Hace ya algunos años (no demasiados), tres apasionados de la
historia de Cáceres quedamos para compartir charla y alguna bebida caliente en
una lluviosa tarde de primavera. Un importante dibujante de cómics, un prestigioso
historiador y yo mismo, pasamos la tarde “arreglando” los problemas de esta
ciudad y entre sorbo y sorbo a un reconfortante café, recorríamos monumentos y
pasajes históricos de nuestro querido Cáceres. En un momento determinado el
dibujante, que también es un veterano cofrade, nos preguntó por la historia que
hay sobre la desaparición y reencuentro del paso que el suele cargar las
madrugadas del Viernes Santo: el Cristo de la Indulgencias. El amigo
historiador y yo nos miramos, asentimos con la cabeza, pero no supimos indicar
dónde habíamos leído aquella historia, o si solo era otra de esas fábulas que
alguna vez habíamos escuchado. Pagamos el café y alguna cosa que habíamos
pedido para picar, y prometimos buscar más sobre este hecho.
El dibujante, de cuando en cuando, me recordaba “la promesa”
de buscar información sobre esta desaparición, y por fin puedo darle Detalles
de cómo y cuándo apareció y datos para poder intuir cuándo desapareció este
precioso crucifijo. Vamos poco a poco a contar esta pequeña aventura de una de
las tallas más valiosas y bellas de nuestra ciudad y que seguramente no cuenta
con la fama y devoción que se merece.
Ya puedo adelantaros que quien realiza el hallazgo del Cristo fue D.
Antonio C. Floriano Cumbreño (la C es de Cristino), que nació en Cáceres el 24
de julio de 1892 y falleció en Madrid el 14 de octubre de 1979. Este importante
cacereño se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de
Madrid y fue entre otras muchas cosas, archivero municipal. Se marcha como profesor
a Teruel en 1926 pero regresa en 1929 como director de las Escuela Normal de
Cáceres. En 1943 gana la Cátedra de Paleografía y Diplomática de la Universidad
de Oviedo en la que permanece hasta que vuelve a Cáceres tras su jubilación en
1962.
En 1915, con unos 22 años, escribe “La Iglesia de Santiago
de los Caballeros de Cáceres. Descripción Histórico-Artística” de la que ya os
hablaré con Detalle otro día, pero en la que podemos leer una descripción del
crucifijo que hoy nos ocupa:
“”… Más importante es el crucifijo que dentro de una
hornacina decorada con atributos de la Pasión, venérase en la parte opuesta del
templo, en un altar, al cual su santidad el Papa Gregorio XIII concedió
Indulgencia Perpetua, cuya bula apergaminada y con armoniosos primores
caligráficos, guárdose en el archivo de la Parroquia. Es una imagen de
principios del XV, rígida, huesuda, de hierática verticalidad y trágica
expresión de dolor en su rostro demacrado y anguloso…”
Termina la explicación indicando que se situaba en frente de
la capilla del Nazareno, pero ¿cómo sabemos que desapareció? ¿Cuándo se
descubrió y dónde? Para responder a todas estas preguntas nos tenemos que
referir a una conferencia que D. Antonio pronunció el 11 de mayo de 1965 en el
Ayuntamiento de Cáceres y que fue publicada ese mismo año por los servicios
culturales de la Diputación Provincial de Cáceres, y del que poseo un original
en mi colección personal.
En el inicio de su intervención ya anuncia que contará algo
emocionante al final de la ponencia:
“Mi exposición pues, va a tener tres partes. En la primera,
intentaré abocetar, en cuadro impresionista, lo que es Cáceres ante la
Historia; analizaré en la segunda cómo se ha ido y se va haciendo la Historia
de Cáceres, y os brindaré en la tercera, para atenuar la seriedad inevitable de
estos temas, una estampa autobiográfica en la que trataré de describir el
momento más emocionante por mí vivido a lo largo de mis investigaciones sobre
la ciudad”
Hasta la página 28 de este librito no comienza esta tercera parte,
así es que en otra ocasión trataremos las dos primeras, y seguiremos con el
relato que hoy nos interesa. Comienza, pues, hablando por primera vez del
descubrimiento del Cristo de Santiago, iglesia en la que estuvo de archivero
tras llegar a un acuerdo con el párroco Feliciano Rocha tras un incidente. Éste
mando enjalbegar una inscripción del friso superior del ábside donde se trataba
de la contratación de Berruguete para el retablo. Tras el enfado de D. Antonio,
el sacerdote le prometió consultarle todas las intervenciones en la iglesia y
le dejó ordenar el archivo. Trasladaron todos los papeles a unos de los
rellanos de las escaleras de la torre y con un tablón sobre dos hacheros
montaron una oficina improvisada. Floriano Cumbreño dice que no salía de un
resfriado y se metía en otro por el frío que pasaba y que hasta tuvieron que
adiestrar un cernícalo que conseguía mantener a raya a los molestos ratones que
tan poco le gustaban, pero que, a pesar de eso, en aquel rellano era
inmensamente feliz.
Una tarde encontró un “legajo mohoso” atado con una gamuza y
que contenía varios pergaminos, entre los que destacaba un rescripto del papa
Gregorio XIII del año 1583 concediendo indulgencias y perdón de los pecados a
los que “confesados y comulgados, mandasen celebrar y oyesen misa en el Altar
del Cristo de la Iglesia de Santiago”
El problema era que en ese momento el Cristo no
estaba, nadie sabía de su paradero. Ahora empezamos a calcular fechas. Antonio
Floriano publica su estudio de la Iglesia en 1915, con 22 años. Debemos suponer
que esto ocurriría en ese año o poco antes, en 1914 o como mucho en 1913, algo
que se corresponde con otros datos que ahora daré. Sigamos con el relato…
El propio D. Antonio tenía recuerdo de haber visto de
pequeño la talla del Cristo, lo mismo que sus padres, que lo recordaban bien.
El Sacristán (apellidado Mangut) aseguró que en los 15 años que llevaba en el
cargo no había estado el crucifijo allí, aunque si lo recordaba también de
pequeño situado donde ahora está la Virgen de Guadalupe. Es decir, para que D.
Antonio lo recordara tendría éste que tener 6-8 años como poco, y si nació en
1892 y en los 15 años anteriores del descubrimiento, al menos, el Cristo estaba
desaparecido, podremos afirmar que este se extravió por 1897-1899. También
preguntó a Antonio “el Gacho” que fue monaguillo a finales del XIX, al
campanero, el tío Pedrola… y todos lo recordaban, pero nadie sabía dónde podría
encontrarse.
Dentro del estudio que estaba haciendo de la Iglesia de
Santiago, pretendía levantar un plano y cuando quiso tomar medidas de la
sacristía se encontró con un problema:
las cajoneras de los ornamentos hacían aquellas mediciones muy, muy
complicadas, así es que decidieron tomar las medidas de la tribuna que se sitúa
justo sobre la sacristía. Tres de sus paredes estaban exentas, pero en una de
ellas había un gran baúl cubierto de montones de esteras. Un monago le ayudó a
quitar estas esteras y de repente, aparece un “brazo humano, descarnado, rígido
y clavado a un madero”.
El monaguillo corrió en busca del sacerdote y cuando
regresaron hallaron a D. Antonio Floriano arrodillado frente al Cristo ya
totalmente desprovisto de esteras, rezando y exclamando “mi Cristo”. Entre
todos lo levantaron y fue entonces cuando el párroco se arrodilló y comenzó a
salmodiar:
“Miserere mei, Deus: secundum magnam misericordiam tuam. Et
secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam…”
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia:
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.”
De esta manera tenemos resuelta la duda de mi amigo, gran
dibujante de cómic y cofrade y tenemos documentada la historia de cómo y dónde
reapareció el precioso Cristo de las Indulgencias de la Iglesia de Santiago de
Cáceres.
Me encanta esta historia, ya se ha convertido en una de mis favoritas sobre Cáceres y sus cosas.
ResponderEliminarTambién me llama mucho la atención que los cuatro cristos góticos que procesionan en esta ciudad, y que son unos de los principales responsables del título internacional de nuestra Semana Santa, hayan llegado hasta nuestros días de pura chiripa y hayan estado perdidos u olvidados durante muchos años.
Y lo del "incidente" del enjalbegado de la inscripción es de traca, ¿cuántos disparates de esos se habrán perpetrado?
ResponderEliminarPor cierto, ¿esa inscripción ya es visible o sigue tapada?
pues hay que ir a enterarse jaja
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