Continúo con mi manía de mostrar los restos de arquitectura vernácula que resisten, como pueden, en los alrededores de la ciudad. Su humildad constructiva o funcional, o su mal estado actual, no le quitan un ápice de interés, al menos para la mirada de Cáceres Al Detalle.
Si paseamos por el camino de Santa Olalla, llegando a La Aldihuela, junto a unas balsas, al oeste de la casa, podemos ver los restos famélicos de estas zahúrdas. Y seguro que muchos se estarán preguntando a estas alturas por qué acabo de hablar de la casa de la ALDIHUELA, y en el título de la entrada dice ALDEHUELA… pues es muy sencillo: casi todo el mundo, y en la bibliografía, se conoce a esta zona como ALDIHUELA, pero cuando hice la búsqueda de la finca en el Registro Catastral aparece con E y no con I, por eso usaré ambas formas de manera indistinta.
Hecha esta aclaración seguimos con los restos protagonistas a pesar del mal estado de conservación, ya que no vemos ninguno de los tramos cerrados, porque ya los cubículos para los cerdos se han caído y solo resiste la estructura como un dibujo esquemático de aristas. Solo resisten algunas de las “entraditas” a dichos cubículos con sus humildes dinteles de la roca de la zona. Poco más podemos ver de este refugio que debe de tener varios siglos de antigüedad, como parecen atestiguar los restos que aún vemos y la documentación. El primer registro documental sobre edificaciones en la zona (todas ellas desaparecidas) son del siglo XVI, pero no es hasta el Catastro de la Ensenada, ya en el XVIII, cuando encontramos más detalles. Se explica que, en parte de este heredamiento, propiedad de Tomás Pulido, existía una casa de dos plantas con granero, pajares y caballerizas de 15x15 varas y UNAS ZAHÚRDAS de cerdos. Pero si seguimos leyendo dice que otra parte pertenecía a Matías Jacinto Marín con una casa de dos pisos con cuadras, graneros, pajares y corral de 30x15 varas más una CORRALADA de cerdos.
Los expertos nos dicen que la casa que
ahora vemos no es ninguna de esas y que ésta debió de construirse en el siglo
XIX. Podemos pesar que, seguro que algunas de las estancias de uso agropecuario
o las propias zahúrdas pudieran conservarse, por lo tanto, podría ser que los
restos que hoy visitamos existieran ya en el XVIII y sean una de las
construcciones mencionadas en el Catastro de la Ensenada, pero desgraciadamente
eso no creo que podamos saberlo nunca. Mientras tanto aprovechemos para pasear
por la zona, conocer esta casa y descubrir la arquitectura vernácula de los alrededores
de Cáceres, Al Detalle.
BIOBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Arquitectura residencial en las dehesas de la tierra de Cáceres. Antonio Navareño Mateos
Comentarios
Publicar un comentario