Es curioso comprobar que una técnica tan arraigada en nuestra tierra y que parecía estar en vías de desaparición, está sabiendo adaptarse y brotar del interior de la gente que la está actualizando y adaptando a unos nuevos tiempos y una nuevas formas. El esgrafiado es una de las señas de identidad de la decoración de las fachadas de nuestros pueblos y que de una manera tan humilde y sencilla como bella y efectiva, es capaz de dotar de presencia y elegancia a cualquier casa que se precie.
La técnica es muy sencilla y se basa en aplicar dos capas distintas con colores distintos e ir picando la superior para que se vaya creando el dibujo o las formas que queramos en combinación con el color subyacente. Algo que parece más sencillo de lo que realmente es y que en Extremadura alcanzó gran popularidad. No olvidemos que pueblos como Valdefuentes fueron la cuna de importantes artistas del esgrafiado que trabajaron por toda la región.
En la calle Fuente Santa de Malpartida de Cáceres, en la entrada al pueblo desde el polígono industrial, por donde paso semanalmente en mis rutas en bici, el otro día me topé con estos simpáticos esgrafiados en en el muro de un chalé. Una romana, sandías, perros, agricultores arando la tierra, ranas (una de ellas electrocutada), avutardas, un carro, un burro, un conejo, una paloma y algunos árboles, crean los paisajes y la vida de los malpartideños en un gesto que vas más allá de los simpáticos que nos puedan parecer estos motivos, sino que nos habla de un sentimiento, de una tradición y de unas costumbres que se adaptan y no desaparecen y por el gran valor que presentan os los he querido enseñar, Al Detalle.
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