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Mostrando las entradas etiquetadas como Parte Antigua

ESCUDOS EN PELIGRO Y DOS CERDOS EN EL PALACIO DEL DUQUE DE ABRANTES

Hoy nos vamos a acercar al palacio de los Duques de Abrantes, situado en la Plazuela del Duque, o como se conoce en la ciudad, las cuatro esquinas. Hasta hace poco ha sido una residencia de estudiantes, aunque actualmente permanece cerrado. En otra entrada ya os hablé del escudo de su fachada principal dedicado a los linajes de Carvajal, Sande, Saavedra y Álvarez, poniendo la lupa en la policromía que se conserva en él. En otra entrada os hablé, Al Detalle, de la capilla del Lignum Crucis que se sitúa en su interior, pero hoy nos vamos a fijar en la fachada que da a la calle Sancti Spiritus, en la que además de un imponente matacán, vamos a encontrar unos curiosos escudos, aunque primero haremos un repaso del origen del palacio. El Palacio del Duque de Abrantes recibe este nombre en el siglo XVII cuando sus dueños reciben este ducado, pero su origen lo tenemos que buscar a finales del siglo XV, cuando se establece en la ciudad la familia Carvajal-Sande, teniendo e

CALLEJEANDO POR CÁCERES I

A raíz de la reciente publicación  de la entrada dedicada a las escuelas de Vicente Marrón, me propuse hacer una revisión del nombre de algunas calles para buscar su origen, o descubrir por qué algunas siguen   manteniendo una segunda denominación no oficial, pero que aún cala, sobre todo, en los más mayores de nuestra ciudad. Comencemos con calles que reciben el nombre de la persona que promovió su construcción: CALLES, BARRIOS QUE NO LO SON Y SUS PROMOTORES PLAZA MARRÓN . Vicente Marrón fue a finales del siglo XVIII y principio del XIX, lo que ahora se llama emprendedor. De origen cántabro, hizo una gran fortuna en Cáceres gracias a negocios de ganado, de construcción, así como de la administración de bienes ajenos.   Fue el promotor del barrio que se articula alrededor de la plaza que lleva su nombre. Si nos fijamos en el plano del Servicio Geográfico del Ejército del año 1813 ya aparece la anotación “Varrio de Marrón”, en el lugar que aún conserva esta denominación.

LA VIRGEN DE LA PAZ: UN CUADRO, UNA ERMITA, UNA REJA Y UN BUEN PARTO

Entre una escalinata y la más famosa torre de la ciudad, se ubica una pequeña ermita: La Ermita de la Paz. El origen de la devoción a esta Virgen la tenemos que buscar a comienzos del siglo XVIII, cuando el beato Lázaro Lasso se instala en la ciudad en la zona de los soportales de la plaza. Escandalizado observa cómo cada noche, en la zona que se conocía como el Portal Llano, se llevaban a cabo inmorales actos y pecados de todo tipo, suponemos que de carácter sexual. Para ahuyentar estas conductas solicita al consistorio del momento, colocar una imagen de su propiedad de la Virgen de la Paz que estaría siempre custodiada por dos faroles encendidos. Recibe el permiso para colocar el cuadro en 1712 y consigue su objetivo, esos actos impuros se trasladan de lugar y el Portal llano empieza a llenarse de devotos que cada vez son más y más, hasta que en 1720 se funda la Hermandad de la Virgen de la Paz. Pero claro, el lugar no resultaba demasiado cómodo para los rezos y menos para la

LÁMPARA DE CARBURO EN EL CALLEJÓN DE LOS HUESOS

Como una llama eterna dispuesta para velar por el alma de los difuntos que descansan en el Callejón de los Huesos, encontramos en un pequeño rincón, casi escondida, una vieja lámpara de carburo. Seguramente lleva años sin encenderse, pero su sola presencia eleva el misterio y encanto de esta pequeña calle tan misteriosa de la ciudad. Estos candiles producían una potente luz por la combustión del acetileno en una reacción exotérmina producida al unirse las piedras de carburo (concretamente su carbonato cálcico) con agua. La lámpara consta de dos compartimientos que se cargan con ambos reactivos (agua en el superior y carburo de calcio en el inferior). Un elemento de regulación (generalmente un grifo) permite aportar controladamente pequeñas cantidades de agua al carburo, produciéndose el gas acetileno que se quema en una boquilla que en este caso no está provista de un reflector parabólico. La lámpara de carburo o acetileno fue inventada por Enrique Alexandre
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