Con bastante acierto, entre los ciclistas se dice aquello de
"todos los caminos llevan a los Barruecos", porque en realidad, una
gran parte de las vías pecuarias que usamos los aficionados la bici llegaban a
esta preciosa zona de Malpartida de Cáceres y a sus lavaderos de lanas. Ya os
he enseñado el Lavadero de San Miguel, y todos conocemos el ubicado en el
actual museo Vostell. Además de estos edificios, las formaciones geológicas,
los petroglifos, pinturas rupestres, tumbas tardorromanas o sus cientos de
cigüeñas, este rincón nos guarda sorpresas que tienen que ver con su pasado más
reciente y la arquitectura vernácula.
Parece mentira que a estas alturas siga descubriendo
rincones de los Barruecos que hasta ahora habían permanecido ocultos para mí.
En esta ocasión os voy a mostrar una pequeña charca y un molino llamado
"Molino de Frasco Díez", que se ubica entre el Barrueco de arriba y
el de abajo, junto a los caminos más transitados, pero que por los caprichos de
la topografía queda oculto tras un pequeño cerro y tras unos imponentes
árboles, haciéndose así de rogar a la mirada curiosa de todos los que paseamos
o rodamos por allí.
¿Pero quién fue Frasco Díez? Su verdadero nombre era el de
Francisco Díez Morán, un industrial malpartideño de la segunda mitad del siglo
XIX. También fue durante algunos años concejal del pueblo y fue en esa
condición con la que obtuvo los permisos para crear esta charcha y su molino.
Pronto las voces en contra se alzaron por los modos en los que esto se había
producido y las tierras y el conjunto que había puesto en pie le fue
expropiado, saliendo a subasta en 1898. El molino fue reconstruido en 1902, como
puede leerse en la entrada, y se distingue perfectamente esta nueva
construcción por la diferencia de materiales que presenta. Lo más actual el
ladrillo y el resto en mampostería. Se encuentra en buen estado y cerrado para
evitar destrozos o accidentes. En las inmediaciones restos de edificios que ya
apenas asoman entre las zarzas y un sistema de canalización de agua que se
limita en la actualidad a conducir el sobrante de la charca en épocas de
lluvia. Ésta, algo sedienta aún, nos refleja el cielo y la belleza de este
rincón de los Barruecos. La calma, el ruido del viento entre los chopos y el
recuerdo de un pasado de trabajo duro, nos acompañan en este pequeño paseo que
hoy os invito a hacer.
¿Está junto a los chopos? Oculto tiene que estar, porque yo no lo he visto nunca... Esta semana voy en bici para allí, y me guiaré por los árboles, si es una buena referencia.
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