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EL SAGRADO CORAZÓN DE LA MONTAÑA, AL DETALLE


A pesar de su gran tamaño y de ser visible desde la mayor parte de la ciudad, el Sagrado Corazón de la Montaña es un gran desconocido para la mayoría de los cacereños. Por esta razón he querido escribir esta entrada para saber un poco más sobre la iniciativa de su construcción, colocación, benefactor y descubrir los detalles de los actos que se llevaron a cabo para su bendición, que contaron, ni más ni menos, con el Nuncio del Papa de aquellos años.
Y la verdad que muchos de estos datos no son un secreto porque los revela la placa que luce el monumento es su pedestal, pero que, a decir verdad, muchos no nos solemos parar a leer. La imagen se mandó hacer y fue sufragada por el obispo de la diócesis de Coria Cáceres, D. Pedro Segura Sáenz, nacido en Burgos en 1880. En 1916 fue nombrado obispo auxiliar de Valladolid bajo el episcopado del cardenal José María de Cos, bajo el título de obispo titular de Apollonia, cargo que desempeñó hasta 1920, en que fue nombrado obispo de Coria hasta el año 1926 cuando fue nombrado arzobispo de Burgos. Justo en el año de su despedida decide hacer este regalo a la ciudad por su gran devoción al Corazón de Jesús. En los primeros años del siglo XX el fervor por el Sagrado Corazón tuvo gran predicamento gracias a la encíclica "ANNUM SACRUM" del Papa LEÓN XIII del 25 de mayo de 1899 “De la Consagración del Género Humano al Sagrado Corazón de Jesús” en la que se puede leer, entre otras muchas cosas:

“Hoy, tenemos aquí otro emblema bendito y divino que se ofrece a nuestros ojos: Es el Corazón Sacratísimo de Jesús, sobre él que se levanta la cruz, y que brilla con un magnífico resplandor rodeado de llamas. En él debemos poner todas nuestras esperanzas; tenemos que pedirle y esperar de él la salvación de los hombres”

“Nos decidimos en consecuencia, que el 9, el 10 y el 11 del mes de junio próximo, en la iglesia de cada localidad y en la iglesia principal de cada ciudad, sean recitadas unas oraciones determinadas. Cada uno de esos días, las Letanías del Sagrado Corazón, aprobadas por nuestra autoridad, serán añadidas a las otras invocaciones. El último día se recitará la fórmula de consagración que Nos os hemos enviado, Venerables Hermanos, al mismo tiempo que estas cartas”.

En ese 1926, en el año de su marcha de Cáceres, D. Pedro Segura encarga a Feliz Granda Buylla, talleres de arte, la escultura que ahora corona la cima de La Montaña. Quien ejecutó las diferentes piezas de granito fino de las que está formado, fue José Capuz, uno de los artistas que trabajaban en dicho taller.

Foto: Félix Granda

Las peñas sobre las que se colocó alcanzan los 4 metros de altura, sobre ellas el pedestal creado por Rufino Molano tiene 8 metros y sobre él el Santo Corazón de Jesús de 5,6 metros. Es decir, el conjunto supera los 17 metros desde el suelo.

Para la Bendición, como decía, se contó con la presencia del Nuncio de la Santa Sede, Federico Tedeschini (1873–1959). El 31 de marzo de 1921, Tedeschini fue nombrado Nuncio apostólico en Madrid. Al proclamarse la República Española en 1931, al frente de la representación pontificia en Madrid, contra la praxis tradicional de trasladar a sus diplomáticos cuando en una nación se produce un cambio radical de régimen, permaneció en su cargo hasta el 10 de junio de 1936. Es decir que representó al Papa en España durante el régimen liberal monárquico, la Dictadura de Primo de Rivera, el período de transición y la Segunda República.

Nuestro Corazón de Jesús fue bendecido el 14 de noviembre de 1926 con la presencia de todo tipo de autoridades y con un programa de actos agotador. Al día siguiente en el diario Nuevo Día, de Cáceres, se recoge una crónica detallada de todos los actos que paso a transcribir en casi su totalidad:


SOLEMNE ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL E INAUGURACIÓN DEL MONUMENTO DE LA MONTAÑA
El pueblo acude en masa a demostrar su fe y su adhesión a la persona de monseñor Tedeschini.

El sábado, a la hora marcada de antemano, tuvieron lugar en el palacio episcopal las recepciones en honor de monseñor Tedeschini. Acompañaban a éste el obispo de Coria y el gobernador civil de la provincia. Las tres recepciones — civil, militar y religiosa — se vieron muy concurridas, desfilando al final de ellas numerosas personas y comisiones de entidades particulares. El desfile duró más de una hora.

La velada

Terminadas las recepciones, Monseñor Tedeschini se trasladó al patio del Palacio, convertido en salón de actos y decorado profusamente con tapices y guirnalda. Ocuparon los sillones presidenciales con el Nuncio, el alcalde del capital señor Aranguren; el obispo de Plasencia, doctor Rivas y representaciones del clero catedral de Coria y parroquial de Cáceres. El doctor Segura y Sáenz abrió la velada pronunciando breves palabras de salutación a su Eminencia. El acto se desarrolló conforme al siguiente programa:

Salutación por el Alcalde señor Aranguren, quien puso de manifiesto en sus palabras la adhesión de Cáceres, ciudad católica, al Vaticano. «La cruzada del bien», breve discurso del director de «Extremadura», don Tomás Murillo. «La mujer fuerte», salutación por la profesora de la Normal de Maestras señorita María Valdés. «Esperanzas», salutación de la Juventud Católica, por don José Murillo. «La piedad cacereña», palabras de don Santiago Gaspar, párroco de San Mateo, en nombre de las Asociaciones piadosas.

La segunda parte del programa, titulada Flores de Gratitud, corrió a cargo del seminarista Don Saturnino García, que leyó una poesía titulada «Viva el Papa»; don Lorenzo López Cruz, que leyó una poesía original titulada «Nobleza obliga»; don Miguel Muñoz de San Pedro, que leyó la composición «Mensajero de paz» y la señorita Elia Castellano que recitó admirablemente una salutación en verso titulada «Nuestros padres».

Terminó esta parte del programa, representando los jóvenes de la Juventud Católica el cuadro histórico «No prevalecerán». Doña Demetria Castel de Ollero cantó admirablemente, acompañada al piano por don Alonso Cruz, el «Ave María», de Pascual y «Elevaciones», de Massenet.

Los señores España y Martínez interpretaron varios aires regionales y los coros parroquiales cantaron «Esperanza», de Rossini y «Gratulación», de Nicolini. Monseñor Tedeschini quedó altamente complacido de la agradable fiesta.

Llegada de prelados

Además del obispo de Plasencia, llegó ayer por la mañana el obispo auxiliar de Toledo.

El día de ayer

Desde la madrugada comenzó a notarse ayer animación en las Iglesias parroquiales, donde los obispos de Coria, Plasencia y auxiliar de Toledo, repartieron millares de comuniones.

A las diez, el templo de Santa María estaba totalmente llenos de fieles.

Ofició de pontifical el obispo de la Diócesis y monseñor Tedeschini asistió al Santo Sacrificio desde el presbiterio.

Bendición de la imagen del Corazón de Jesús

Terminada la solemne misa, tuvo lugar la bendición de la placa del Sagrado Corazón de Jesús, que había de colocarse en la Diputación.

Esta ceremonia tuvo lugar en la plaza de Santa María, habiéndose levantado un pequeño y artístico altar adosado al ángulo de la iglesia.

El aspecto de la hermosa plaza de Santa María era brillantísimo. Los señoriales balcones de los palacios de los señores de Muñoz y Mayoralgo, lucían preciados tapices; también estaban engalanadas las fachadas del palacio Episcopal y la Diputación.

El público llenaba la plaza. En lugar designado, se congregaron los alcaldes de la diócesis de Coria, invitados a estas fiestas, llevando los estandartes de los arciprestazgos.

Concurren también todas las autoridades.

Monseñor Tedeschini, revestido de pontifical, bendijo solemnemente la imagen del Sagrado Corazón.

Todos los fieles, en el momento de la profesión de fe, cantaron el Credo.

Terminada la bendición fue llevada la imagen procesionalmente al salón de actos de la Diputación, donde la colocó monseñor Tedeschini bajo un dosel de damasco, en el altarcito preparado.

El salón de sesiones estaba totalmente ocupado. En los escaños, tomaron asientos las autoridades locales. Monseñor Tedeschini ocupó el sitio de honor, rodeado de los prelados, presidente de la Diputación, gobernador civil y alcalde de la ciudad.

El señor López Montenegro, pronunció un precioso discurso de bienvenida y salutación a Su Eminencia, exponiendo la satisfacción que experimentaba la Diputación al realizar tan hermoso acto.

Contestó monseñor Tedeschini con sentidas palabras, en las que hizo resaltar el acendrado catolicismo que había observado imperaba en Cáceres.

Terminada la breve ceremonia, la comitiva regresó a la iglesia de Santa María, donde se dio por terminado el acto.

Visitando las obras sociales

Monseñor Tedeschini, con los prelados y autoridades, se dirigió a la una de la tarde a visitar las instituciones sociales de la Gota de Leche y Comedor de madres lactantes, donde fue recibido por las señoras que componen las juntas de tan piadosas instituciones.

El almuerzo en el palacio de Montenegro

A las dos de la tarde tuvo lugar el almuerzo que el presidente de la Diputación daba en su palacio en honor de monseñor Tedeschini.

El almuerzo se sirvió en el comedor grande del palacio, que estaba decorado señorialmente.

Los puestos de la mesa fueron ocupados por el siguiente orden:

En la primera presidencia, monseñor Tedeschini; a su derecha, el presidente de la Diputación, señor López Montenegro, doña Pilar Montenegro, y el auditor de la Nunciatura.

A la izquierda de Su Eminencia, el obispo de Coria, delegado de Hacienda y director del Instituto. Las cabeceras de esta mesa, fueron ocupadas, por don David Domínguez Villagrá y don Francisco López Montenegro:

La segunda mesa fue presidida por la señorita María López Montenegro, que sentó a su derecha al gobernador civil, obispo auxiliar de Toledo y presidente de la Audiencia, y a su izquierda, al alcalde de la ciudad, al obispo de Plasencia y al gobernador militar.

El almuerzo fue servido con arreglo al siguiente menú:

Huevos a la castellana, pollos perigod, lenguados coluer, guisantes a la francesa, tournedós, patatas soufflés. Helado, crema de caramelo, Postres, savarín al ron, dulces, frutas.

Café licores y habanos. Vinos: González Byas, 1847; Chateaux Margot, 1893; Chablis Bourgoqne, 1888; Oporto Rico, 1863; Champagne Poramery 1904.

Durante la comida un quinteto, dirigido por el profesor de la Escuela Normal, Sr. Gómez Crespo, dio un concierto.

Terminado el almuerzo, el Nuncio y los comensales pasaron al salón, donde se sirvió el café, al que concurrieron además de los invitados al almuerzo, los familiares del señor López Montenegro, Condes de los Corbos, Vizcondesa de Roda con sus hijos y los señores de Campogiro, comisión de Diputados provinciales y representantes de la prensa local.

Durante el café el notable concertista señor Canelada, acompañado al piano por la señorita Angela Capdevielle, dio un concierto de flauta, revelándose como un inspirado músico.

El Nuncio se retiró con las autoridades a las cuatro, por tener que asistir a otros actos, quedando en el palacio de Montenegro los diputados provinciales y representantes de la prensa, con el señor López Montenegro, ante los cuales el señor Canelada interpretó otras composiciones siendo calurosamente felicitado.

Homenaje a la memoria de doña María del Amo, viuda de Crehuet

Después de las cuatro de la tarde tuvo lugar en el Cementerio el acto de bendición de la efigie de Nuestra Señora de la Montaña, dedicada, como homenaje a la memoria de doña María del Amo, viuda de Crehuet.

La efigie de la Patrona, está fundida en bronce, y representa a la Virgen con la corona que le fue impuesta solemnemente.

Es obra del señor Granda.

La imagen, ha sido colocada sobre el nicho donde reposan los restos de la familia Crehuet, en un pequeño monumento.

Esperaban a monseñor Tedeschini, en la puerta del cementerio, don Diego María y don Diego Martín Crehuet, con las personas de su familia que residen en Cáceres; el presidente de la Audiencia Territorial, con todos los magistrados, fiscal, secretarios de Sala, juez oficiales y subordinados; de Instrucción y secretario y numerosos amigos de Crehuet.

El Nuncio llegó acompañado de los Obispos de Coria, Plasencia y auxiliar de Toledo, el gobernador civil y el alcalde.

El público que llenaba el andén del cementerio frente al nicho de la familia Crehuet, saludó respetablemente al Nuncio, quien dio a besar su anillo a todas las personas.

El obispo de Coria, con frase sentida, expuso como nació la idea de aquel sencillo homenaje a la memoria de una preclara dama fundadora en Cáceres de la Asociación del Sagrado Corazón; a la vez que homenaje al hijo, don Diego María que fue el portavoz de la virgen de la Montaña en las fiestas de la Coronación.

Monseñor Tedeschini bendijo la imagen y rezó un responso, pronunciando después unas sentidas palabras de afecto para los señores de Crehuet, a las que contestó don Diego María, emocionado, diciendo que toda su vida será un caballero católico, un servidor de la justicia y un buen hijo de Cáceres.

El sencillo homenaje impresionó profundamente a cuantos lo presenciaron.

Los señores de Crehuet depositaron en la tumba de su madre una magnífica corona de flores naturales.

El monumento en la Montaña

Desde las primeras horas de la tarde el aspecto que presentaban las inmediaciones del Santuario de la Montaña era imponente. Todo Cáceres había acudido, congregándose un gentío como no se recuerda jamás, ni aún en las grades solemnidades religiosas efectuadas en aquel lugar.

Convidaba a ello, además de la solemnidad del acto que se iba a celebrar, la tarde que hacía verdaderamente primaveral.

Para evitar confusión y alguna posible desgracia se ordenó que los automóviles y coches llegaran solamente hasta la esplanada del Calvario.

Desde aquí, hasta la ermita de la virgen, la carretera semejaba un hormiguero humano.

En las inmediaciones de la estatua del Sagrado Corazón, la gente ocupaba hasta los riscos que coronan el pintoresco lugar.

A las cinco llegó monseñor Tedeschini en automóvil, siendo este coche y el de las autoridades que le seguían los únicos que llegaron hasta el Santuario.

El público acogió al nuncio con aplausos y vivas al papa y a Cristo Rey.

Monseñor Tedeschini, revestido de pontifical y seguido de los prelados y autoridades, bendijo la estatua del Sagrado Corazón. A continuación, se rezó el Credo.

Solemne bendición al pueblo

Procesionalmente, bajo palio, fue sacada del Santuario la custodia con la Sagrada Forma, y conducida al altarcito de la explanada, donde está instalado el oratorio de la Virgen.

Monseñor Tedeschini recogió la custodia y en medio de un gran silencio, roto solo por los acordes de la Marcha Real, dio la solemne bendición con el Santísimo al pueblo congregado a sus plantas y a la ciudad.

Después el nuncio condujo al Santísimo al Santuario, donde se le hizo estación de reserva y se cantó la salve.

El desfile a la ciudad resultó muy pintoresco.


La velada de despedida y el certamen poético

A las siete de la tarde en el Palacio Episcopal, se celebró la velada de despedida al Nuncio de Su Santidad.

Con Monseñor Tedeschini ocuparon los puestos de honor los prelados de Toledo y Plasencia, gobernador civil, alcalde, presidente de la Audiencia, auditor de la Nunciatura y representantes del clero catedral de Coria y del parroquial de Cáceres.

Los señores Don Lorenzo López Cruz y Don Pedro Sánchez Ocaña, leyeron sus poesías tituladas «Rey de Reyes» y «Mi plegaria», que fueron premiadas en el certamen poético.

Por ausencia del Padre Francisco García, don Pedro Falces leyó la poesía «El trovador de la Montaña», premiada también en aquel concurso.

La señora Doña Demetria Castel de Ollero, cantó con magnífica voz y exquisito gusto «Soliloquio» de Puccini «Despedida a la Virgen» de Varela Silvazi.

Los coros parroquiales interpretaron también otras composiciones religiosas.


Discurso de don Diego María Crehuet

Y ocupa la tribuna el ilustre cacereño, don Diego María y Crehuet del Amo, Fiscal del Tribunal Supremo, quien tiene el encargo del obispo de Coria para despedir al Nuncio en nombre de la ciudad.

El señor Crehuet, más que un discurso hizo una conferencia magnífica sobre un tema apropiado para el acto. Buscó para ello, como dijo en sus palabras, un asunto que fuera al mismo tiempo que grato a Monseñor, especie de homenaje a su patria Italia.

El tema que escoge Crehuet, es el estudio del toque de Angelus y su influencia en la poesía italiana.

Toda la pieza oratoria fue un magnífico ensayo religioso literario sobre tan delicado tema, haciendo gala el orador de sus vastos conocimientos de literatura italiana, y de su espíritu de crítica atinada.

Hizo maravillosa descripción del toque de Angelus en las tres horas del día y demostró como los poetas llevaron aquella emotividad a sus composiciones, no solo Manzoni, en espíritu religioso y Dante en el realista, sino también el impío y sacrílego Carducci, que subyugado por la emotividad del momento del Angelus, se siente influenciado místicamente y hace su magnífica poesía «Ave María» en la que absorbe la concepción integral del tema poético.

Los períodos oratorios del Sr. Crehuet fueron calurosamente cerrados por ovaciones de admiración.

Terminó su discurso despidiendo al Nuncio en nombre del pueblo, y rogándole que cuando las sombras de la noche desciendan sobre los montes Albanos, invadiendo a Roma, y oiga el toque de Angelus en las dulces campanas de Santa María del Transtevere, se acuerde de que en un rinconcito de la tierra, en Extremadura, existe un pueblo, Cáceres, que le ha hecho objeto de su predilección, porque sabe que por intermediación de él llegarán al Padre Santo los fervores católicos de los cacereños. Cuando recuerde así a Cáceres, rece un Ave María por nosotros.

Monseñor Tedeschini profundamente conmovido felicita al señor Crehuet y retiene largo rato sus manos entre las suyas, mientras el auditorio aplaude largamente.

Terminóse la velada con unas palabras de Monseñor Tedeschini, quien dijo que manifestaría en el Vaticano las magníficas exaltaciones de fé encontradas en Cáceres, la grandeza de alma de este pueblo, que contrastan con la sencillez de costumbre. Será portavoz ante el Santo Padre de los edificantes ejemplos que ha admirado. En frase sentidísima dijo que él es de un pueblecito que también tiene una montaña y una virgencita en ella.

Siempre recordará la Virgen de nuestra Montaña y pide también que cuando los cacereños suban en romería al Santuario lo tengan presentes en sus oraciones, pues el camino para ir a Dios es la Virgen.

Las palabras de Monseñor Tedeschini fueron subrayadas con una larga ovación y vivas al Papa, a los que contestó el Nuncio saludando sonriente.

Espero que cada vez que paséis o miréis a la Montaña, contempléis a este fantástico Sagrado Corazón con otros ojos. Es una fantástica obra que se merece que se recuerde su historia, por eso os la he querido enseñar, Al Detalle. 

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