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Mostrando entradas de agosto, 2018

LÁMPARA DE CARBURO EN EL CALLEJÓN DE LOS HUESOS

Como una llama eterna dispuesta para velar por el alma de los difuntos que descansan en el Callejón de los Huesos, encontramos en un pequeño rincón, casi escondida, una vieja lámpara de carburo. Seguramente lleva años sin encenderse, pero su sola presencia eleva el misterio y encanto de esta pequeña calle tan misteriosa de la ciudad. Estos candiles producían una potente luz por la combustión del acetileno en una reacción exotérmina producida al unirse las piedras de carburo (concretamente su carbonato cálcico) con agua. La lámpara consta de dos compartimientos que se cargan con ambos reactivos (agua en el superior y carburo de calcio en el inferior). Un elemento de regulación (generalmente un grifo) permite aportar controladamente pequeñas cantidades de agua al carburo, produciéndose el gas acetileno que se quema en una boquilla que en este caso no está provista de un reflector parabólico. La lámpara de carburo o acetileno fue inventada por Enrique Alexandre

DOS CRUCES “DETENTE” EN LOS GOLFINES DE ABAJO

El uso de cruces en el ámbito doméstico está constatado desde comienzos del propio cristianismo, aunque se hace más popular a partir de los siglos XIV y XV. Y además de la lógica función religiosa, la cruz ha sido usada en las casas, caminos y plazas con un carácter mágico-protector. La cruz cuando comparece en determinados espacios de la casa como puertas, ventanas, chimenea, portones o postigos, funciona como un DETENTE contra la entrada del mal, entendido como el demonio, las brujas, las tormentas o cualquier otro fenómeno de la naturaleza perniciosa (putaciegas, rayos, granizo…) o, simplemente, lo desconocido. En una sociedad en la que la asistencia médica era nula y los avances técnicos inexistentes, se hacía necesaria la superstición como posible solución a eventuales problemas. El símbolo de la cruz se encuentra, por lo tanto, en aquellos espacios o partes del edificio por donde se pensaba que podría entrar el mal. Aunque desde mediados del siglo XIV encontr

POZO Y FUENTE SANTA EN MALPARTIDA DE CÁCERES

Hay lugares que por transitados pasan desapercibidos y que despreciamos por cotidianos. Tenemos la extraña costumbre de no apreciar la belleza de lo que nos es común y admirar lo exótico. Vivimos inmersos en una sociedad que premia la sorpresa, lo inesperado y que no se para a asimilar y saborear lo habitual, lo cercano, lo familiar. Cientos de veces habré pasado por este pozo y esta fuente en Malpartida de Cáceres, porque se sitúan en la vía pecuaria que la conecta con Cáceres. Uno de esos caminos de "primero de ciclista" que nos abre, además, la entrada a otras interesantes rutas. Justo en la entrada de Malpartida desde el polígono industrial, encontramos este enorme pozo que tiene casi 4 metros de diámetro y una profundidad de unos 9 metros. Actualmente se encuentra cerrado por unas rejas para evitar posibles accidentes. Y si nos fijamos en este imponente brocal de granito podemos leer sin problema "Alejandro Moreno. Año de 190

TUERO 2018. ALDEA DEL CANO

Hay quienes pensarán que ya no tiene sentido, otros que es una salvajada. Los más urbanitas pensarán que es un arcaicismo bárbaro típico de gentes atrasadas y de pueblo. Pero es mucho más, es algo poderoso  que conecta a la gente con su pasado, con la tierra. En la localidad de Aldea del Cano, en Cáceres, desde hace varios cientos de años se celebra una fiesta, un ritual de iniciación de paso a la edad adulta y de dominio de la naturaleza, que seguramente provenga de ritos de los pueblos prerromanos que sobrevivieron a las orillas del Salor y el Ayuela.  Demostrar que dominas la naturaleza y que has dejado de ser un niño se vinculó tiempo después al servicio militar, quedando ya para siempre esta expresión de fuerza unida irremediablemente a los quintos, y en estos tiempos, también a las quintas.  El Tuero permanecerá presidiendo la plaza de Aldea del Cano hasta el 24 de diciembre, en el que, uniéndose con los ritos mitraicos del "So

AGOSTO 2018. LA PIEZA DEL MES EN EL MUSEO DE CÁCERES

En las décadas iniciales del siglo XX, el parto los cuidados del recién nacido estaba acompañados en Extremadura, como el resto de España, por unas arraigadas costumbres que poco a poco han ido cambiando merced a los avances experimentados en materia de higiene y conocimientos médicos. Generalmente, el alumbramiento era asistido por comadronas o parteras sin titulación, pero con mucha práctica y uno de los principales temores por la salud del neonato radicaba en el mal de ojo, que se intentaba prevenir y curar con tratamientos supersticiosos y el uso de amuletos. Después de lavar bien el cuerpo del recién nacido, a menudo con aguardiente, se le vestía con pañales y en algunos lugares aún se envolvía todo su cuerpo con una faja apretada para que se le enderezasen los huesos cómo consta que se hacía desde siglos atrás. En poblaciones como Madroñera el cordón umbilical era eliminado siguiendo un estricto ritual, primero se cortaba con unas pinzas muy limpias para después
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