Sin mayor
importancia de la que le quieras dar. Sin más belleza que la que le conceda la
subjetividad de tus emociones. Sin más historia que la de la humildad de su
pasado. Sin mayor suerte que la de aquellos que saciaron su sed en ella. Sin
más silencio que el destino que le espera, y sin más recuerdo que el que
quieras concederle. Así es esta pequeña y humilde fuente: LA FUENTE DEL
MENGUAREQUE.
En el
Término Municipal de Sierra de Fuentes, aunque extrañamente lejos del pueblo,
se encuentra esta fuente, junto al poblado de gañanes de “La Escalera”, en el
camino que une Aldea del Cano con la cola del pantano de Valdesalor. De una
humildad apabullante, esta popular construcción mantiene su uso, aunque con
menos intensidad y premura que en épocas pasadas, y aunque rebosa agua, sus
sedientas pilas nos cuentan la historia de un lento abandono y deterioro.
Levanta su bóveda con el infalible ladrillo y se acompaña de un séquito de
abrevaderos graníticos que se enfilan a una pequeña charca desde donde
partieron dos asustadas garcillas cuando notaron que me acercaba, poco
acostumbradas a los curiosos y visitantes.
A la
izquierda de la boca, una típica pila de lavar, justo en el lado opuesto de las
que servían para dar de beber al ganado. Esto me hace pensar en cómo el hombre
ha convivido con “las bestias” desde una posición de una supuesta supremacía,
pero con las que compartían el agua, el calor, las escaseces y las penurias.
Una mezcla de la necesidad mutua, la dependencia y el soberbio respeto de
quienes comparten más de lo que quisieran.
Os
recomiendo dar un paseo por la zona en primavera, disfrutar de las dehesas, del
poblado abandonado, de las fuentes, de los bujíos…. Una forma de pisar el suelo
y alimentar la raíz que nos une a él y que tan poco cuidamos en estos tiempos
de asfalto, franquicias y prisas.
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