Hoy nos alejaremos un poco de la ciudad de Cáceres para
recorrer la pequeña localidad de Benquerencia, perteneciente a la comarca de
Montánchez y a unos 35 Km. de la capital. Cuenta actualmente con
unos 60 vecinos y guarda entre sus calles mucha más riqueza histórica y
patrimonial de lo que en principio podríamos suponer.
Una de los mejores regalos que te trae hacer un blog como
este, es conocer a otros curiosos y amantes de la historia y los pequeños
detalles. Uno de esos estudiosos es Marcelino Moreno, cronista, de entre otros
sitios, de Benquerencia. Así es que una mañana de mayo de 2019 Jesús López
(autor del blog Extremos del Duero), Marcelino y yo, nos fuimos a pasear por
Benquerencia.
Para acercarnos a la historia de este pueblo debemos
remontarnos, al menos, a la época romana. De aquel tiempo se conserva un puente
y diversas estelas funerarias y un gran peso de una prensa olearia que
actualmente puede verse en las traseras de la Iglesia de San Pedro.
Después de tomar un rico café comenzamos nuestro paseo y
llegamos a la calle Almagro donde un epígrafe romano hace la función de dintel en la
puerta del patio de una casa, se trata de una lápida con epitafio a la memoria de Quinto Calpurnio Clementio.
Según el registro de Hispania Epigraphica se puede leer:
D(is) M(anibus) s(acrum) / Q(uintus) · Calpurn/ius
Clem/entinus / an(norum) · LXX·V · Iu/lia Vitula / socero · p(io) / f(aciendum)
· c(uravit) · h(ic) · s(itus) · e(st) · s(it) · t(ibi) · t(erra) · l(evis)
Cuya traducción sería algo como:
Consagrado a los Dioses Manes. Quinto Calpurnio Clementio,
de 75 años aquí yace, séate la tierra leve. Julia Vitulia procuró hacer el
monumento a su querido suegro.
Es una estela de granito recortada por arriba y adornada con
tetrafolia inscrita en doble círculo, con letras cuadradas con influencias de
libraría e interpunción redonda.
Durante esta época Benquerencia estaba en el ámbito de influencia de Norba Caesarina
y debió de ser uno de los asentamientos rurales de una zona altamente romanizada. De época visigoda e
islámica no queda nada reseñable, aunque se sabe que, tras la ocupación en el
713, Benquerencia pasó a depender del Reino Taifa de Badajoz y quedó bajo las
órdenes del Gobernador de Mérida, al igual que el resto de la comarca.
La reconquista llega en 1230 y Benquerencia pasa a
pertenecer a la Villa y Tierra de Montanchéz, quedando bajo dominio de la Orden de
Santiago, a su provincia de León, en la encomienda de Montánchez y dependiente
de la Diócesis de San Marcos de León (con sede en Llerena). La influencia de esta orden se ve
reflejada en los símbolos y escudos en los que aparecen la característica cruz
de Santiago y el típico león.
Tras un paseo por las calles, en el que Marcelino no paraba
de saludar a propios y extraños, nos encaminó para ir a ver su particular
“Capilla Sixtina”, la ermita del Cristo del Amparo, conocida por sus famosas
pinturas al fresco. Según nos íbamos acercando a ella la inquietud se
acrecentaba porque por fuera presenta un aspecto moderno y “excesivamente”
restaurado. Es una ermita exenta lucida con los característicos esgrafiados de
la zona y presidida por un pequeño pórtico abierto en tres de sus lados por
arcos. En lo alto destaca una bonita espadaña de estilo barroco. Por la
construcción y la disposición de los distintos elementos este pórtico parece un
añadido a la ermita primitiva.
Una vecina, la encargada de abrirnos la ermita, nos recibe
con muchas prisas, pero con una amabilidad y sonrisa de esas que te hacen
sentir como en casa y cuando atravesamos la reja que cierra uno de los arcos
del pórtico, me llama la atención inmediatamente un escudo sobre la puerta de
acceso a la ermita. Es un gran escudo de granito con sospechosos restos
amarillentos, que sin lugar a dudas perteneció al Santo Oficio.
Estado de la ermita antes de la restauración. Foto cortesía de Marcelino Moreno
En el centro, emergiendo sobre un globo terrestre, la Cruz
Patriarcal (con dos travesaños), aludiendo al triunfo de la religión sobre el
mundo. A la derecha un brazo que sostiene una espada, símbolo de la lucha
contra el pecado y la herejía. A la izquierda una rama de olivo que hace
referencia a la victoria y recompensa que Dios da a sus hijos piadosos. El
escudo lo remata un carpelo con borlas, seis a cada lado dispuestas en orden de
1,2 y 3. Y aunque la simbología eclesiástica no se fijó hasta hace
relativamente poco, este tipo de escudo podría haber pertenecido a un
Protonotario Apostólico (si hubiera tenido un color rojo) o a un Prelado de
Honor (si el color hubiera sido rosa). Lo que sí tenemos clara es la presencia
de la Inquisición en la localidad porque se conserva otro de sus escudos en lo
que es ahora una casa rural.
Vamos a recorrer poco a poco el discurso iconográfico de la
ermita, que como decía, está dedicado a la Pasión de Cristo:
Sobre la puerta, a la izquierda la escena en la que Jesús
lava los pies los discípulos y la derecha la última cena. Si avanzamos por la
bóveda de cañón contemplamos la escena de Pentecostés con Jesús resucitado y un
Ecce Homo, la presentación por parte de Pilatos de Jesús al pueblo antes de su
ejecución. La muerte del hombre y la resurrección de la divinidad de un solo
vistazo.
En el lado del Evangelio podemos contemplar las escenas de
la Flagelación y el momento en que los soldados colocan a Jesús la corona de
espinas. Después dos estaciones del viacrucis representadas en la misma escena:
La Verónica limpia el rosto de Jesús de sudor y sangre, quedando su faz marcada en el paño utilizado; y el pasaje
en el que un centurión obligó a un tal Simón de Cirene, que venía del campo y
pasaba por allí, a que tomara la cruz sobre sus hombros y la llevara detrás de
Jesús. A modo anecdótico decir que el episodio protagonizado por la Verónica no
aparece en los evangelios canónicos, aunque sí en el evangelio apócrifo de
Nicodemo. En cambio, el relato del cireneo está presente en Mateo 27:32, Marcos
15:21 y Lucas 23:26. Debajo de esta estampa podemos contemplar a un enorme San
Juan el Bautista en el momento del bautismo de Jesús.
En el lado de la Epístola, si comenzamos desde la puerta, en
la mitad superior empezamos por la Oración en el Huerto seguida del Beso de
Judas para acabar este tramo superior en el camino al Gólgota. Debajo tras el
descendimiento del cuerpo, las mujeres que acompañaron a Jesús, su madre, la
hermana de su madre y María Magdalena lloran la muerte de Jesús. Pero además de
las “tres marías”, portando los clavos y la corona de espinas, símbolos de la
Pasión, vemos a Juan, a quien el propio Jesús le entregó a su madre con la
famosa frase de "He ahí a tu Madre" (Jn 19, 26-27).
Y finalmente, junto a la puerta el Rey David y un profeta; y
en el presbiterio, en la bóveda vemos a un Dios Padre, un Dios Creador y en las
pechinas ángeles que portan elementos característicos de la Pasión.
Y aunque lo que llama más la atención son las pinturas, yo
quisiera destacar un elemento de una belleza y riqueza reseñable como es la
cúpula de media naranja y sus típicas yeserías barrocas y que aquí se presentan
en un buen estado de conservación a pesar de los repintes. Y es curiosa,
además, la disposición del presbiterio con una pequeña girola, algo no
demasiado común en ermitas de este tamaño ni en otras ermitas de la zona.
En el altar vemos un Cristo Crucificado junto a los dos ladrones, del siglo XVII. Un poco más abajo una talla de vestir de la Soledad y una María Magdalena. A la izquierda San Antonio de Padua y a la derecha S. Diego de Alcalá. Y como en este blog nos gusta fijarnos en los Detalles, junto a este S. Diego se dejó una región sin “restaurar” en la última intervención y así nos podemos hacer una idea de la verdadera naturaleza de las pinturas que atesoraba la ermita antiguamente. En la pequeña girola se amontonan, a modo de trastero, elementos usados en la liturgia, en las procesiones… Destaca sobre todos aquellos elementos el sepulcro de madera policromada donde el Viernes Santo es sacado el Cristo del Amparo en procesión. Esa mañana es bajado y depositado en el sepulcro gracias a que tiene los brazos articulados y por la tarde procesiona haciendo el Vía Crucis hasta la Iglesia Parroquial de San Pedro.
Y, aunque os cueste creerlo, lo más impresionante de la
visita era comprobar la pasión y el cariño con el que Marcelino nos enseñaba
cada rincón de aquel pequeño templo y que creció, alcanzando su máximo, cuando
nos colocamos frente aun moderno folio impreso en un moderno marco sin
importancia. El objeto no era lo valioso, lo era la historia que hay detrás de
aquel “cuadrito” en el que podemos leer: “Milagro en Benquerencia”.
Este milagro en el que el Cristo del Amparo salvó la vida de un albañil, estaba recogido en un pequeño óleo sobre lienzo en el que, por estar en muy mal estado, alguien había escrito en el reverso lo siguiente:
Lienzo desaparecido sobre el Milagro de Benquerencia: Foto cortesía de Marcelino Moreno
Este milagro en el que el Cristo del Amparo salvó la vida de un albañil, estaba recogido en un pequeño óleo sobre lienzo en el que, por estar en muy mal estado, alguien había escrito en el reverso lo siguiente:
“Milagro efectuado por el Santísimo Cristo del Amparo y que
se narra:
Isidoro Martín Sereno, natural de Benquerencia de
Montánchez, estando encima de la capilla mayor de la iglesia quitando unos
ladrillos cayó al suelo, con dos ladrillos en las manos. Viendo su próxima
muerte, invocó a la protección del Santísimo Cristo del Amparo, e
inmediatamente quedó colgado un cuartón que estaba sobre el tejado, mas a poco
se hundió todo y quedó hasta la cintura de escombros, sin daño ni imperfección
alguna, todo debido a la fe con la que invocó a la protección del Santísimo
Cristo del Amparo. Acaeció este milagro el 4 de marzo de 1712”
Desgraciadamente este pequeño lienzo desapareció sobre los
años 90, pero afortunadamente, el amigo Marcelino conserva la imagen que me ha cedido y que veis mas arriba y pudo, además, transcribir este texto y preparar este cuadro para que el milagro del Cristo no
se olvide. Algo que nos recuerda que personas entusiastas, estudiosas,
concienzudas, grandes pero humildes como Marcelino, mantienen viva la
intrahistoria de pequeños lugares y luchan para que la memoria del pueblo
perdure.
Continuará…
En principio iba expresar mi grata sorpresa, pero no sería cierta la frase pues grata se queda corto como calificativo, me inclino más por SUBLIME. Y no es una sorpresa, sino la confirmación de la EXCELENCIA EN LOS CONTENIDOS DE LAS ENTRADAS EN EL BLOG. ¡Ah! para mi fue un día memorable. Gracias
ResponderEliminarGracias Marcelino¡¡ pronto repetimos y nos vamos a ver algunas cosas que tenemos pendientes¡ Un abrazo
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