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LA PRIMERA MONTAÑESA: LA VIRGEN QUE NUNCA SE APARECIÓ NI LLEGÓ A DESAPARECER


Esta pasada navidad subí al Santuario de la Montaña a hacer algunas fotos del interior de “la cueva” y de algunas inscripciones muy interesantes que guarda, aprovechando que estaba abierta porque es donde suelen colocar el Belén cada año. Mientras enredaba con la cámara, midiendo luces, buscando encuadres… entraron dos señoras que por lo que hablaban no eran de Cáceres, y tras ellas un señor que resultó ser un CATOVI (de Cáceres de toda la vida). Los tres entablaron una afectuosa primera conversación y el señor comenzó a explicarle a las turistas que en aquella cueva se apareció la Virgen de la Montaña a un pastor y que por eso estaba allí la ermita. Y claro, no pude hacer otra cosa que intervenir y contarles, aunque de forma más resumida, lo mismo que os voy a contar en esta entrada del blog: la Virgen de la Montaña nunca se apareció en la Montaña. Siento si decepciono a mucha gente, pero la historia es lo que nos dice. Pero lo peor llegó cuando a aquel señor le expliqué que la original Virgen de la Montaña, la que trajo “el pastor” consigo no es la que hoy recibe el cariño de todos los cacereños. Así es que os voy a contar estos dos aspectos Al Detalle.



Cuando subimos al Santuario, en las curvas finales, donde el aire ya nos falta un poco, vemos una pequeña escultura de bronce “En Honor a Francisco Paniagua, primer eremita del Santuario, en el primer centenario de la declaración de la Virgen de la Montaña como Patrona de Cáceres, siendo alcalde D. José María Saponi Mendo y Mayordomo de la Real Cofradía D. Jesús María Larrazábal Murillo. Cáceres 7 de mayo de 2006”

¿Quién era Francisco Paniagua? D. Francisco era vecino de Casas de Millán, no se sabe bien la fecha de su nacimiento, pero debió de ser en el último cuarto del siglo XVI. Se paseaba por la comarca con la imagen de una Virgen con la que pedía limosnas para construirle una capilla. En 1621 recala en la ciudad de Cáceres portando esa talla de la Virgen porque tenía un primo en la ciudad llamado Jerónimo Ximénez. De espíritu y costumbres eremíticas y anacoretas, se instaló en lo alto de la Sierra de la Mosca, justo donde ahora se sitúa la ermita de la Montaña. Allí pasa varios años y entabla amistad con el párroco de Santa María, D. Sancho de Figueroa Ocano, que además de convertirse en su amigo, hace las veces de guía espiritual y confesor. En esos años de retiro, Paniagua se construye una cabaña y en los salientes de las cuarcitas coloca la imagen de la Virgen a la que tanto adora.

Entre los años 1621 y 1626, Francisco levanta una primitiva capilla, que forma parte de lo que ahora conocemos como “La Cueva”, que realmente no es tal. Usa un saliente de las rocas y le añade unos muros y la cierra con una bóveda de medio cañón. Justo en ese lugar se colocó una inscripción que decía:

ESTE CUERPO HIZO DIOS 
DANDO FUERZAS A PANIAGUA 
DON SANCHO LE HA DADO EL ALMA
DÁNDOLE SU GRACIAS DIOS

En ella se ensalzaba la colaboración inestimable de D. Sancho de Figueroa, que en todo momento ayuda a Paniagua en su intento de crear una capilla en honor a la Virgen. Don Sancho, tiempo después, no sabemos si por humildad, quitó esta placa y en 1648 se colocó la que podemos ver actualmente:

ESTA SANTA CASA
HIZO FCO DE PAN
IAGUA CON SU SUDOR 
I TRABAXO, NATUR 
AL DE LAS CASAS 
DE MILLAN. AÑO 1626



Frente a ella vemos otra placa donde podemos leer:

NUESTRA SEÑORA
DE LA MONTAÑA


Así, el 24 de marzo de 1626 se bendice esta primitiva ermita y D. Sancho da la primera misa en ella al día siguiente, día de la Encarnación, tomando la Virgen a la que se venera la advocación de Virgen de la Encarnación de la Montaña. Tienen que pasar unos 9 años hasta que Sancho de Figueroa funda la cofradía, concretamente el 22 de mayo de 1635.


Un año más tarde, el 24 de mayo de 1636, Francisco Paniagua fallece y es enterrado en la ermita levantada por él años antes, a la altura de lo ahora está debajo de la zona del coro. Sus restos fueron trasladados el 20 de abril de 1785 y hoy descansan delante del altar de la Virgen. A través de un cristal podemos ver la inscripción que lo atestigua.

AQUÍ YA
CE FRAN CO
DE PANIAG
UA FUND OR
DE ESTE SAN
TUARIO
RIP


¿Pero la Virgen que se veneraba en la primitiva capilla era la misma que portaba Paniagua por toda la comarca? Pues no, sabemos que entre 1620 y 1626 se mandó hacer la actual talla en algún taller andaluz con autor desconocido, respondiendo a la iconografía mariana del siglo XVI. ¿Entonces dónde está la imagen que trajo consigo Paniagua?

Ya Publio Hurtado apuntó al lugar donde se conservaba, pero no fue tomado en demasiada consideración, no sabemos si por la falta de documentación. Actualmente, y gracias a los rigurosos estudios de D. Serafín Martín Nieto, podemos aportar las pruebas necesarias que nos hacen seguir la pista de esta “Primera Virgen de la Montaña”.

Al fallecer Paniagua, nombra a Sancho de Figueroa como heredero dejándole todos sus bienes, aunque entre ellos no figuraba esta talla de la Virgen porque ya se la había entregado en vida, a la que llamaban La Primera Montañesa, y que mantendría en su propia casa hasta su fallecimiento. D. Sancho deja escrito en su testamento, fechado el 6 de julio de 1660, que La Primera Montañesa, la fundadora de la ermita y que tiene en su casa, quedara a cargo de Sor María de la Concepción. Esta monja había profesado en el Convento de la Concepción en 1644, del que fue abadesa entre los años 1663 y el 1665, año de su muerte, dejando dispuesto que cuando esto ocurriera, el “encargo” pasara a otra hermana del convento. Pero claro, el convento de la Concepción, que se situaba en la plaza del mismo nombre, ya no existe, desapareció en 1835 por culpa de la desamortización. ¿Qué pasó con la Primera Montañesa? Pues las monjas del convento, y sus pertenencias, se marcharon al Convento de San Pablo donde permanece desde entonces, primero en el Coro Bajo, luego en Clausura y hoy en la capilla lateral de la Santa Cruz, perteneciente a la familia Aldana.



Así es que ya hemos resuelto dos grandes enigmas, la Primera Montañesa, la primera Virgen de la Montaña, nunca se apareció y nunca desapareció, aunque hasta hace poco no se demostrara donde había permanecido todo este tiempo.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Sobre la primitiva imagen de Nuestra Señora de la Montaña. Serafín Martín Nieto. Revista de la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Montaña. Año 8, Nº 26 
Historia del Culto y del Santuario de Nuestra Señora de la Montaña. Miguel Ángel Orti Belmonte.
Fotografía de la Primera Montañesa en Blanco y Negro: Serafín Martín Nieto. 
Fotografía de la Primera Montañesa en Color: Juan José Jiménez Castela.

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