El Guadiloba es un pequeño río, nada que ver con los grandes cauces de otras ciudades, pero refleja, en parte, al cacereño: humilde, sin excesivas pretensiones, al que se prefiere no mimar para traer el agua de fuera desde decenas de kilómetros; capaz de mostrar rincones sin interés y guardar para sí tesoros ocultos a la vista del gran público. Es el río cacereño por excelencia y del que mi amiga y compañera Maite me mandó unas fotos hace unas semanas. En las imágenes un muro, unas edificaciones, un pequeño molino y el Gadiloba. El rincón merecía echar un vistazo a través de imágenes de satélite primero, y después hacer una visita en persona.
La verdad es que me ha sorprendido encontrar estas edificaciones y un precioso puente de pizarra que no se apreciaba en las fotos aéreas. Una zona de pizarras muy interesantes y donde se usó esta piedra para edificar este conjunto. En Cáceres ciudad estamos acostumbrados a otro tipo de rocas: cuarcitas, granito... pero no tanto a la pizarra, por lo que el paisaje se hace más interesante.
La mañana era muy, muy fría, pero con un sol espléndido y por eso decidí ir a visitar este rincón cacereño. La forma de llegar más sencilla es tomar la carretera de Torrejón el Rubio (EX-390) a la que prefiero llamar carretera de Monroy en honor a mi amiga Maite, para después tomar, a la izquierda, la destrozada vía que lleva al Casar de Cáceres (CC-122). A un par de kilómetros cruzamos un humilde puente y por allí podemos dejar el coche y buscar el molino que se encuentra siguiendo río abajo. No hay un camino que nos conduzca a él, así es que hay que lanzarse a la aventura, subir una pequeña elevación y al otro lado encontraremos estas edificaciones.
Me llamó la atención el puente, que se encuentra en muy mal estado, los edificios, el muro... todo de pizarra. Destaca desagradablemente la cantidad de espuma que se forma en la caída del agua. Esto nos indica que el agua está contaminada en algún punto entre la presa y el molino, y que nadie hace nada para evitarlo.
Se puede observar también un viejo camino por el que transitarían los carros y las bestias para traer el grano al molino y los edificios que nos dan idea de la importancia que este enclave debió tener hace ya muchas décadas.
Y no me pude resistir además a observar las rocas y a fotografias ripples y filones de cuarzo muy interesantes.
Os dejo unas fotos de todo este conjunto y quiero recordar dos cosas: la primera es la de siempre, que es una propiedad privada y lo segundo, que es un coto de caza, por lo que debemos extremar el cuidado a la hora de visitarlo para evitar problemas y accidentes innecesarios. Espero que os guste este rincón cacereño tanto como a mi.
Me encantan las fotos. Estoy deseando volver al sitio con más tranquilidad, aunque no siempre he podido llegar. Es una pena que como bien dices, el agua dé una sensación de contaminación insufrible, pero ya se ve desde el puente de la carretera... También quiero echar unas fotos a las choperas que están antes de llegar al molino. Lo que no sé por dónde se entra mejor al sitio este...
ResponderEliminarSaludos...