Durante
siglos, las vías pecuarias han canalizado los desplazamientos cíclicos del
ganado entre los pastos de invierno y los de verano como consecuencia de las
grandes diferencias estacionales en la Península y la diversidad climática
entre unas zonas y otras. La trashumancia tejió una red de comunicaciones por
todo el territorio peninsular que a duras penas se mantiene en la actualidad.
Aunque en muchos casos son maltratadas por la administración, estas vías son de
dominio público y competencia de las Comunidades Autónomas y son un patrimonio
cultural, natural y social que debemos mantener y respetar.
Hay lugares
donde estas vías cobraron mayor importancia, como ocurre en Malpartida de
Cáceres y sus alrededores, donde se situaban varios e importantísimos lavaderos
de lanas que tuvieron su momento de eclosión en el siglo XVIII y favorecieron
el surgimiento de coladas, senderos, cordeles… o el resurgimiento de la vía
romana que unía Córdoba con Oporto y que atravesaba estas tierras, pasando por
Arroyo, Brozas y que llegaba a Portugal a través del Puente de Alcántara, en lo
que se conoce como la Ruta de la Lana y que se conectaba a la Cañada Real de
las Merinas en Brozas o con la Cañada Real Puerto del Pico en Cáceres.
Entre
Arroyo y Malpartida la ruta atraviesa el río Casillas, en la divisoria de los
Términos Municipales de Arroyo y Cáceres. Por eso muchos afirman, como siempre,
que este puente es de origen romano, aunque, como siempre, no es así.
Posiblemente en la zona habría alguno con ese origen, pero el actual lo
expertos lo sitúan entre los siglos XVI y XVII, siendo de factura totalmente
popular.
Tiene este
puente una longitud de 115 metros y es de perfil ligeramente alomado. Sólo
posee dos bóvedas importantes, de medio punto rebajado con dovelas en granito.
A los lados 9 aliviaderos rectangulares de tamaño decreciente a medida que
nos acercamos a los extremos del puente. Los aliviaderos y el petril están
realizados con lascas de granito trabajadas muy toscamente, con ese carácter
popular que mencionábamos. El resto es mampostería con mortero de cal. La
plataforma combina zonas con empedrado irregular y zonas con lanchas de
granito. Está cimentado directamente sobre la roca madre.
No es un
puente destacable por su tamaño o belleza, pero es un testigo mudo de un tiempo
en el que la trashumancia era el motor económico de grandes zonas de este país,
testigo mudo de un modo de vida ya desaparecido, pero que nos ha dejado
preciosos DETALLES como este.
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