Cáceres nunca deja de sorprender. Hace unos días el gran
artista Patxidifuso me preguntaba si conocía el bujío que se encuentra en la
Sierrilla, muy cerca del depósito y del que nunca había tenido noticia. Cuando
me puse a buscar por las imágenes de satélite comprobé que en línea recta está
a poco más de 1,5 Km de la Plaza Mayor y, evidentemente mucho más cerca de
barrios poblados de la ciudad.
Cáceres es esa ciudad que, con el complejo de capital de
provincia, ha querido dar la espalda a su pasado más vinculado al mundo rural e
ignora elementos que le recuerda de dónde viene de verdad. Así
fuentes tradicionales, bujíos, zahúrdas… sufren no solo el abandono , sino el
olvido de una población que quiere mirar al futuro ignorando su pasado. Me
sigue sorprendiendo que los elementos de la arquitectura vernácula de la ciudad, como los bujíos , no estén catalogados e inventariados, aunque estén, como ocurre
en este caso, en fincas privadas.
Ya he tratado en otras muchas entradas el origen de los
chozos o bujíos que nacieron, según muchos autores, de los pequeños muros de
piedra que los primeros hombres hacían para mantener hogueras encendidas y que construían alrededor
del fuego para mantenerlo vivo. Poco a poco los muros se fueron elevando hasta
convertirse en refugio y viviendo de los humanos. Este tipo de construcción de
piedra circular se ha mantenido hasta hace unas décadas para proteger al pastor
o al ganado de los fríos del invierno y del sol justiciero en medio del campo.
Bujío o chozos son muy parecidos a las corralás para los cochinos y se
construían también de la misma manera, con el método de la piedra seca
(declarada Patrimonio de la Humanidad) y con una falsa bóveda.
A mí me da mucha pena que despreciemos estos elementos
característicos de nuestra propia manera de sobrevivir y que guardan la riqueza
de conocimiento tradicional de nuestros antepasados. Me da envidia comprobar
como otros pueblos con menos complejos y más orgullosos de sus raíces, luchan
por mantener la arquitectura vernácula, como por ejemplo los hórreos de Galicia
o Asturias. Quizá nosotros deberíamos por empezar a catalogar a estos
supervivientes e inventariarlos como primer paso a protegerlos; yo simplemente
lanzo la idea y os enseño este precioso bujío que está a poco más de kilómetro
y medio de la Plaza Mayor.
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