Hoy os quiero mostrar un DETALLE del interior del Gobierno Militar o El Palacio de
las Cigüeñas, situado en la zona alta de la ciudad, en la plaza de las Veletas.
Desde hace un tiempo es visitable los fines de semana y en él podemos ver
distintas exposiciones temporales, así como la permanente con armas y elementos
relacionados con el ejército. Llama la atención al entrar el "alzador de caballeros" que, según se explica en la leyenda que lo acompaña, es un graderío con una polea que se usaba para alzar a los caballeros
con sus pesadas armaduras sobre su caballo antes de las batallas. Una armadura
completa consta de numerosas piezas articuladas, habiendo llegado a reunirse
hasta el número de 250 en un solo combatiente con el peso de unos 25 a 30 kg,
pero las más comunes e importantes se reducen a unas 25, distribuidas en los
cuatro grupos de cabeza, tronco y extremidades superiores e inferiores.
Aunque soy tendente a la fábula y a imaginar fantasiosas historias de caballeros y princesas, me resultaba bastante complicado asumir que el caballero se montara con la grúa en casa sobre su corcel y ya no pudiera volver a bajarse de él hasta el campo de batalla, que claro, no debería estar muy lejos de la ciudad. No me parecía convincente la explicación que se daba de este artefacto. Así es que me puse a investigar un poco y lo que encontré hacía volar aún más mi imaginación.
Según toda la bibliografía consultada, con un peso de 25 Kg el caballero debía subir y bajar del caballo de forma autónoma y sin excesiva dificultad. La clave estaba en las sillas de montar: en las batallas se utilizaban las habituales, bajas y relativamente cómodas, mientras que en los torneos se usaban unas especiales, con la parte trasera elevada, lo que impedía que el noble al ser golpeado cayera hacia atrás, evitándole así daños y favoreciendo su resistencia en el combate. En estas sillas, el caballero era prácticamente encajado, por lo que no podía subirse por sí mismo y necesitaba, en muchas ocasiones, ser alzado con una grúa para ser incrustado en su silla de torneos.
Esto me hizo imaginar las justas realizadas en la plaza de la Villa de Cáceres, con los caballeros engalanados saliendo de sus palacios... y me pareció una explicación mucho más atractiva que la de su uso para ir al campo de batalla. Os enseño unas ilustraciones en las que puede verse algunas sillas de la época y que nos dan la idea de la dificultad que ofrecían a la hora de subirse al caballo.

Sólo me falta concluir como siempre, inventándoos a conocer este palacio y su interior en el que hay más DETALLES curiosos que ya os iré mostrando.
Me ha encantado esta entrada. Siempre me ha molestado mucho la idea del caballero-tortuga que cuando caía al suelo ya no se levantaba. En realidad las armaduras medievales eran verdaderas obras de arte de la ingeniería que permitían una movilidad absoluta y sorprendente. Gracias a la recreación histórica podemos comprobar más allá de toda duda que esto era así:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=HAnUTQuoIcU
Como bien dices las justas eran otra película, con sus armaduras rígidas y sus sillas altas para evitar ser desarzonados... Hay algún juego de cañas (como se les llamaba aquí) documentado en la Plaza Mayor, como el que originó esa curiosa guerra civil en la Orden de Alcántara y que acabó haciendo desaparecer nuestro alcázar... En fin.
Lo dicho, gran entrada.
Muchas gracias Pedro por comentar y por tus aportaciones, son siempre muy interesantes. Muy agradecido por seguir el blog¡¡¡ Un abrazo¡
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