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LA VIRGEN DE LA PAZ: UN CUADRO, UNA ERMITA, UNA REJA Y UN BUEN PARTO

Entre una escalinata y la más famosa torre de la ciudad, se ubica una pequeña ermita: La Ermita de la Paz. El origen de la devoción a esta Virgen la tenemos que buscar a comienzos del siglo XVIII, cuando el beato Lázaro Lasso se instala en la ciudad en la zona de los soportales de la plaza. Escandalizado observa cómo cada noche, en la zona que se conocía como el Portal Llano, se llevaban a cabo inmorales actos y pecados de todo tipo, suponemos que de carácter sexual. Para ahuyentar estas conductas solicita al consistorio del momento, colocar una imagen de su propiedad de la Virgen de la Paz que estaría siempre custodiada por dos faroles encendidos. Recibe el permiso para colocar el cuadro en 1712 y consigue su objetivo, esos actos impuros se trasladan de lugar y el Portal llano empieza a llenarse de devotos que cada vez son más y más, hasta que en 1720 se funda la Hermandad de la Virgen de la Paz. Pero claro, el lugar no resultaba demasiado cómodo para los rezos y menos para la

LA FIRMA DEL ARTISTA II

El pasado 31 de julio os mostraba la marca de un "artista" en  al número 25 de la Calle General Margallo, donde además de la firma y la fecha, plasmó varias herramientas: un pico, una paletilla y una paleta de madera. ( pincha aquí para verlo ). Pues si nos vamos a la calle Tenerías, podemos ver una firma con ciertas similitudes y algunas diferencias. En lo alto, justo pegando con el tejado se vuelve a representar la paleta de madera, prácticamente idéntica a la otra. Dentro de su área las siglas RM, LM, y debajo una fecha, 1954. Como podemos observar el tipo de letra no es el mismo y las iniciales, en principio, tampoco. No sabemos si estas marcas fueron o no, realizadas por la misma persona o cuadrilla, pero lo que sí sabemos es que nos han dejado un curioso recuerdo que hoy os he querido mostrar, Al Detalle. P.D. Conocí la existencia de este detalle a través de las publicaciones clónicas de Cáceres en la Historia, Catovi, Cacereñeando... (Yo

LÁMPARA DE CARBURO EN EL CALLEJÓN DE LOS HUESOS

Como una llama eterna dispuesta para velar por el alma de los difuntos que descansan en el Callejón de los Huesos, encontramos en un pequeño rincón, casi escondida, una vieja lámpara de carburo. Seguramente lleva años sin encenderse, pero su sola presencia eleva el misterio y encanto de esta pequeña calle tan misteriosa de la ciudad. Estos candiles producían una potente luz por la combustión del acetileno en una reacción exotérmina producida al unirse las piedras de carburo (concretamente su carbonato cálcico) con agua. La lámpara consta de dos compartimientos que se cargan con ambos reactivos (agua en el superior y carburo de calcio en el inferior). Un elemento de regulación (generalmente un grifo) permite aportar controladamente pequeñas cantidades de agua al carburo, produciéndose el gas acetileno que se quema en una boquilla que en este caso no está provista de un reflector parabólico. La lámpara de carburo o acetileno fue inventada por Enrique Alexandre

DOS CRUCES “DETENTE” EN LOS GOLFINES DE ABAJO

El uso de cruces en el ámbito doméstico está constatado desde comienzos del propio cristianismo, aunque se hace más popular a partir de los siglos XIV y XV. Y además de la lógica función religiosa, la cruz ha sido usada en las casas, caminos y plazas con un carácter mágico-protector. La cruz cuando comparece en determinados espacios de la casa como puertas, ventanas, chimenea, portones o postigos, funciona como un DETENTE contra la entrada del mal, entendido como el demonio, las brujas, las tormentas o cualquier otro fenómeno de la naturaleza perniciosa (putaciegas, rayos, granizo…) o, simplemente, lo desconocido. En una sociedad en la que la asistencia médica era nula y los avances técnicos inexistentes, se hacía necesaria la superstición como posible solución a eventuales problemas. El símbolo de la cruz se encuentra, por lo tanto, en aquellos espacios o partes del edificio por donde se pensaba que podría entrar el mal. Aunque desde mediados del siglo XIV encontr

LA FIRMA DEL ARTISTA I.

Ya os he enseñado en otras ocasiones las marcas dejadas por los esgrafiadores en distintas partes de la ciudad antigua: corazones, peces, pájaros, botellas de anís, vacas… Pero hoy nos marchamos extramuros, concretamente al número 25 de la Calle General Margallo. Fue mi amigo, y gran artista, Patxidifuso, quien me puso en la pista de este Detalle que a mí se me había pasado por alto. Si nos fijamos en lo alto vemos, con toda claridad, la firma del, o de los albañiles que lucieron la pared. Junto a la fecha de 1957 vemos representadas tres herramientas típicas del oficio: un pico, una paletilla y una paleta de madera. Debajo de ellas unas iniciales que bien podrían ser JPB, la firma del artista. No sé quién dejó este dibujo, y la verdad es que ni me importa, solo sé que es uno de ellos detalles que hace ilusión descubrir, y al que no puedes dejar de mirar cada vez que pasas por esa calle cuando ya lo has descubierto por primera vez. Qué pena que los al
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