Cuando uno
piensa que no le quedan grandes ruinas por descubrir, ermitas o conventos
abandonados, recibe la llamada de un amigo y le dice que si quiere ir a visitar
un Convento Franciscano perdido en mitad del campo, a poco más de media hora de
casa. La emoción se une a la curiosidad y la ansiedad de llegar, conocer el
sitio e investigar todo lo posible sobre su origen e historia. Así nace esta
entrada doble entre dos blogs, el mío, Cáceres al detalle, y el de mi amigo
Samuel, Extremadura: caminos de cultura. Comenzaré haciendo un breve recorrido
por la historia del inmueble con los pocos documentos que he podido recopilar
para reconstruir el nacimiento, desarrollo y abandono de este interesante lugar.
NACIMIENTO, VIDA Y ABANDONO DEL CONVENTO.
A mediados
del siglo XV ya existe constancia documental de la presencia de una pequeña
ermita con la advocación a Nuestra Señora de los Ángeles, más conocida como de
“La Moheda” a una legua de Mirabel. En 1492 un grupo de religiosos de la
Tercera Orden Franciscana pide permiso para la edificación en ese lugar de un
pequeño convento que ellos mismos ocuparían, para lo que ese mismo año
obtuvieron una bula que les permitía tal finalidad. Pero la cosa se iba a complicar
y los piques y envidias entre las distintas congregaciones (y dentro de ellas) estaban al cabo del
día, así es que los “Capuchos de la Provincia de Santiago” complicaron la
situación instalándose como “ocupas” y usurpando el lugar a los terceros. El
pleito continuó durante años, hasta que finalmente en 1513 los capuchos fueron
expulsados del lugar y los terceros pudieron hacerse con la ermita y el
pequeño edificio que la acompañaba en esos años.
La vida de
los observantes debió de pasar entre la oración, el cuidado de la huerta y la
contemplación mística durante muchos años. La siguiente noticia documental
sobre el convento no aparece hasta el año 1567, cuando el superior de la
provincia (Franciscana) de San Miguel, le remite al mismísimo Felipe II una
carta en la que se detallaban las propiedades que poseía la orden. Entre ellas
habla de un convento perteneciente a la diócesis de Plasencia, en el partido
judicial de Coria, en las cercanías de Grimaldo en el que moraban de 6 a 7
frailes, que poseía viñas, huertas, olivares y un total de 60 colmenas. Además
se señala que las viñas han pasado recientemente a su propiedad porque quien se
las tenía arrendadas ha fallecido dejando al convento como único heredero.
Esos años
fueros muy convulsos para los contemplativos, y más tras la bula del Papa Pío V
que les afectaba directamente, aunque ésta fue derogada el siguiente año. Quizá
por esta razón y otras que se nos escapan, el convento fue abandonado por esa
época al fallecer todos los frailes que lo moraban y al no ser “repuestos”
desde la congregación. En 1597 los observantes regresan al convento en que se
realizarían importantes obras de ampliación, sufragadas en su mayor parte por
Fray Diego de Ovando quien amplió la iglesia, alzó los dormitorios (celdas),
levantó el claustro y cercó la huerta. En ese mismo año Fray Francisco de Godoy
aporta una serie de reliquias que serían custodiadas en la capilla lateral y
vuelve a darle a la iglesia el nombre de Nuestra Señora de los Ángeles que
había perdido anteriormente. Entre los años 1618 y 1626 se convirtió en
convento recoleto, aunque por el aislamiento se terminó volviendo a la vida de
retiro y meditación para la que se había fundado.
Entre los
años 1726 y 1761 se amplió el edificio para albergar un Seminario de Misiones
donde se formaba a los frailes de la congregación en todos los aspectos
necesarios para ir a evangelizar, fundamentalmente al nuevo mundo. En 1751 se
construye el estanque en la zona sur, que aún se conserva. En 1861 volvió a
abrirse el seminario y permaneció en funcionamiento algunos años más.
A partir de
esa fecha no he logrado encontrar más datos documentales, por lo que no sabemos
por qué terminó abandonado, aunque por lo que parece debió de ocurrir durante
la desamortización de Madoz. Esta desamortización comenzó con la subasta de
inmuebles del estado y del clero, así como de las órdenes militares, en 2 de
octubre de 1858, aunque la ley fue promulgada el 1 de mayo de 1855. Las
subastas siguieron desarrollándose hasta finales de ese mismo siglo. Así es que
nuestro convento de la Moheda fue desamortizado, abandonado y pasó a manos
privadas hasta nuestros días.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo CLXXX. Número III. Año 1983
Tiempo de Conventos. Una historia de las fundaciones en la España moderna. Ángela Atienza.
Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791
Los eremitorios en la cuenca del Tajo: en busca de un lugar idóneo. Carmen Díez González
¡Qué buen equipo formáis Samuel y tú!
ResponderEliminarExcelente artículo.
¡La próxima vez contad conmigo...!
Hola Jesús¡¡¡¡ La verdad es que lo pasamos muy bien ese día¡ Y el sitio es magnífico¡ En una semanita nos vemos y organizamos alguna escapadita¡¡¡¡ Un abrazo
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