Así es como la prensa local de la época calificó al robo del
Museo de Bellas Artes de Cáceres, que por aquellos años se situaba en la Casa
del Mono. En la madrugada del 19 al 20 de mayo de 1979 tres individuos saltaron al
interior del museo desde el Callejón de la Monja porque, aunque ahora nos
parezca increíble, el edificio no contaba con sistemas de seguridad o
vigilante, ni siquiera rejas en todas sus ventanas. En el botín varias piezas
de gran valor como varios cálices de oro y planta, un Ángel de la Guarda de
marfil filipino del siglo XVII, un óleo sobre cobre conocido como “La Idolatría
de Salomón”, anónimo de la escuela italiana del siglo XVII, o una tabla
atribuida al taller del “Divino Morales”.
Pero sobre todas estas joyas destacaba un Jesús Salvador del
mismísimo Greco. El cuadro representa media figura de Jesús visto de frente y
en actitud de bendecir con la mano derecha y la izquierda apoyada sobre un
globo terráqueo cristalino. La cabeza aparece ligeramente girada a la derecha y
se enmarca por un halo romboidal. Viste únicamente una túnica rojiza y sobre el
hombro izquierdo lleva un manto plegado. Pero… ¿cómo llega este cuadro a
Cáceres? Veámoslo Al Detalle.
Este magnífico lienzo, antes de llegar a nuestra ciudad,
pasó casi tres siglos en la pequeña localidad de Serradilla, en el Convento de
las Angustias Recoletas donde se atesora el famoso Cristo de La Victoria. En
este convento a finales del siglo XVII ingresó María de la Fuente Arratia,
viuda de D. Pedro Jáuregui, secretario durante muchos años del Rey Felipe IV.
Doña María al profesar en el año 1699 entregó todas sus riquezas al convento,
entre ellas el cuadro de Jesús Salvador de El Greco.
En la segunda mitad del pasado siglo, en el convento de las
monjas de Serradilla las termitas estaban acabando con una buena parte su
patrimonio. Llegaron varios técnicos de Bellas Artes de Madrid para evaluar los
daños, y al pasar a la clausura, inmediatamente identificaron al Jesús Salvador.
Con la excusa de una verdadera autentificación quisieron llevarse el cuadro con
pocas intenciones de que volviera a Serradilla, pero el por entonces alcalde de
Cáceres, Alfonso Díaz de Bustamante, intervino para que este cuadro recalara en
nuestra ciudad y no se marchara a Madrid. Finalmente se llegó a un acuerdo
entre las hermanas del convento y la Diputación, que se quedaría con el cuadro
a cambio del arreglo de los retablos y otros desperfectos que sufría el
edificio serradillano. Y de esta forma, este precioso Greco llega a nuestra
ciudad.
Pero volvamos con el tema del robo. La mañana del 22 de mayo
de 1979, cuando los empleados del museo llegaron a sus puestos de trabajo se
dieron cuenta de la magnitud de lo sucedido. De inmediato las autoridades
comenzaron las investigaciones barajando diversas hipótesis, la más plausible
de todas era que se tratara de un encargo de algún coleccionista privado, y que
lo robado en ese momento ya estuviera fuera del país. Es cierto que lo robado
ya no estaba en la ciudad, pero no en Portugal como se pensaba, sino que estaba
en una vieja casa de Torremocha. El golpe lo habían hecho tres jóvenes e
inexpertos raterillos comunes y no ladrones de guante blanco que trabajaran por
encargo. Luciano C.M. (24 años), Antonio C.B. (20 años) y Juan C.M. (21 años),
desconocían que lo que habían robado estaba valorado en más de 100 millones de
pesetas de la época (unos 600.000€) y lo vendieron a un perista y anticuario de
Madrid llamado Juan Reyes por la ridícula cantidad de 150.000 pesetas. Éste al
comprobar la dificultad de “colocar” el material, lo revende a otro anticuario
de la capital llamado Antonio Heredia, por 450.000 pesetas. Heredia, con más
contactos de posibles compradores, lleva todas las obras a una caja de
seguridad del aeropuerto de Barajas antes de sacar el botín de España. Justo en
este momento es en el que es atrapado por la policía y es recuperado el cuadro
del Greco, la tabla de Morales y el resto de las obras de arte.
En la foto podemos ver en momento de la presentación en
público del material recuperado, donde, además de autoridades policiales,
aparecen el Gobernador Civil, Luis García Tafalla y el Delegado de Cultura,
Ángel Jiménez Ruíz (muchos de ellos fumando, algo impensable en esta época)
Finalmente, las obras de arte volvieron a la ciudad y hoy se
exponen, al menos la mayoría de ellas, en la planta inferior de la Casa de los
Caballos. Lo curioso no es que esta rocambolesca historia sea desconocida por
la mayoría de los ciudadanos, sino que este museo también lo sea por la mayoría
y que la ciudadanía no sepa que entre sus muros esperan a ser contempladas
obras del Greco, de Morales, de Miró, de Picasso o Tapies. Así es que os invito
a acercaros a disfrutar de este museo, Al Detalle.
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