Voy a
comenzar una serie de entradas dedicadas a los arcos con hornacinas que se
encuentran en la ciudad monumental y a las hornacinas sin arco que también existen,
porque nunca se acompañaron de uno, o porque este fue derribado.
Y no podría comenzar por otro lugar que no fuera la Puerta del Río, del Concejo
o el Arco del Cristo, la única entrada a la Norba Caeserina romana que aún se
conserva. La fundación de la colonia debió de ocurrir en el siglo I a.c. aunque
no existe unanimidad a la hora de fijar una fecha. Algunos autores la datan en
el año 34-35 antes de nuestra era a manos de Cayo Norbano Flaco, mientras que
otros lo hacen en el 25 a.c. por Lucio Cornelio Balbo.
Fue construida utilizando sillares graníticos que se colocaban a soga y a tizón, es decir, colocados a lo largo y a lo ancho. La organización urbanística adoptó un sistema de trazado hipodámico: se construyeron cuatro entradas principales, una para cada lado: al norte, el arco de Coria o del Socorro, al sur la puerta de Mérida, que pudo haber sido la principal por estar dirigida hacia la capital Emérita Augusta, al Este el arco del Cristo o puerta del Río, y al Oeste, entre las torres de Hierba y del Horno, se situaba otra entrada de la que no conocemos su nombre donde se encontró la piedra fundacional de Norba Caesarina. Aunque quedan pocos restos de esta muralla romana, podemos observar cómo fue construida acercándonos a las proximidades de la desaparecida puerta de Coria donde se encuentran los restos de la muralla romana y observando, como vamos a hacer en esta entrada, al Arco del Cristo.
Fue construida utilizando sillares graníticos que se colocaban a soga y a tizón, es decir, colocados a lo largo y a lo ancho. La organización urbanística adoptó un sistema de trazado hipodámico: se construyeron cuatro entradas principales, una para cada lado: al norte, el arco de Coria o del Socorro, al sur la puerta de Mérida, que pudo haber sido la principal por estar dirigida hacia la capital Emérita Augusta, al Este el arco del Cristo o puerta del Río, y al Oeste, entre las torres de Hierba y del Horno, se situaba otra entrada de la que no conocemos su nombre donde se encontró la piedra fundacional de Norba Caesarina. Aunque quedan pocos restos de esta muralla romana, podemos observar cómo fue construida acercándonos a las proximidades de la desaparecida puerta de Coria donde se encuentran los restos de la muralla romana y observando, como vamos a hacer en esta entrada, al Arco del Cristo.
Esta arco supone un acceso de tipo directo con un profundo corredor cubierto por
bóveda de medio cañón en cuyos frentes se remata con arcos de medio punto
apoyados en simples mochetas. Debido al desnivel existente el arranque de los
arcos se realiza a distinta altura. Está realizado con sillares graníticos de
unos 50 cm. El intradós es el segmento que mejor conserva el trazado original,
con unos 6,5m de recorrido y unos 3,5m de anchura, algo menor en la parte
exterior al verse retranqueado para facilitar el sistema de puertas que
cerraban el acceso y del que aún se conservan perfectamente visibles, los puntos
de anclaje. También debió de existir en algún momento algún tipo de reja de la
que se ven todavía los puntos de inserción en la piedra.
Estas
medidas permiten hacerse una idea del grosor aproximado de la muralla original,
al menos en este flanco. Los sillares fueron dispuestos a hueso en los paramentos,
aunque puedan apreciarse rellenos en algunas juntas que han sido añadidos
recientemente. Las claves de ambos arcos se sitúan a unos 4 metros de altura,
aunque se sabe que esta altura debió ser mayor porque el pavimento en aquella
época se situaba por debajo del nivel actual.
En la cara
interior se encuentra prácticamente tapado el arco por una vivienda construida
encima y que sólo deja ver algunas
dovelas y la jamba derecha, ya que la del lado izquierdo se encuentra tapada por otra edificación. La cara exterior sí deja ver gran parte del lienzo
frontal, realizado íntegramente por sillares pero que posiblemente se deba a la
reconstrucción llevada a cabo en época almohade, al igual que el cubo defensivo
que se dispone en un ángulo de 45 grados que debió agregarse también en esa
época. Se cree que existiría otro similar al otro lado pero que se perdió.
El cuadro
que podemos ver se añadió a finales del siglo XVIII, aunque no es descabellado
pensar que existiría anteriormente alguna otra imagen religiosa como era
costumbre en el medievo para ofrecer protección divina en la entrada y la
salida de la villa. Y aunque parezca mentira no he podido encontrar ninguna información
sobre el lienzo, aunque prometo seguir intentándolo.
Hoy hemos mirado al pasado desde una de las zonas conservadas más antiguas de ciudad, testigo mudo del paso de los siglos, de las modas, de las guerras y de la paz. Cómplice bajo la lluvia de las aguadoras que lo transitaban en un incesante ir y venir a la Fuente del Concejo con los cántaros en la cabeza y la cintura. Observador de la entrada de la Vía de la Plata primero, y del camino de Santiago después. En definitiva, un fragmento importante de nuestra historia al que hoy hemos querido mirar AL DETALLE.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Aproximación a la muralla tardoantigua de Cáceres. Carlos Marín Hernández
La muralla almohade de Cáceres: aspectos constructivos, formales y funcionales. Samuel Márquez Bueno. Pedro Gurriarán Daza
http://caminosdecultura.blogspot.com.es/
¡Hola Rubén! Como siempre, muy buena entrada, y muy buena idea la de mostrarnos los arcos con hornacinas, y las hornacinas sin arco. Si hay algo que abunda en Cáceres, ciertamente son esas hoquedades destinadas a albergar imágenes religiosas, que se muestran como pequeñas obras de arte repletas de ricos detalles que nos hablan del pasado y de la ciudad. Muchas gracias por haber tomado mi entrada sobre la muralla romana de Cáceres como uno de los puntos de referencia. Te comentaré que sobre el lienzo del Cristo crucificado, con la que pudiera ser Santa María Magdalena, o alguna otra mujer piadosa, a sus pies, tampoco he logrado encontrar más información. Sí te diré, ya que te gustan los detalles, que se conserva la pequeña carrucha o polea de la que colgaba un farol que antaño iluminaba el lienzo, atada la cuerda del mismo a una clavija, pasando por una especie de argolla, que, según creo, todavía permanecen clavadas en el muro de la vivienda lateral enclavada a la izquierda del arco. En algunas fotografías y postales antiguas puede verse el farol en uso y el sistema creado para sostenerlo y poder subir y bajarlo a la hora de restituir la vela o rellenar el aceite con que se daría uso al mismo.
ResponderEliminarAprovecho también para comentarte que sobre este Cristo, y su farol, existe una leyenda, narrada por Jesús Sierra Bolaños en su blog Norba Caesarina. Te dejo el enlace del mismo. No deja de ser una leyenda, pero si está basada en la realidad, se confirmaría que sobre el arco ya existiese una imagen de Cristo a finales del medievo, tal y como tú suponías. ¡Un abrazo!
http://norbacaesarina.blogspot.com.es/2012/11/la-leyenda-de-la-luz-del-arco-del-cristo.html
De este arco siempre me ha llamado la atención que aún se conserven los huecos de la puerta en los muros de ambos lados, es decir, el hueco necesario para que las hojas de la puerta abierta se encajaran en el muro y no entorpecieran el acceso de los carruajes, de tal manera que es posible averiguar por ello el grosor que tendrían dichas puertas.
ResponderEliminarTambién he oído alguna teoría (sólo eso: teoría) que dice que esta puerta era un realidad la entrada, en recodo, al modo musulmán que hacían recodo siempre hacia la izquierda para dejar la derecha de los asaltantes, desprotegida, por llevar los escudos a la izquierda, a merced de los arqueros, de la alcazaba almohade, por tanto que habría un muro en la parte de dentro que cerraría el paso hacia la Cuesta del Marqués de tal manera que formaría un pasadizo que iría necesariamente por la cuesta de la izquierda hasta el final de la misma donde habría otra puerta también en recodo. Suena verosímil ya que formaría una protección casi impenetrable, pero claro, no hay muchas pruebas que lo avalen.