Ya hace años os mostraba el complejo molinar de la Generala, en el término municipal de Cáceres, y hoy nos asomaremos a éste en Arroyo de la Luz, junto al Puente de San Miguel, que también os mostré hace tiempo.
La escasez de agua en una parte de Extremadura, siempre ha sido un problema, tanto por la escasa precipitación como por un sustrato granítico generalizado, por eso, desde siempre, el hombre se las ha ingeniado para desarrollar estrategias que le permitiesen almacenar la mayor parte de este preciado líquido para su uso posterior. El ingenio de nuestros antepasados los llevó a desarrollar junto a la función de simple almacenamiento de agua, un sistema de generación de fuerza motriz usada en molinos que se acoplaban a las presas, además de otros aprovechamientos como pesqueras, lavaderos, abrevaderos… En todo el medievo la aplicación de esta ingeniería se fue ampliando y perfeccionado y la presa de la que trataremos hoy fue levantada en 1398, aunque lo que vemos en la actualidad se debe a una profunda reforma del año 1744.
Se trata de una presa de contrafuertes de 7 metros de altura, 142 metros de longitud y una capacidad de tan solo 0,1 hectómetros cúbicos, que son suministrados por el pequeño arroyo Tallón y que curiosamente nace junto a la ciudad de Cáceres que lo riega con aguas poco saludables y que termina desembocando en el río Casillas.
El complejo consta de dos molinos, el primero de ellos asociado al propio muro, existiendo autores como José Antonio García que aventuran que la construcción donde el molino forma cuerpo con el muro de la presa, nace en Extremadura y que desde aquí se extiende por el resto del mundo. Como en el caso de “La Generala” contemplamos en este molino dos características no demasiado comunes al resto de las construcciones repartidas por la región. La primera de ellas es quela conducción que conduce el cauce de agua hasta el rodete, lo recibe de un pozo vertical circular que llega hasta la coronación. Y en segundo lugar, presenta unos muros laterales que van desde aguas abajo hasta la coronación, lo que se pensaba en un principio que servía para que el molino no se inundara cuando la capacidad de evacuación de los aliviaderos no era suficiente, pero que cada vez, se considera un sistema de protección a la entrada a la zona de la molienda. Actualmente este molino se encuentra “engullido” por la vegetación y es de muy complicado acceso.
Junto a este molino encontramos, en muy buen estado de conservación, una corralá que sorprende por sus dimensiones y su ubicación.
De este primer molino parte un caz que llevaba el agua al segundo de ellos y que es mucho más sencillo de ver y visitar. Se encuentra junto a los Baños de la Gegosa (que ya os enseñé hace años) y a unos metros del puente de San Miguel, que también os he enseñado recientemente.
Este segundo molino es de planta rectangular de 7,5x5,8m de lado. Esta levantado con mampostería y cantería granítica en puertas y ventanas. En un molino de ruedas horizontales (no habitual en nuestra tierra) y con un único eje. Aún podemos ver algunas piedras de moler, tanto en el interior como en el exterior de la edificación que conserva aún el tejado a dos aguas, y que actualmente sirve de refugio para el ganado.
Pero en Cáceres Al Detalle siempre intentamos ir más allá y ponemos nuestra lupa en esos rasgos distintivos que suelen pasar desapercibidos. En este caso nos fijaremos en dos cruces en la propia puerta del molino, una tumularia a su izquierda en el muro exterior aprovechando un gran fragmento de granito de la mampostería, y a una Cruz Patriarcal grabada en la jamba de la puerta de acceso a la zona de molienda, donde observamos una gran línea vertical en la que se distinguen dos horizontales, es decir, aparece una cruz de doble travesaño, o como decía, una cruz patriarcal.
Grandes estudiosos (la mayoría franceses) nos hablan de las supersticiones y el mundo mágico que rodeaba al oficio de moler el grano, y que en ocasiones quedaba plasmado en las propias construcciones. Llegar al molino, que hubiera suficiente agua o que “el mal no entrase en la muela” era las preocupaciones constantes que, junto con asegurar la molienda suficiente para sobrevivir y pagar los impuestos, formaban parte del día a día de este duro oficio.
La Cruz Patriarcal llega a España en el siglo IX y a la que pronto se le dio propiedades mágicas y protectoras. El caso más conocido es el de la de Caravaca. Estos símbolos siempre iban acompañados por oraciones que aumentaban “el poder” de la propia cruz. Por lo tanto, podemos afirmar que tenía una función de “espantabrujas” y propiciatoria de una buena maquila.
Estamos frente a un ejemplo de arquitectura medieval (aunque modificada en el siglo XVIII) que ayudaba a nuestros antepasados a abastecerse de agua y les permitía la molienda del grano. Además, en ellos dejaron la huella de sus creencias, de su cosmovisión y supersticiones y nos dejaron un legado que descansa entre zarzas que creo que debe ser valorado y recordado, por eso os he querido enseñar este complejo molinar de presa de El Cancho de Arroyo de la Luz, Al Detalle.
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