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FEBRERO 2019. LA PIEZA DEL MES EN EL MUSEO DE CÁCERES

CUBIERTOS DE PLATA.

 Gabriel Larriva. Córdoba, 1889.

Aunque el uso de cubiertos para el servicio de mesa se remonta a tiempos prehistóricos, pues se conocen cuchillos de sílex y cucharas de madera o hueso desde el Paleolítico, en realidad el conjunto de cubiertos de mesa como hoy lo conocemos no es tan antiguo como cabría pensar, ya que la generalización del uso del tenedor no se remonta más allá del siglo XVIII.


La propia palabra «cubierto» ha ido cambiando en su significado, pues si en el siglo XVIII se refería a todo lo necesario para el servicio de mesa, incluyendo el plato, el pan y la servilleta, desde principios del siglo XIX se utiliza también para designar solamente la cuchara, el tenedor y el cuchillo, y posteriormente se entiende también que cada una de estas piezas se denomina «cubierto».



Al parecer, el uso del tenedor en Europa se remonta a Bizancio en el siglo XI, cuando la princesa Teodora, hija del emperador Constantino X Ducas, mandó fabricar un instrumento de oro dotado de una o dos púas para poder trocear y comer la carne sin necesidad de tocarla. Su idea no tuvo éxito en la corte bizantina, donde se consideró un invento diabólico, pero tal vez pudo arraigar en Venecia, adonde la princesa se trasladó tras casarse con Domenico Selvo, Dux de la república entre 1071 y 1084, pese a que en principio fue tenido como algo excesivamente sofisticado. El caso es que, en el siglo XVI, media Europa comía con las manos cuando la italiana Catalina de Médici (1519-1589) introdujo el tenedor en la corte francesa de su esposo Enrique II (1519-1559) donde encontró un rechazo inicial por ser considerada la reina cursi y licenciosa, tratando también de imponerlo su hijo Enrique III (1551-1589) sin mayor éxito, dado el rechazo general a su conocida condición homosexual. El viajero inglés Thomas Coryat (ca. 1577-1617) logró por fin introducirlo en la corte de su país e iniciar su popularización tras haber viajado a Italia y comprobar que el uso del tenedor estaba muy generalizado allí, donde había alcanzado el éxito sobre todo por razones de higiene.


Aunque en la corte de Luis XV aún se comía con las manos, siendo servida la carne troceada, a lo largo del siglo XVIII se populariza en toda Europa el uso del tenedor, quedando ya completo el cubierto de mesa junto con la cuchara y el cuchillo. En España también se generaliza ya el cubierto completo, fabricándose en metales nobles, sobre todo la plata tanto la cuchara como el tenedor y el mango del cuchillo, si bien la hoja de este último acostumbra a ser de acero. En los hogares populares, no obstante, los cubiertos solían ser de peltre, una aleación compuesta por estaño, cobre, antimonio y plomo.


En los hogares acomodados de las ciudades extremeñas, los cubiertos de plata eran de uso generalizado a finales del siglo XVIII, y solían formar parte de la dote de las novias. Solían marcarse con las iniciales de la persona que los utilizaba y eran fabricados por plateros locales o foráneos, extendiéndose su uso por toda la provincia a lo largo del siglo XIX. En el cubierto que exponemos como pieza del mes, varios punzones nos han permitido determinar que se trata de un juego labrado en Córdoba por el platero Gabriel Larriva, que estuvo activo entre 1868 y 1923, y del que se conocen en Extremadura varias obras de carácter sacro en parroquias de La Cumbre, Logrosán, Garrovillas, Casar de Cáceres, Guareña, Brozas, Coria, Madrigalejo o Madroñera. Así mismo, el punzón del contraste Antonio Merino permite fechar el juego en 1889; el cuchillo lleva el mango de plata con el punzón de Larriva mientras que la hoja de acero procede de Solingen (Alemania). Las cucharas y tenedores llevan las siglas de sus propietarios, “J. V.” y “B. A. / B. V.”, e ingresaron en el Museo en 1983, junto con otras piezas de cubertería y joyería, como donación de D. Fabriciano Valiente Blas.



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