El pasado 25 de noviembre se celebró el VII Encuentro de Blogueros de Extremadura, donde se presentó el libro que entre todos hemos escrito bajo la temática "Los Cielos de Extremadura". Os presento hoy el artículo con el que, un año más, he participado en la redacción de esta publicación.
ORIENTADOS POR LOS ASTROS. EL CIELO COMO GUÍA
EL cielo, y los astros que en él se
contemplan, han fascinado a la humanidad desde que ésta adquirió la capacidad
de observación y sorpresa. En la actualidad, el estudio del firmamento está
alcanzando un alto nivel de desarrollo científico, pero su comprensión y, sobre
todo, su contemplación, se están alejando cada vez más del día a día de la
ciudadanía, olvidando, así, sus funciones prácticas y simbólicas. En este
artículo vamos a recuperar estas funciones en construcciones de diferente
tipología de la ciudad de Cáceres y sus alrededores, como no podría ser de otra
manera, desde un blog denominado Cáceres Al Detalle.
PREHISTORIA: DEL PRAGMATISMO AL SIMBOLISMO
Un tema en que la astronomía
siempre ha desempeñado un papel fundamental, casi en cada lugar y en cada
época, ha sido la determinación de un calendario con el que entender los ciclos
del tiempo, y con ellos los ciclos de las cosechas de las que dependían, y que
a la larga se convertiría en el precursor de ritos y fiestas de diferente
índole. Estos lugares que van del pragmatismo al simbolismo se convierten en
centros de reunión, de culto y de adoración. Se crea así una gestión emocional
del territorio que identifica y singulariza a distintas poblaciones. Para
mostrar dos ejemplos de calendarios temporales convertidos en altares, nos
tenemos que acercar al Monumento Natural de los Barruecos, en Malpartida de
Cáceres. Allí existió un poblado amurallado, cuyo sistema defensivo artificial
completaba la defensa natural, adaptando su trazado a la topografía del
terreno. Este asentamiento puede situarse cronológicamente entre el Neolítico
Final y la aparición del Campaniforme, como apoyan los análisis de los elementos
de cultura material analizados en la zona. Así podemos fechar los grabados y
las pinturas rupestres que les voy a mostrar, entre la etapa inicial y plena
del Calcolítico en Extremadura, es decir, principios y mediados del III milenio
a.C.
OBSERVATORIO SOLAR
Comenzamos por una roca a la que se
conoce en la zona como “La Seta”, situada en el macizo que limita el batolito
en la zona SW. Es una oquedad producida por la erosión que constituye un
pequeño abrigo resguardado. Posee varios paneles de grabados, pero nosotros nos
centraremos en el que ocupa la posición central. Lo forman nueve elementos,
siendo los más representativos las cuatro figuras antropomorfas que están
asociadas a cazoletas. Aunque la roca y los grabados son conocidos desde hace
años, hace poco tiempo el investigador Juan Rosco Madruga demostró que se
trataba de un observatorio solar que marca con bastante exactitud los
equinoccios. Sobre los grabados, de forma natural en la roca, aparece un
orificio por el que penetra la luz con diferentes ángulos, dependiendo de las
fechas. Únicamente los días de los equinoccios, y no otros, ese rayo luminoso
recorre perfectamente y por completo los antropomorfos grabados en la roca. De
esta forma los habitantes de estas tierras en el Calcolítico podían medir, con
total exactitud, el tiempo, y así, el inicio de la primavera y el otoño, de una
manera que se escapa al conocimiento de la mayoría de nosotros.
SANTUARIO DE LOS BARRUECOS
El culto al sol y su observación se
han desarrollado de forma constante en todas las culturas y en todos los
tiempos, pero por la noche, más inquietante y misteriosa, el cielo se llenaba
de mágicas luces donde destacaba la presencia de la cambiante y enigmática
luna. No es de extrañar, por lo tanto, que nuestros antepasados se preocupasen
también por la observación del firmamento. Hay numerosos antecedentes que nos
demuestran que desde mucho antes de lo que se pensaba, el hombre ha
representado lo que veía en la bóveda celeste. El Disco de Nebra, los grabados
del dolmen “A casoto dos mouros” en A Coruña o las representaciones de la cueva
del Magro de Cádiz, nos muestran mapas estelares de tiempos remotos. En los
Barruecos tenemos lo que se conoce como “El Santuario”, situado a unos 420m al
NE del observatorio solar del que les acabo de hablar. Es en realidad la
estación más importante de todo el yacimiento, no sólo por la calidad de las
pinturas rupestres que aparecen, sino por la cantidad y variación tipológica. Todas
las pinturas son monocromas en rojo y representan, entre otras figuras,
antropomorfos, ancoriformes y multitud de punteaduras. Destaca en el conjunto
lo que se ha interpretado como un cuadrúpedo montado por un antropomorfo, que
según dice parte de la bibliografía, es una posible escena de domesticación.
Una revisión del santuario nos
puede hacer pensar que esta roca, cuya entrada no supera los 27cm de altura,
pero en cuyo interior se alcanzan los dos metros, es la representación de la
bóveda celeste. Concretamente representaría la posición de los astros en el
solsticio de verano de hace unos 4500 años, cuando el norte lo marcaba la
estrella Thuban. Así podríamos observar en esas pinturas constelaciones como la
Osa Mayor, Menor y el Cisne, que correspondería de forma milimétrica con lo que
se consideró la escena de domesticación. La orientación espacial y
tridimensional de estos elementos en la oquedad apoyan esta nueva teoría. Las
punteaduras serían una representación de astros no incluidos en ninguna
constelación. Esto nos daría una idea clara de la posición de los elementos del
firmamento justo al inicio del verano. De esta manera, en unos pocos metros
tendríamos la forma de medir con total precisión, el momento en el que se
producían los equinoccios y el solsticio de verano, lo que marcaría los ciclos
de las cosechas, y muy posiblemente, los cultos religiosos y festivos de la
comunidad. Esta capacidad de abstracción fue creciendo, como la conciencia de
uno mismo o de la muerte, apareciendo una concepción simbólico-mágica del mundo
que les rodeaba. Esto se palpa de manera notable en los santuarios rupestres
(de los que no voy a hablar en esta ocasión) o en el megalitismo.
DOLMEN DE LAS HIJADILLAS I
A unos tres kilómetros al SE del
Monumento Natural encontramos este dolmen con corredor orientado, como ocurre
en el 67,71% de los megalitos alentejanos-extremeños, en el eje este-oeste, con
una pequeña desviación de no más de cuatro grados. Posee una longitud total de
unos 12 metros y una cámara con un diámetro medio de 3,6 m. Algunos de sus
ortostatos no están en su posición original, aunque en general se conserva en
muy buen estado. En uno de los ortostatos de la zona norte, aparece grafía en
forma de cuatro cazoletas, lo que se interpreta actualmente como símbolos
solares que forman parte de un lenguaje simbólico que conceptualiza y relaciona
las fuerzas de la naturaleza con la idea de la propia consciencia.
El poder de lo simbólico, de lo
mágico y lo trascendente, está presente en este tipo de construcciones en todos
sus elementos. Su orientación corresponde con bastante exactitud a la salida
del sol en equinoccios en la época en la que está datado. Ese día, los rayos
solares del amanecer iban atravesando poco a poco el corredor hasta alcanzar la
cámara funeraria. En el día en el que la
luz dura lo mismo que la oscuridad, los rayos del sol atraviesan la parte
terrena para llegar a la zona de enterramiento, en una representación simbólica
entre el paso de la vida a la muerte.
Este paso entre dos mundos queda
reflejado también en los elementos que forman la división entre el corredor y
la cámara funeraria. En la mayoría de los megalitos de la zona se representa
por una piedra tallada con cierta angulación en forma de falso arco, apoyada en
rocas de una naturaleza distinta al resto de la construcción. En este caso se
trata de dos grandes bloques de cuarzo blanco, mineral que representa la
frontera entre dos momentos de la realidad, entre lo material y lo trascendente,
entre lo concreto y lo abstracto, entre lo humano y lo divino.
HISTORIA: DEL SIMBOLISMO AL PRAGMATISMO
MURALLAS DE CÁCERES
La Norba Caesarina se fundó, aproximadamente,
en el 35 a.C. situada sobre una suave loma que forma parte de la Sierra de la
Mosca. Por adaptación al terreno no posee la típica forma romana cuadrangular,
sino que es más bien trapezoidal, de unos 500 m y 300 m sus ejes mayor y menor,
respectivamente. En el interior de la muralla había dos calles principales muy
importantes, que cruzarían la ciudad de parte a parte: el Cardo con dirección norte-sur, y el Decumano, con dirección este-oeste. El resto de las calles eran más
estrechas y se inscribían dentro de cada una de las manzanas (insulae) en que se dividiría el
rectángulo. Ésta es la disposición de las ciudades nuevas, frecuentemente de
origen militar. En los extremos de cada una de estas importantes calles, una
puerta de acceso. En los límites del Cardo,
las puertas de Mérida (Sur) y Coria (Norte), mientras que en los extremos del Decumano sólo encontramos la puerta
este, llamada Puerta del Río o Arco del Cristo, que en realidad es la única
entrada romana que se conserva. En la zona oeste debió de existir otra entrada
en lo que ahora ocupa el Foro de los Balbos, pero de la que no nos ha llegado
información alguna.
Para la cultura romana, la muralla
definía conceptualmente a la ciudad. Su construcción alrededor de cada nueva
fundación colonial en los territorios conquistados no respondía exclusivamente
a necesidades defensivas. La muralla, res
sanctae, no era otra cosa que la materialización de una línea mágica,
establecida según viejos rituales, que separaban tajantemente la urbs (núcleo urbano) del ager (territorio). Dentro del pomerium, los vivos; fuera los difuntos,
las necrópolis. Dentro, las actividades políticas, administrativas, judiciales
y comerciales o de mercado; fuera las actividades productivas, siguiendo
siempre esta disposición perfectamente orientada a los puntos cardinales.
ERMITAS E IGLESIAS CRISTIANAS
Si paseamos por la parte antigua de
Cáceres, al igual que en cualquier ciudad, observamos una alineación casi
perfecta de todas las iglesias y capillas. Si vamos de la Iglesia de Santiago a
Santa María y después a San Mateo, la orientación de todos estos templos es
constante. Pero algo llama la atención: La iglesia de la Preciosa Sangre no la
sigue, está situada justo al contrario. Entonces nos planteamos por qué casi
todas tienen la cabecera al este y esta no.
Los primeros escritos que hacen
referencia a esto, los encontramos en las Constituciones Apostólicas de los
primeros siglos de nuestra era, en los que se señalaba que cuando el sacerdote
rezaba debía mirar al este. La palabra de Dios debía dirigirse a oriente,
porque es de allí de donde habrá de venir Jesús al final de los días, como
símbolo de la justicia y la luz del mundo que va a iluminar el nuevo amanecer.
Así, las iglesias construidas en época del Emperador Constantino y sus
sucesores, poseen esta orientación, como le ocurre a la propia San Pedro del
Vaticano o a la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. Desde la celebración
del primer Concilio de Nicea (325) la orientación de los edificios
religiosos cristianos cambió en 180°. Se estableció que la cabecera o ábside
donde está el altar estuviera orientada al este en vez de al oeste. Este cambio
estaba más acorde con las creencias y simbolismos de la religión católica.
Al amanecer, un rayo de luz penetra
por los ventanales del ábside iluminando así la entrada, que es la parte más
oscura en ese momento; esta luz es la que guía a los fieles, en un recorrido
iniciático, desde los pies a la cabecera de la iglesia. El paso de los fieles
desde la entrada principal hacia el altar es símbolo del paso de las tinieblas
a la luz. Si los templos tuvieran una orientación cualquiera, como sucede en
los neoclásicos, todo esto se perdería y con ello parte de su belleza y
riqueza.
Una vez terminada la Edad Media (y
en muchos casos no ocurre hasta el siglo XVI), esta obligatoriedad a la hora de
orientar los templos cayó en desuso, aunque se mantuvo en muchos casos en
templos de factura rural. En el caso de la Iglesia de la Preciosa Sangre, de
estilo Barroco, la iglesia vuelve a girar 180º su orientación, oponiéndose de
esta forma al resto de las viejas iglesias de la ciudad. Sigue un modelo típico
de la Compañía de Jesús, que fue quien la construyó en 1755, aunque la
disfrutaron únicamente doce años por decretarse su expulsión en 1767. En este
caso este simbolismo astronómico se deja de lado para levantar una iglesia,
junto a la residencia, con una idea más cercana a lo práctico que a lo
simbólico.
FUENTE EN LA PLAZA DE SAN FRANCISCO
Para acabar este artículo sobre la
influencia de los astros en las construcciones en diversas épocas, les voy a
enseñar esta pequeña y olvidada fuente. Una fuente situada en la entrada sur de
la ciudad, en la que unos grandes pilones ayudaban a refrescar al ganado y los
caminantes que llegaban a Cáceres. La poca bibliografía que hay sobre ella no
se pone de acuerdo sobre su datación. Algunos autores consideran la parte
inferior romana y la superior un añadido medieval. Será en esta parte superior
en la que nos fijemos. En el centro, una esfera rodeada de otras unidas por
unas sutiles líneas. Es, sin duda, la representación de los ciclos de la luna,
ya perfectamente conocidos desde mucho antes y del que hay representaciones muy
antiguas. Lo curioso es que no he logrado encontrar ninguna otra esquematización
de estas fases lunares en piedra. ¿No podría representar los siete planetas
conocidos en el medievo? Pues eso mismo me planteé yo, pero si nos fijamos, Al Detalle,
en la parte inferior, ese octavo círculo es casi imperceptible, pero está, y
sin lugar a dudas representa, como es habitual en este tipo de mapa astrológico,
la luna nueva en la parte inferior.
Pero existen otros elementos en la
fuente: tres grandes esferas y cuatro pequeños puntos. Son muchas las
mediciones que he realizado para llegar a la siguiente conclusión (que
desarrollaré más en mi blog): muestran los solsticios y equinoccios y las
cuatro estaciones. Como único dato diré, que el ángulo que forman las líneas de
unión desde el círculo central al resto de los elementos es de exactamente 23,5º,
es decir, concretamente la diferencia de grados que se da en la órbita del sol
entre los solsticios y equinoccios.
Por lo tanto, podemos decir que, en
una pequeña fuente, arrinconada y olvidada de la ciudad de Cáceres, tenemos una
excepcional representación de las fases de la luna unida a la esquematización
de los ciclos que marca el sol.
Este es un ejemplo claro de cómo la
sociedad actual ha abandonado la observación y está perdiendo la capacidad
simbólica frente a lo práctico e inmediato, despreciando así el conocimiento
acumulado en milenios y que nos lleva a olvidarnos de dónde venimos y de
quiénes somos realmente, en una peligrosa transición sin retorno del simbolismo
al pragmatismo.
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