He de confesar que esta colaboración en las IV Jornadas Góticas de Cáceres me deja con un sabor claramente agridulce. Siempre es un honor que te inviten a participar en una mesa redonda junto con un amigo (en este caso el historiador Antonio Rodríguez) para tratar temas que te apasionan y a los que dedicas mucho de tu escaso tiempo. Esa emoción primera deriva en un sentimiento de responsabilidad que se inunda de inseguridad y que te lleva a prepararte los temas que te han asignado, casi con obsesión. En este caso me encomendaron hablar de uno de mis lugares preferidos: la ermita de San Jorge, y además de las casas del miedo de Valdeflores, la de Sierra de Fuentes y como remate a todo esto, de la enigmática ermita del Santo Cristo de Talaván.
En los días previos recopilé material audiovisual y documentación actualizada de estos enclaves para así poder ofrecerle a la gente que amablemente se acercó al palacio de la Isla, un contenido de la mejor calidad posible, riguroso y puesto al día. Desgraciadamente los medios técnicos que nos facilitaron no acompañaron, y los vídeos preparados, así como muchas de las fotos, no pudieron verse, quedando, como decía al principio, una sensación agridulce de todo esto. Es importante destacar que esta colaboración la hice de forma absolutamente desinteresada, con la única finalidad de difundir un trabajo previo que, como decía, quedó totalmente deslucido y desdibujado por las dificultades que nos encontramos. Afortunadamente la atención y el cariño del público suplieron con creces estos contratiempos y al final la noche acabó con un balance satisfactorio.
Durante mi intervención sobre la ermita de San Jorge, en la que puse en cuestión no solo el nombre, sino la propia función de ermita, recalqué el grave peligro en el que se encontraba, agravada por las altas temperaturas alcanzadas en el incendio que sufrió hace dos veranos, sin saber que unas horas antes ya una parte, la que denominamos como antecapilla, ya se había derrumbado. Al día siguiente fui el primero en publicar la foto de este desastre y en anunciar la desgracia. Esa tarde me la pasé atendiendo a distintos medios de comunicación que se hicieron eco de la noticia, algunos nombraron a este blog y otros no.
Por todo esto la sensación que me queda de esta participación tiene sombras y luces, aunque quisiera agradecer una y mil veces a Norbanova y Letras Cascabeleras, y mil veces más aún a Antonio Rodríguez, que confiaran en este curioso aficionado para participar de esta mesa redonda en la que pude conocer a muchos de a los que solo había saludado en las redes sociales. Siempre que se necesite dar a conocer la riqueza artística y patrimonial de esta ciudad estaré encantado de participar, aunque la próxima vez me llevaré mi propio ordenador...
P.D. Muchas gracias a Fernando Montes por las fotografía de la mesa redonda.
Tuve el placer de asistir a tu charla (y de Antonio) en el Palacio de la Isla, y pese a los problemas técnicos que reseñas, que es evidente que deslucieron el acto, disfruté enormemente, enhorabuena.
ResponderEliminarEn cuanto al derrumbe de parte de la Ermita de San Jorge... bueno, era un desastre anunciado por la dejadez de las Admistraciones, que conocían el angustioso estado de la edificación desde hace décadas. Pero no por anunciado hace que sea menor la inmensa tristeza que nos embarga a todos los que amamos aquel enclave.
Y lo siguiente en derrumbarse va a ser el Torreón de los Mogollones. Al tiempo. Qué pena de país.
Muchas gracias por acompañarnos¡¡ A pesar de esos problemas técnicos, disfrutamos mucho contando estas cosas de nuestro Cáceres y sus alrededores. Un saludo y muchas gracias¡¡¡¡
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