El pasado 24 de noviembre se celebró en Trujillo el VIII Encuentro de Blogueros de Extremadura, encuentro donde cada año muchos de los autores de blogs de la región nos reunimos para ponernos cara, compartir experiencias y, además, presentar el libro que cada año escribimos entre todos. Este año tiene como temática y título: "Extremadura, naturaleza urbana", profundizando en los difusos límites que en nuestra región existen entre los poblamientos humanos y la plena naturaleza. En esta ocasión he participado en el libro con dos artículos y ahora os presento el primero de ellos, dedicado al Parque del Príncipe de Cáceres, espero que os guste.
EL PARQUE DEL PRÍNCIPE DE CÁCERES
EL PARQUE DEL PRÍNCIPE DE CÁCERES
Al noreste de la ciudad de Cáceres se sitúa un parque con
unas características que lo hacen único en la región. Ocupa un total de 22
hectáreas y en él no solo encontramos un museo al aire libre, una estufa fría
con más de 700 especies tropicales, el arboretum más grande de Extremadura, una
de las mayores colecciones de Quercus con más de 40 especies, sino que también
es el parque urbano donde más especies de aves se pueden observar de toda
España.
Todo comienza cuando en el año 1978, lo que se conocía como
Instituto de Conservación de la Naturaleza (ICONA), cede al ayuntamiento
cacereño unos terrenos de su propiedad. En un primer momento sólo se
acondiciona un camino arbolado y comienzan a plantarse otros árboles
diseminados por la finca. Este espacio empieza a hacerse cada vez más popular y
desde 1984 se acometen las mejoras que llevarán a darle la configuración que
tiene actualmente. En ese año se cierra la parte alta del terreno que colinda
con la Avenida de Hernán Cortés y en 1990 se construyen varios edificios, como
la casa del guarda o el auditorio, hasta que se traslada al parque en 1991 la
sede de la Sección de Parques y Jardines del Ayuntamiento, momento en el que
este parque comienza a cobrar más fuerza y empieza, además, un gran esmero por
convertirlo en un espacio singular como ahora es.
Entre 1991 y 1996 se reconfigura todo el espacio, creándose
un gran canal central rodeado por paseos, se construyen 4 grandes fuentes y el
estanque de la zona baja. Se le dota también de una estufa fría para albergar
en ella una gran colección de especies tropicales llegadas de todas las partes
del mundo. Este espacio es parcialmente abandonado y rehabilitado gracias al
Plan E, reabriendo sus puertas en marzo de 2011, tras permanecer casi 15 años
cerrado. En un total de 500 metros cuadrados podemos ver plantas carnívoras
(Dionaea sp., Drosera sp., Nepenthes sp., por ejemplo), plantas acuáticas,
otras epífitas o unos enormes helechos arbóreos que son unos verdaderos fósiles
vivientes y nos hacen remontarnos al Carbonífero, a finales del Paleozoico
(Dicksonia antartica). Abundan las orquídeas, begonias, colios… hasta completar
un total de 700 especies llegadas de los cinco continentes, muchas de ellas por
donaciones de particulares. Gracias a un
sistema de goteo y nebulización se consigue una humedad constante de un 90% y
una temperatura media que permite el óptimo desarrollo de esta impresionante
colección de especies tropicales, única en la región y de las pocas que existen
en el país.
Junto a la estufa fría existen otros espacios dedicados a
los ambientes acuáticos, donde conviven plantas con galápagos, ranas o sapos, y
muy cerca varios cactarios, con una enorme colección de cactus, crasas y
suculentas que forman una fantástica colección de este tipo de plantas tan
especial; y en la gran plaza superior, una rosaleda con más de 50 variedades
diferentes de rosales. Pero, además, en una zona más apartada, se han dedicado
varias hectáreas al género Quercus, con algo más de 40 especies de robles que
son una verdadera lección de botánica y que nos puede ayudar a comprender las
adaptaciones geoclimáticas de este género y que ha derivado en esta gran
cantidad de especies. Pero estas 40 son solo una pequeña parte de las 1000
especies de árboles y arbustos que pueden contemplarse en estas 22 hectáreas,
convirtiéndose este espacio, por lo tanto, en el mayor arboretum de nuestra
comunidad. A esto se le suman las más de 40 especies de hongos que crecen en él
y que han permitido el desarrollo de actividades como las jornadas micológicas
que alberga cada año.
Y si todo esto no fuera poco, gracias a la iniciativa del
escultor Pepe Noja, como ya había hecho en otras ciudades, se instaló en el
Parque un museo al aire libre de escultura. En 1997 presentó al Ayuntamiento un
proyecto inicial que contemplaba la colocación de un total de 120 esculturas
que llegarían a la ciudad en tres fases distintas, con un coste de entre 1,5 y
2 millones de pesetas por obra, que en el caso de Cáceres serían “patrocinadas”
por distintas empresas. Finalmente, solo llegó para 27 esculturas que en un
primer momento se iban a instalar en el Parque del Rodeo, pero que finalmente
se exhibieron en el Parque del Príncipe, en una perfecta combinación de autores
de diversas generaciones y procedencias, aunque prevaleciendo los artistas
españoles e iberoamericanos. Desde un primer momento se pensó en colocarlas a
lo largo del paseo central sobre el césped en el tramo situado entre las dos
entradas principales del parque. La heterogeneidad de las obras seleccionadas
hizo muy complicado crear un discurso museístico con unas directrices claras,
por lo que se buscó evaluar los volúmenes y se optó por el contraste y la
alternancia para hacer más atractivo el recorrido por las obras expuestas. Se
pretendió un equilibrio entre piezas figurativas y abstractas, mezclando las
formas geométricas con los juegos de ritmos en los espacios, incluyendo
animales y desnudos. De todas las obras
expuestas voy a referirme a un total de seis siguiendo un criterio meramente
subjetivo, siendo las obras que más me llaman la atención o interesan de la
colección.
Comenzaremos por la obra realizada por el promotor de este
museo al aire libre, Pepe Noja, titulada Shiner. Es un nudo de acero inoxidable
y con sus curvas, volúmenes y brillos muestra un principio estético que
representa la libertad, la solidaridad y el abrazo en la búsqueda incesante de
un punto de encuentro. Muy cerca de ella vemos Águila, de Aurelio Teno,
realizada en bronce con una pátina que acentúa el contraste entre las texturas
y refuerza su expresividad.
Junto a una de las fuentes, y subida a una pequeña grada con
tres escalones, vemos a una Mujer con Rulos, creada por Beatriz Kohn y que
representa la idea de la monumentalización de lo cotidiano, destacando en el
conjunto porque parece estar fuera de contexto, fuera de lugar. Combina dos
pátinas de bronce para transmitir la sensación de naturalidad y de frescura
buscada por la artista.
Amadeo Gabino está representado en este museo por su obra
Argos XII en línea con el trabajo que este autor empezó a desarrollar a finales
de la década de los 60 en un proyecto creativo basado en la superposición de
planchas metálicas. Argos XII pertenece a usa serie que inicia en 1987 donde predomina
la componente vertical y donde los elementos parecen emerger del interior sin
adaptarse a los cubos del prisma, rompiendo así dos de las aristas angulares
para buscar un mayor dinamismo.
Jorge Seguí hace un irónico alegato en contra de la competitividad
en su obra titulada La rebelión de los ciclistas. Las tres figuras no hacen lo
que se espera de ellos, en lugar de competir, de luchar por la victoria,
circulan abrazados en amigable compañerismo. Destacan en ellos el cráneo
dolicocéfalo, la extrema delgadez y las enormes cuencas de los ojos.
El equilibrio dinámico y tensional está representado por la
obra de Feliciano Hernández conocida como Tensión cruzada. Este autor desde los
años 70 investiga la relación de piezas modulares y su interacción y el
equilibrio que se establece entre ellas a través de la tensión ejercida por
cables y contrapesos. Esta obra está realizada en acero cortén de color naranja
lo que la hace destacar entre el verde del conjunto, mezclando, además,
elementos rectos y curvos que se sostienen unos a otros por unos cables, aunque
en realidad, al estar expuesta al aire libre, las piezas fueron soldadas por
mayor seguridad.
Podemos decir que estas 22 hectáreas situadas a cinco
minutos del corazón de Cáceres suponen un lugar para descubrir, para disfrutar,
para aprender, y donde podemos observar aves, orquídeas, plantas carnívoras,
cactus, hongos y hasta un total de 70 especies de aves, 40 robles y casi mil
tipos de árboles distintos. Y si el aspecto natural no fuera poco, las 27
esculturas de afamados y variados autores convierten la experiencia de visitar
el Parque del Príncipe, en un paseo entre la naturaleza y arte, y por eso os lo
he querido enseñar hoy, Al Detalle.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
El museo de escultura al aire libre de Cáceres. Moisés Bazán de Huerta.
http://turismoextremadura.com/
http://turismoextremadura.com/
Muy interesante sin duda, jamás me había parado a sopesar la importancia ecológica y de diversidad de especies de plantas que es nuestro Parque del Príncipe. Siempre me ha llamado la atención este parque que quedaba pegado a mi instituto, ya que cuando me aburría en clase lo único que tenía que hacer era mirar por la ventana y dejar volar mi imaginación por los árboles y el canal. También me parece muy curioso lo que decía mi profesor de latín Jose María Alegre en relación al patrimonio pero que sirve para mi intención: "nos vamos a las grandes ciudades y las capitales europeas a disfrutar de un patrimonio y de unas obras que también podemos ver aquí ya que no valoramos lo que tenemos pues por estar en una capital ya es más importante" y esto es porque, en Lisboa (ciudad donde estoy cursando mis estudios erasmus) está la Fundación Calouste Gulbenkian con un enorme parque con árboles enormes y zonas acuáticas que te hacen desconectar y olvidarte parcialmente (pues los aviones no dejan de pasar) de que estás en una capital europea y cuando los españoles vamos para allá, muchos de ellos, de distintas zonas de España se quejan de que en su ciudad no hay parques de ese tipo y si los hay son muy pequeños y mucho menos culturales (pues el Gulbenkian tiene un anfiteatro al aire libre y uno de los museos de Portugal más importantes) exceptuando siempre a los madrileños y barceloneses con su Parque del Retiro y su Parque Guell del que tan orgullosos se sienten. Muchas veces cuando esto pasa recuerdo nuestro Parque del Príncipe y la verdad que en comparación me siento mucho más orgulloso pues cuando le digo a mis compañeros que en Cáceres, esa ciudad ínfima e insignificante comparado con las grandes metrópolis en las que viven, que también tenemos un parque que junto al de Cánovas o el Rodeo ocupan gran parte de la ciudad y que dos de ellos tienen lagos artificiales, uno también tiene un anfiteatro descubierto además de un museo de arte contemporáneo al aire libre e incluso una estufa fría se quedan muy sorprendidos de ver cómo no hace falta vivir en una gran ciudad para gozar de la naturaleza urbana.
ResponderEliminarEl 29 de octubre de 2015 subiste "DE LA RIBERA DEL MARCO AL CERRO DEL MILANO".
ResponderEliminarAl principio contabas que la parte alta de la solana estaba plagada de quejigos.
¿Es verdad? y si es así ¿Cual es su localización exacta?
Es verdad que hay quejigos en la sierra de la mosca?
ResponderEliminarSi es así ¿Cual es su localización?
Hola Anónimo... pues hay muchos quejigos, si haces las rutas que recomendé los podrás ver por muchos sitios, e incluso al pie de los caminos, no te será difícil encontrarlos...
EliminarHola, pues yo he hecho la ruta hoy y lo que he visto son coscojas (q. coccifera) que se pueden confundir con los quejigos ademas de los alcornoques y encinas mas abundantes. Pero gracias por la ruta he conocido las cornicabras que no sabia que existiesen en la sierra de la mosca.¿Conoces mas posibles lugares con quejigo? Yo había pensado en la humbria del cerro del milano lo que pasa es que han cerrado el camino.
ResponderEliminarSabes como llegar al cerro del milano? El camino principal lo han cerrado
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