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EL TREN QUE NOS HIZO CIUDAD Y EL ORINAL DE UN REY

Hoy os quiero contar una historia que podría tener ciertos paralelismos con la actualidad, o no… eso os lo dejo a vuestro propio criterio.
Os voy a hablar de la llegada del tren a Cáceres unos días después de la multitudinaria manifestación en Madrid por un Tren Digno. Ya en 1852, los diputados en cortes por la provincia cacereña, D. Carlos Godínez y Antonio Concha, solicitan la apertura de la línea férrea Madrid-Lisboa pasando por Cáceres, para así dar salida al grano o a la fruta y favorecer el comercio y la prosperidad de la provincia. Inmediatamente los diputados por Badajoz, Vicente Barrantes y Juan Gómez se opusieron, exigiendo el paso de la línea por la capital pacense, aunque esto supusieran 240Km más en el trayecto. La falta de cohesión y las rivalidades internas hicieron que el proyecto se abandonara.


En 1865 se descubren los minerales de fosfatos en el calerizo y es en 1876 cuando el prestigioso político Segismundo Moret funda la “Sociedad general de fosfatos de Cáceres” para explotar las minas. Moret utiliza sus influencias para que el ferrocarril pasara por la ciudad y así poder exportar las minas de forma más rentable. Así es que, en la lluviosa mañana del 8 de octubre de 1881 se inaugura este importante proyecto. En Valencia de Alcántara se encuentran los monarcas Luis I de Portugal y Alfonso XII de España, como nos relata la crónica de “La Época” del día siguiente:

“A las ocho de la mañana llegó el tren español, y S.M. el rey don Alfonso bajó al andén, entre los vítores de la numerosa concurrencia que le esperaba; a las nueve llegó el tren portugués, que había sufrido un retraso de veinte minutos, y descendió de él S.M. el rey D. Luis, que también fue aclamado por el pueblo y saludado con salvas de artillería…
La primera entrevista de los dos monarcas no pudo ser más afectuosa, abrazándose ambos y besándose cariñosamente. Después del almuerzo, que terminó sin brindis, SS.MM. y todos los personajes de ambas cortes regresaron a la Estación y subieron al tren Real, que estaba dispuesto, y que partió inmediatamente para la histórica ciudad de Cáceres, donde habría de celebrarse la inauguración oficial de la línea… Ya en Cáceres la solemne bendición de las máquinas no tuvo, por la copiosa lluvia que caía constantemente, gran lucimiento: revestido de hábitos pontificales, esperaba en el andén el Ilmo. Sr. Obispo de Plasencia, asistido por el Ilmo. Sr. Obispo de Coria y comisiones del cabildo catedral de ambas ciudades y del parroquial de Cáceres; las adornadas locomotoras, obedientes a la dirección de los maquinistas, avanzaron hasta situarse al pie del altar que estaba dispuesto para el acto; el prelado, en fin, previa la venia de SS.MM., bendijo, con arreglo al ritual católico, a las máquinas, confundiendo en una plegaria los progresos de la ciencia y la industria modernas con las legítimas aspiraciones de la Iglesia, que van siempre encaminadas hacia la mayor prosperidad de los pueblos”



Desde la estación, y en coche de caballos, recorren las calles de la ciudad, que había sido engalanada para la ocasión, y a la que habían llegado gentes de más de 170 pueblos de la provincia. Se dirigen a Santa María a escuchar misa y después a almorzar para llegar a la corrida de toros que se había organizado para ellos a las 15:30h. Los diestros fueron Frascuelo y Ángel Pastor, pero desgraciadamente el Rey Alfonso tuvo que suspender el festejo en el cuarto toro por la lluvia.

Por la tarde-noche la cena de gala fue servida por la prestigiosa Casa Lhardi, que aún existe en Madrid. A la hora del brindis, el rey levantó la copa y comienza diciendo:

“Brindo por la ciudad de Cáceres…”

Pero había un problema… Cáceres no tenía el título de ciudad, sino de Villa, así es que el avispado alcalde Lesmes Valhondo, cuando tuvo la oportunidad de realizar su brindis añadió:

“Majestad, en nombre de la hasta ahora villa de Cáceres, os agradezco profundamente el honroso título de ciudad que acabáis de otorgarle.”

Y como los reyes no se equivocan, según Real Decreto del 9 de febrero de 1882 Cáceres pasa a tener el título de ciudad y el tratamiento de Excelencia al ayuntamiento.
Acabada la cena, la comitiva se dirige a la estación de tren a despedir al Luis I y Alfonso XII pasa la noche aquí. Como no había hoteles de suficiente categoría en la ciudad, se adaptaron dos salas en el consistorio para albergar a su majestad, una alcoba y un despacho. El propio rey trajo consigo parte del mobiliario, entre otras cosas 4 lámparas de araña realizadas por la Real Fábrica de Vidrio de la Granja de San Ildefonso y que ahora están iluminando el Salón de Plenos. También trajo consigo la mesa de despacho que ahora luce en la alcaldía. Pero si un objeto llama la atención, es el orinal del rey. Se trata de una pieza de cerámica decorada con artísticos tulipanes, con tapadera y asas, de fina estampa que hasta en alguna ocasión, adornada con un ramo de flores, ha servido como centro de mesa, y lo más curioso aún… de sopera en cenas de gala. El orinal se podía ver en el actualmente cerrado Museo Municipal de la Casa Mirón.



En resumen… la llegada del tren nos convirtió en ciudad… y ahora su marcha ¿en qué nos convierte?

BIBLIOGRACÍA CONSULTADA
Ventanas a la ciudad. Fernando García Morales
La llegada del ferrocarril a Extremadura: una época de especulación y corrupción. ANTONIO BLANCH SÁNCHEZ
http://www.hoy.es/v/20110430/caceres/orinal-loca-muneca-faralaes-20110430.html

Comentarios

  1. Ya hace tiempo de ello, parece que nadie se ha preocupado de modernizar el servicio, seguimos en el siglo XIV en Cáceres y su tren.

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