La mejor fecha para visitar ruinas no es precisamente el verano. El pasto, el canto sofocante de las chicharras, el martilleante calor... hacen de la visita una experiencia no del todo gratificante. El otro día, un amigo de Malpartida de Cáceres, me habló de historias y leyendas de fantasmas de una casa abandonada cercana al pueblo. Por las explicaciones que me daba concluimos que era la casa de la Dehesa de las Hijadillas, que aunque cercana al Monumento Natural de los Barruecos, pertenece al omnipresente término municipal de Cáceres.
Ya os había enseñado, hace meses, el molino cercano a la casa y os emplazaba a mostraros el cortijo en otra ocasión, pero la verdad es que no había vuelto por allí. Como una historia de fantasmas me gusta casi lo mismo que una ruina, decidí acercarme a dar una vuelta, incluso con este calor. La tarde era poco propicia a hacer este tipo de visita, pero la curiosidad me podía, aunque pleno consciente de la inexistencia de algo raro en la casa, me apetecía ir a hacer unas fotos. El edificio se encuentra concienzudamente tapiado, con una gran esfuerzo para no dejar resquicio alguno que permita la entrada, y cuando alguien se ha tomado esas molestias para proteger la propiedad, yo desisto de inmediato en intentan acceder, así es que me limité a perimetrarla, asomarme al patio y hacer unas cuantas fotos.
Cuenta con un caserío del que existen testimonios desde el
siglo XVIII al menos, figurando en el Catastro de Ensenada, en 1753, con una
elevada valoración de renta, disponiendo ya entonces de una casa de dos pisos
que comprendía además caballeriza, troje, pajar y tinado, a la que se añadía
otra construcción para quesera y una corralada de cerdos. A comienzos del
siglo XX, además de confirmar la existencia de la casa de dos pisos, en la que
se contabilizan 6 habitaciones, más tinado y cuadra, se anota la existencia del molino harinero sobre el río Salor, lo que manifiesta el incremento
productivo de la dehesa y casa, así como el aprovechamiento añadido del río
Salor que cruza la propiedad.
He de reconocer que la casa carece de atractivo, no creo que sea un lugar llamativo ni para los supuestos fantasmas que la habitan. Después de hacer las fotos de rigor fui a buscar las construcciones aledañas que se encuentran muy deterioradas y ya prácticamente integradas en el paisaje. La que más me llamó la atención, sin duda, fue una pequeñísima casa en la que destacaba una preciosa chimenea que aún permanece en pie.
Sólo os quería mostrar esta casa abandonada y recordaros, como siempre, que cuando se trata de una propiedad privada tenemos que respetarla al máximo, así como a los animales que pastan por la zona y que, en esta ocasión, fueron los únicos compañeros que tuve en la visita en esta tarde calurosa de verano.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Cortijos y casas de campo en las dehesas del término de
Cáceres. ANTONIO NAVAREÑO MATEOS
¡Acabo de descubrir tu blog y me encanta! Soy Cacereño (afincado en Madrid...) pero adoro mi tierra y sus rincones.
ResponderEliminarRecuerdo pasar más de una noche de acampada por Hijadillas y entramos en la casa (obviamente, con 16 años no podíamos no entrar). Dentro no hay demasiado. Es una construcción típica con su horno, cocinas, zona para el ganado, etc. Está muy deteriorada y con bastantes pintadas y demás.
La verdad es que la zona es muy chula. Una de las fotos creo que es de la pocilga que se encuentra no muy lejos de la casa, ahí metimos las tiendas de campaña la primera vez que fuimos.
Me ha gustado recordar todo eso. :=) ¡Gracias!
Hola¡¡¡ Muchas gracias por entrar y comentar. Me alegra que hayas podido recordar aventuras juveniles con esta entrada, el lugar es muy bonito, aunque la casa no tiene mucho misterio. Un abrazo grande¡¡
ResponderEliminarEl camino público que conduce a él, por el que todo el mundo circulábamos hace algunos años ha sido alambrado. Para ello incluso han cerrado la antigua colada de la dehesa boyal. El Ayto CC les obliga a abrir esas coladas salvo multa cuantiosa, pese a lo que se resisten y varían y escamotean los accesos, parece que el Ayto en estos caminos secundarios tira la toalla y se los adueñan sin remedio. A la Junta ni está ni se la espera.
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