porque, en el fantástico estudio donde descubrí la cantidad de laboratorios existentes en Cáceres en esas fechas, se afirmaba sobre el laboratorio de José Castel: "Este laboratorio figura entre los que no prepararon medicamentos" y que se mantuvo activo hasta 1958, seis años antes de su fallecimiento[12]. Pues sí, preparó un medicamento, un único medicamento: GADOL, una solución oleosa de éster etílico de aceite de hígado de bacalao al 4%, registrado en la Dirección General de Sanidad con el número 7,597 el 16 de diciembre de 1925, y registrado en el Boletín Oficial de la Propiedad Intelectual en el año 1926, apareciendo en dos boletines, el 944 y el 955, como os muestro en las imágenes.


Tal fue su éxito que ganó la medalla de oro y el Gran Diploma de Honor en la Exposición Internacional de Lieja en 1926 y el D'Économie Domestique de París en 1927, siendo al año siguiente don José miembro del jurado de honor.

Para celebrar la medalla de Lieja, en noviembre de ese 1926, se organizó una comida para homenajear a don José en el Café Santa Catalina, a la que asistieron los hermanos Aranguren, Víctor García Rosado, Juanito Pérez, entre otros. Javier hizo fotografías del momento, y dichas imágenes estarán en su archivo, suponemos[13].

Durante años se vendió el medicamento y se publicitó. Es curioso cómo se imprimieron almanaques de GADOL que don José utilizaba para promocionar su medicamento, regalándolos a particulares y empresas, por ejemplo, a la redacción del periódico Nuevo Día[14]

La última aparición del medicamento que he localizado fue el 1 de marzo de 1937 en el Boletín del Colegio Oficial de Practicantes de la provincia, concretamente en su número setenta y cuatro. Desde esa fecha se pierde la pista del medicamento, y suponemos que sería por los avatares de la Guerra. Ahora solo me queda dejaros el prospecto de este medicamento cacereño, con premios internacionales, que ha pasado al olvido y que os he querido mostrar hoy, Al Detalle.





PROSPECTO

Laboratorios de José Castel. Cáceres

De todos los medicamentos que se han empleado desde antiguo en el escrofulismo infantil, en la tuberculosis ganglionar y ósea, y en las formas crónicas de la pulmonar, etcétera, solamente el aceite de hígado de bacalao sigue utilizándose todavía. De él puede decirse que, aunque tiene gran éxito en ocasiones y escaso en otras, su acción es siempre estimable.

Esa desigualdad en los resultados ha dado lugar a centenares de ensayos encaminados a obtener preparados químicos en los que los radicales, a los que se podría atribuir su acción benéfica, fueran separados de los restantes componentes.

En estos últimos años, los numerosos experimentos que atribuyen el triunfo del organismo en la lucha contra la tuberculosis a la mejor organización de las defensas lipolíticas y al aumento del poder lipásico, han señalado una nueva orientación para estos ensayos. Sin duda, este poder lipásico le permite al organismo disolver la cubierta vacilar, formada por grasas y productos lipoides.

Es preciso, pues, atribuir la acción favorable de todos los productos de este orden, ensayados hasta ahora, a que exaltan el poder lipolítico del organismo, y su insuficiencia a que no lo hacen con la intensidad necesaria. Nosotros hemos ensayado varios, pero algunos producen reacciones dolorosas muy acentuadas, sin ventaja alguna para el fin que se persigue; otros se alteran fácilmente; y otros, en fin, parecen desprovistos de actividad. Después de muchos experimentos, hemos llegado a preferir el éster etílico de morrhuato, un producto muy estable y en mejores condiciones para excitar la producción de defensas que los demás que hemos estudiado, ofreciéndolo a la clase médica en un preparado inyectable que no produce dolor ni ningún tipo de trastornos.

Indicaciones

Debilidad y manifestaciones escrofulosas en la niñez, infartos y supuraciones de los ganglios, fístulas del ano, tubérculos de la piel, tuberculosis de los huesos y articulaciones, tuberculosis pulmonar, linfatismo abdominal, adenopatías traqueobronquiales, etcétera. En las febrículas, tan frecuentes en las mujeres, insignificantes pero pertinaces, y ligadas a procesos linfáticos oscuros, mediastínicos unas veces, mesentéricos o anaxiables, es también utilísimo.

Modo de usarlo

El gadol se emplea en inyecciones hipodérmicas, cuyo uso debe prolongarse largo tiempo; pues, siendo crónicas las afecciones en que se emplea, el tratamiento debe ser lo suficientemente prolongado para lograr la mayor eficacia. Se presenta en ampollas de 0,25 cm³ (un cuarto de jeringuilla).

En niños menores de cinco años debe emplearse la inyección de un cuarto de jeringuilla un día sí y otro no. A partir de esa edad, se hará una inyección diaria. Tras varias inyecciones, puede sustituirse esta pauta por la de inyectar media jeringuilla dos veces por semana, y puede llegarse, en fin, a tres cuartos de jeringuilla si se considera conveniente, inyectando también dos veces por semana.

En los climas fríos, conviene templar ligeramente la ampolla, para lo cual basta con sumergirla un momento en el agua caliente en la que se ha hervido la jeringuilla.

De venta en todas las farmacias de España. Al


[1] La Montaña: diario de Cáceres. Año VII, número 1559, 9 de enero de 1922.

[2] La Montaña: diario de Cáceres. Año X, número 2588, 25 de mayo de 1925, página 10.

[3] La Montaña: diario de Cáceres. Año VII, número 2619, 1 de julio de 1925, página 5.

[4] Nuevo Día: diario de la provincia de Cáceres. Año I, número 29, 4 de octubre de 1926, página 5.

[5] Nuevo Día: diario de la provincia de Cáceres. Año III, número 589, 24 de julio de 1928, página 2.

[6] Nuevo Día: diario de la provincia de Cáceres. Año V, número 1250, 20 de septiembre de 1930, página 2.

[7] Nuevo Día: diario de la provincia de Cáceres. Año V, número 1192, 14 de julio de 1930, página 7.

[8] Nuevo Día: diario de la provincia de Cáceres. Año V, número 1267, 10 de octubre de 1930, página 6.

[9] Extremadura: diario de acción católica. Año IX, número 2648, 10 de noviembre, página 3.

[10] La Falange: diario de la tarde, Año I, número 33, 7 de octubre de 1936.

[11] La Montaña: diario de Cáceres. Año IX, número 2402, 17 de octubre de 1924.

[12] Laboratorios farmacéuticos cacereños activos durante el Franquismo. Antonio González Bueno. Revista de Estudios Extremeños, 2018, Tomo LXXIV, Número I, pp. 647-684

[13] Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres. Año I, número 70, 20 de noviembre de 1926, página 4.

[14] Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres. Año VI, número 1633, 18 de diciembre de 1931, página 2.





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