Las fundaciones en esta ciudad nos están dando la
oportunidad de disfrutar de colecciones y exposiciones que vienen a intentar
suplir el hueco dejado por las desaparecidas obras socioculturales de las cajas
de ahorros, e incluso la gestión cuestionable de la cultura por las autoridades
en esta ciudad. Desde el 1 de diciembre y hasta el 10 de enero, en la Fundación
Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, en el espectacular palacio de los Golfines de
Abajo, podemos disfrutar de “La Europa del Belén”. Esta muestra está formada por más de mil figuras
pertenecientes a la que seguramente es la mejor colección de belenes del mundo:
la colección Basanta Martín.
La primera celebración navideña en la que se montó un belén
para la conmemoración del nacimiento de Jesucristo fue en la Nochebuena de
1223, realizado por San Francisco de Asís, en una cueva próxima a la ermita de
Greccio (Italia). La escena del nacimiento de Cristo no fue representada con
figuritas y miniaturas de objetos cotidianos, como hacemos actualmente, ni con personas,
aunque para la ocasión San Francisco sí utilizó animales. Se celebró la misa
nocturna acompañada de una representación simbólica de la escena del
nacimiento, mediante un pesebre (sin niño) con el buey y la mula, basándose en
la tradición cristiana y los Evangelios apócrifos, así como en la lectura de
Isaías: "Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel
no conoce, mi pueblo no discierne" (Is. 1,3). Estos animales ya aparecen
en el pesebre del siglo IV, descubierto en las catacumbas de la Basílica de San
Sebastián de Roma, en el año 1877.
Cuenta San Buenaventura, en su Legende de
Santi Francisci, que tras celebrar la misa el sacerdote sobre el pesebre,
(utilizándolo como altar), San Franciso cantó el Evangelio y realizó la predicación
sobre el nacimiento de Cristo, hijo de Dios, en circunstancias tan humildes
como las que en aquel momento se reproducían (es decir, en una fría noche de
invierno, en el interior de una cueva, resguardado en el lugar donde comían los
animales que, junto al Niño, lo calentaban con su aliento, causando una enorme
emoción entre los asistentes, de tal forma que el señor del lugar, Juan de
Greccio, "aseguró que vio un hermoso niño dormido en el pesebre, que el
padre Francisco cogió en sus brazos y lo hizo dormir". Se supone que, tras
esta primera ocasión, más que un belén puede asimilarse a un drama litúrgico
se fue popularizando la instalación de belenes en las iglesias durante la
Navidad, con figuras de terracota, cera o madera en vez de seres vivos.
En el Palacio de los Golfines podremos ver belenes
procedentes de Rusia, Moldavia, Letonia, Georgia, Ucrania, Bielorrusia,
Polonia, Holanda, República Checa, Hungría, Alemania, Finlandia, Dinamarca,
Suiza y Austria, y con mayor representación España, Portugal e Italia.
Me gustaría destacar “El Belén extremeño”, que, aunque no
hace un reflejo exacto de, por ejemplo, el traje de Montehermoso, es importante valorar su originalidad y el orgullo que para nosotros debe suponer el
reconocimiento de nuestra riqueza cultural. Es para mí, además, muy interesante
que se haya incorporado a la escena lo que parece una aguadora y un
tamborilero, y de verdad me emociona ver a una Virgen en un Belén luciendo la
gorra montehermoseña.
Pero lo mejor queda para el final. En una sala independiente
del resto de la exposición, encontramos un belén napolitano, quizá la
representación más icónica del belenismo. El belén napolitano deriva del
pesebre napolitano, una tradición navideña de origen medieval con lugar en
Nápoles basada en la escenificación artesanal del misterio. Hacia el siglo XVII
aparecen figuras de personajes de la Nápoles de la época con total detallismo
tanto en los rasgos como en los atuendos y en la representación de las actividades
de ocio y comercio del momento.
La época áurea del belén napolitano está protagonizada por
Carlos III de Borbón durante el siglo XVIII en que se enmarca su reinado. El
considerado “rey alcalde” de Madrid importó de Nápoles la moda del belén. Aproximadamente
en 1760 Carlos III encargó estatuillas para el belén que regalaría a su hijo
Carlos IV, que tan solo era un infante. Y aquí se engrandece con la
participación de grandes escultores españoles, como José Ginés y José Esteve.
Un conjunto de más de 4.000 figuras compone el conjunto, regalado al infante
don Carlos, por lo que se conocerá como «Belén del Príncipe».
El belén napolitano es, sin duda, la máxima expresión del
belén en el mundo. Por su belleza. Por su variedad. Por su valor etnográfico y
testimonial, espejo de esa sociedad dieciochesca que en él se refleja de forma
asombrosa, constituyendo así una de las cimas del belenismo universal.
Una de las características de los belenes napolitanos es que
intentan captar la vida de las ciudades: comerciantes, músicos callejeros,
animales, niños jugando en la calle… Y en un rincón, rodeado de ángeles, el
nacimiento y acercándose, el cortejo de los Reyes Magos.
Esta exposición puede verse desde el 1 de diciembre al 10 de
enero en el Palacio de los Golfines de Abajo, por el acceso de la Cuesta del
Marqués, con entrada gratuita. El 14 de diciembre habrá una visita guiada a las
19:00h a cargo de D. Antonio Basanta. Yo recomiendo la visita porque
encontrarán preciosas Detalles de esta preciosa tradición del belenismo.
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