La “frontera” sur de Cáceres es muy
rica en casas-fuerte que se han conservado, con mayor o menor fortuna, hasta
nuestros días. Ya os mostré la casa de Mayoralguillo de Vargas y su piedra “del
sacrificio”, así como la casa de la Carretona de Abajo (o del Salor). Hoy nos
acercaremos a visitar LA CASA DEL AIRE, cuyo nombre original era Mayoralguillo
de Carvajal. Posteriormente cambió de manos y pasó de los Carvajales a los
Duques de Valencia, hasta que ya en el siglo XX fue adquirida por la familia Blanco.
En torno a los siglos XIV y XV, en
los que la mayoría de estas fortalezas se levantaron, se concibieron las
construcciones como centros de explotación agroganadera, donde los señores
pasaban algunas temporadas y que, además, reflejaban la patente inestabilidad
vecinal y la rivalidad entre las familias, con la presencia de elementos
defensivos y/o disuasorios. Años después, en época renacentista, las casas
adquieren un verdadero carácter residencial, donde se mejoraban las condiciones
de habitabilidad y las fachadas se plagaban de elementos más típicos de la
arquitectura señorial urbana. Aparecen entonces portadas con sillería y
dovelas, alfices o los escudos nobiliarios.
A pesar de ello, en ningún momento desaparece su función agropecuaria.
Para llegar a ella tenemos dos
caminos que parten de la Carretera de Badajoz, cercanos al Castillo de las
Seguras. Según nos acercamos vislumbramos una gran mole de mampostería pero que,
si nos fijamos AL DETALLE, guarda secretos que nos cuentan una pequeña parte de
su historia. Rodeando a la casa aparecen construcciones ganaderas, como una
magnífica cochiquera levantada con la técnica de la piedra seca y cerrada en
falsa bóveda, como es común en la zona. Además destaca un impoluto bujío en el
interior del cercado o un enorme tinao.
Según la bibliografía, la casa se
concibió como un cuerpo central escoltado por dos torres con matacanes. El
tiempo y las reformas han igualado la altura de las tres partes de la casa,
convirtiendo el conjunto en un gran prisma de mampostería, pero en el que, si
nos fijamos bien, en los restos de cantería, podremos apreciar la ubicación
original de las torres. También llama la atención el gran número de ventanas y
sus diversas tipologías. El conjunto se asienta sobre un berrocal cercano al
Salor, lo que hace de la zona, una región idónea para la cría, fundamentalmente,
de ovejas.
Si tenéis oportunidad, daos un
paseo por la zona para conocer la riqueza que ofrecen las casas-fuerte de la “frontera”
sur de Cáceres.
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