Hacía tiempo que tenía ganas de revisitar los molinos de Topete en el cacereño río Guadiloba. Ya os lo mostré en enero de 2015 y aquella vez era una helada mañana de invierno y mi visita fue muy breve y fui sin el drone, que ahora sí llevé para daros una visión, creo que hasta ahora nunca vista, de la zona.
Lo primero que sorprende es que las servidumbres de paso se hayan perdido y no existan caminos públicos, ni privados, para llegar a los molinos o que atraviesen el imponente puente. Sí quedan restos de anchísimas vías, ya bastante desdibujadas, diseñadas para el paso de los carros con las bestias para acarrear el grano y llevarse la harina para ser vendida y para poder salvar el río, un gran puente de pizarra en bastante mal estado. Ya en la ortofoto de 1946 (IDEEX) los caminos están casi perdidos, aunque el puente aparece con la plataforma completa.
El conjunto se encuentra, según registro catastral, en la finca Castillo, polígono 2, parcela 7, del Término Municipal de Cáceres. Del conjunto a mí se sorprende mucho más el puente que los molinos, porque éste no aparece mencionado en la bibliografía especializada y en mi opinión, sus 35 metros de largo y casi 5 de alto se merecerían, aunque fuese, una pequeña reseña porque, de verdad, aunque no es muy antiguo, es una verdadera preciosidad. Posee tres ojos con arcos de medio punto a la misma altura porque, siendo casi una excepción en la zona, es de planta y perfil rectos. Está construido en mampostería con las pizarras y grauvacas de la zona (alogrupo domo extremeño). La plataforma ha desaparecido casi por completo, así como los petriles. Parece que no tiene aliviaderos y conserva dos tajamares con sombreretes de cuarto de esfera. La zona más al norte del puente ha sufrido mucho más y está casi desaparecida, aunque aún puede verse cómo éste se unía a un camino muy empinado y el sistema de empedrado que los sustentaban.
Respecto a los molinos, se trata de un sistema de presa actualmente abierto, pero que tenía que hacer de la zona un lugar muy distinto al actual tomado por la vegetación, que tras muchas décadas de abandono, ha tapizado, con grandes chopos, la zona inundable. Conserva el muro con potentes contrafuertes y zonas de escalones para acceder a la zona de apertura del caudal de agua que estarían ubicadas en lo que ahora parecen unas vacías hornacinas por donde el agua caería en sus dos cubos en los que se ubicaría el sistema de molienda. También se conservan otros muros y divisiones que seguramente delimitaba alguna zona de pesquera.
Este lugar permanece casi en el olvido, ruina y abandono, porque desde finales del XIX las electroharineras desterraron a este sistema más tradicional y menos eficiente. La falta de memoria y el tiempo son crueles e implacables, afectando a estas infraestructuras que en su momento eran no solo funcionales, sino monumentales, y que hoy son solo un eco escondido en un precioso corte entre pizarras y por eso os lo he querido enseñar hoy, Al Detalle.
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