Por muy esperada que sea una noticia, a veces sigue siendo
igual de doloroso el momento en el que llega. Todos esperábamos que más tarde o
más temprano la ermita de San Jorge sucumbiera al paso del tiempo, la desidia y
el abandono. Su intrínseca e irracional inteligencia, esa que ha sostenido
estos endebles muros durante décadas, ha permitido que esa noticia que todos
esperábamos, fuera una voz de alarma previa a un desastre irremediable.
En esta semana recibía de manera privada una foto en la que
se apreciaba un derrumbe en el muro norte de lo que se ha venido llamando
antecapilla, con la petición de hacerla pública, y así lo hice. Inmediatamente
medios de comunicación y particulares se pusieron en contacto conmigo para
informarse algo más del origen de la foto.
Justo el día antes, en mi participación de las IV Jornadas
Góticas de Cáceres, estuve hablando en el Palacio de la Isla sobre ella,
poniendo el acento en el peligro inminente de derrumbe, sin saber que ya una
parte había caído. En las siguientes fotos podéis ver el muro que se ha venido
abajo. En él destacaba una ventana abocinada y restos de pinturas en un estado
lamentable de conservación que impedía intuir lo que representaban. Únicamente
se podía atisbar la calva de lo que podría ser la representación de San Pedro.
Antes y después del derrumbe
Antes y después del derrumbe
Antes y después del derrumbe
En un principio podríamos pensar que la pérdida no tiene
demasiada importancia, pero no es así por dos motivos. El primero es que es la
demostración clara que esos dos elementos adheridos a la estructura original se construyeron de una manera muy popular y con materiales muy pobres. Vemos
entonces que se está alcanzando el límite de resistencia de esta construcción
que podríamos fechar en la segunda mitad del siglo XVI. Pero quizá lo más
importante es que deja de cumplir una importante función protectora sobre las
pinturas que resisten el esta antecapilla: una oración en el huerto, una
anunciación, parte de un San Lucas, Santa Lucía y Santiago Peregrino. Todo este
conjunto queda aún más expuesto a las inclemencias de tiempo y su deterioro se
verá acelerado por la desaparición de este muro que les servía de pantalla.
Este derrumbe parcial pone en evidencia, además, que el
estado del conjunto es crítico. Hace dos años se desprendió una de las grandes
losas del techo, ahora el muro norte… y seguramente lo siguiente será la
capilla. Este minúsculo y sobrecogedor espacio tiene una gran grieta que está
amenazando a la integridad de su cúpula. En los años que llevo visitando la
ermita cada pocas semanas para comprobar su estado, he podido advertir que esta
grieta está creciendo de manera casi exponencial, y fundamentalmente desde el
incendio de hace un par de veranos, que aunque no afectó a las pinturas de
manera directa, las temperaturas alcanzadas sí afectaron a los materiales.
Yo no quiero en este blog entrar en el tema de buscar
culpables o señalar con el dedo a particulares o administraciones que
seguramente no hayan hecho lo suficiente por ella. Lo único que quiero es dar a
conocer lo ocurrido y el estado crítico de este enclave. Y aunque soy el
primero que pone en cuestión bastantes aspectos de esta ermita, incluso dudando
de su función como ermita o su datación, creo que es un monumento con las
suficientes particularidades, valor y atractivo como para luchar por ella y
pedir su consolidación y posterior restauración, porque sea lo que sea, forma
parte de la riqueza patrimonial de esta región y de esta ciudad.
En el siguiente vídeo podéis ver el estado en el que estaba este mismo verano:
Espero que las siguientes noticias que demos de esta ermita sean mejores, mientra tanto hagamos ruido para que este suceso no caiga en el olvido.
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