Sobre el
río Pontones, el mismo que atraviesa el pueblo unos kilómetros más atrás, y a
unos metros de la carretera que une la localidad a la N-521, se encuentra este
puente al que la gente denomina “en femenino”, algo que nos ayudará a
determinar su datación, porque no existen reseñas históricas sobre él (exceptuando
el diccionario Madoz). Gracias a esa denominación, las dimensiones, los
materiales y tipología, se puede enmarcar en la época medieval, aunque es casi
seguro que ha sufrido una profunda restauración algunos siglos después, como
sugiere la diferencia de los materiales a ambos lados del mismo.
Su plataforma es estrecha, de unos 3,5 metros incluyendo los petriles de mampostería, así es que su ancho útil no supera los 2,6 metros. Llama la atención la abundancia de desagües a lo largo de los petriles y que presumiblemente fueron añadidos en épocas relativamente recientes. El pavimento se conserva en bastante buen estado y está realizado por cantos de granito. La plataforma es recta con perfil en lomo de asno (alomado).
Presenta cinco bóvedas, algunas difíciles de ver por culpa de la vegetación, todas ellas de medio punto, a base de sillares graníticos. La luz del arco central es de casi siete metros y el de la menor de unos 2,3. Presenta además tres tajeas en la margen derecha y una en la izquierda.
Como puede apreciarse en las fotos, las juntas de los sillares presentan mortero e inserciones pizarrosas, lo que nos ayuda a fechar la construcción en época altomedieval.
Las pilas y los estribos se cimentan sobre los esquistos del
propio cauce y en apariencia no presentan ningún problema estructural ni de
filtraciones, al igual que el resto del puente, aunque haya un exceso de
vegetación que incluso ocultan el sombrerete de los tajamares, pero en general
se conserva muy bien y sigue siendo usado por los dueños de las fincas
circundantes.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Puentes históricos romanos y medievales cacereños. José Manuel González Parejo
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