A veces un descuido puede ser afortunado, la dejadez una
suerte o una escondida intención, una bendición. No sabemos si estos tres
grandes Detalles de los que os voy a hablar hoy, han sobrevivido por un
descuido, por dejadez o de manera intencionada. Sea como sea, estas tres
supervivientes nos siguen observando, medio escondidas entre la maleza,
mientras subimos o bajamos por el paseo de Cánovas en el novenario de la
Virgen, nos compramos alguna pulsera en el Womad o cuando ojeamos curiosos en
la feria del libro.
Vamos a fijarnos, Al Detalle, en tres viejas farolas
olvidadas y que evidentemente no funcionan: una en el comienzo de la arboleda
junto a la escultura a Gabriel y Galán, la otra un poco más abajo según nos
vamos acercando al bombo y la tercera frente a la fuente luminosa. No son las
primeras que se instalaron con la llegada de la luz eléctrica cuando se
inauguró el alumbrado público en este paseo en 1898, como se refleja en el
expediente de alumbrado público (contrato a favor de eléctrica de Cáceres,
S.A.) y la escritura de arrendamiento del servicio del alumbrado público junto
el expediente de subasta de las obras para instalar alumbrado en Cánovas
(Archivo Municipal: ES. 10037.AHMCC 20/42 EXPEDIENTE 1). Según el cronista de
la ciudad, Fernando Jiménez Berrocal, éstas debieron de instalarse de manera
más o menos simultánea a la inauguración de la escultura de Gabriel y Galán en
1926, en una de las acometidas para embellecer este paseo que se inauguró en el
año 1895 con el nombre de AFUERAS DE SAN ANTÓN, para unir la ciudad con la estación
de ferrocarril que se situaba donde ahora está el barrio de los Fratres. Poco
después, y tras la muerte del presidente Cánovas del Castillo (asesinado el 8
de agosto de 1897, en el balneario de Santa Águeda, en el municipio guipuzcoano
de Mondragón, por el anarquista italiano Michele Angiolillo) toma el nombre que
ha conservado hasta ahora.
En los primeros años sólo existían el Hospital Provincial,
el antiguo edificio de las Hermanitas de los Pobres y el Parador del Carmen,
aunque poco a poco se fue poblando de chalés y edificios muy interesantes de
los que se conservan algunos y otros que desaparecieron como el de la Chicuela.
En 1910 Luis de Armiñán adecuó el paseo con dos vías laterales y el parque
central, más o menos como lo conocemos ahora. La llamada entonces “gente bien”
paseaba por la acera de las Hermanitas de los Pobres, para no mezclarse con el
pueblo, por lo que la gente dio en llamar a aquello: “acera de los cursis”, y
no estaba bien visto pasarse de un paseo a otro. Poco a poco se convirtió en el
centro popular de la ciudad y centro de su vida diaria.
De la imagen de un parque de tierra de los años 20 sólo nos
quedan estas tres farolas que siguen soportando el paso de los años y ven el
deterioro de este espacio, el abandono cobarde de unos dirigentes que lo
sobreexplotan y no lo miman, y que cuando alguien se atreva a hacerlo, espero
que no elimine para siempre a estos tres testigos de hierro fundido de la
Fundición Juan Miró de Sevilla, que a pesar del óxido siguen siendo una
verdadera belleza.
Aprovechando que estamos poniendo la lupa en Cánovas, y por
extensión, en la zona de Calvo Sotelo, os quería mostrar otro Detalle curioso.
Ahora vemos cómo se ha salvado el desnivel con el Hospital con un muro, unas
escaleras y unas preciosas rejas. Esta disposición es fruto de una reforma que
varió el diseño anterior que podemos ver en la siguiente foto:
Al realizar las obras, muchas de esas rejas y las columnas
de granito ya no servían y se reutilizaron en otros lugares, como por ejemplo
frente a la Plaza de Toros, donde las habremos visto cientos de veces y que no
hemos relacionado con las del Paseo de Cánovas.
Hoy sólo os quería mostrar estos Detalles para conocer un
poco mejor el pasado de nuestra ciudad.
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