Estamos viviendo unos días complicados por culpa de un ser
que no está ni vivo ni muerto, que no podemos ver, pero que ha conseguido
expandirse por todo el planeta alcanzando la categoría de Pandemia según la
OMS. De entre todas las medidas de aislamiento que pretenden frenar la
expansión del virus, ayer conocimos la de la suspensión de la Procesión de
bajada de Nuestra Señora de La Montaña, medida lógica en el estado de alarma en
el que nos encontramos.
Este aplazamiento de la bajada de la Virgen hasta octubre,
me recordó que hace tiempo leí un libro sobre nuestra patrona en el que se
detallaban las veces que ésta había bajado en procesión por sequías y por
pestes. Hoy dejaremos las sequías de lado y nos centraremos en las epidemias
sufridas en la ciudad y que fueron las causantes de la petición de
intermediación de La Virgen de la Montaña:
La primera vez que la Imagen de la Virgen bajó a la ciudad
en procesión rogativa fue en 1642 (recordemos que la Cofradía se funda en 1635)
pero lo hizo por sequía. La primera vez que lo hace por una peste fue ocho años
después, en 1650 por culpa de las epidemias que durante tres años asolaron gran
parte de Andalucía y que tuvieron repercusión también en Extremadura, llegando
a Cáceres en el otoño de ese año causando gran cantidad de fallecimientos. La
Virgen bajó a la ciudad donde permaneció hasta el 3 de noviembre cuando regresó
a su ermita en la Montaña.
En 1665 se extiende una epidemia en Cáceres causada por los
soldados extranjeros que se establecieron en la ciudad por la guerra de
Restauración Portuguesa. El 12 de abril de 1665 la cofradía acuerda que baje la
Virgen a Santa María hasta que remita la “peste”.
La bajada por motivos sanitarios más conocida es la que describe
Boxoyo y que tuvo lugar entre los años 1762 y 1763 en la última guerra con
Portugal. En Cáceres se establecieron varios hospitales para atender a los
soldados españoles y franceses y esto nos trajo una epidemia de tabardillos, es
decir, de Tifus. El tifus lo causan dos bacterias, la Rickettsia typhi o
Rickettsia prowazekii. Se trasmite por las pulgas y las ratas y en esos años
provocaron en Cáceres más de 600 muertes entre los soldados y los paisanos. Las
crónicas cuentan que muchas casas tuvieron que cerrar porque murieron todos sus
integrantes y que en los cementerios de las parroquias del centro se quedaron
sin sitio para sepultar los cadáveres y se tuvieron que enterrar en ermitas de
la periferia.
Por todo esto, el 12 de enero de 1763, la Virgen de la
Montaña bajó en procesión a Santa María y Boxoyo nos dice que sirvió para
serenar al pueblo y finalmente erradicar totalmente la epidemia.
En 1813 también bajó en rogativa “por las muchas
enfermedades y necesidad de agua”
En 1884 fue el cólera el que azotó a la ciudad. El 9 de
septiembre de 1884 el Gobernador Eclesiástico de la Diócesis publica una
circular ordenando rogativas en las iglesias y otra el 13 de noviembre dando
gracias porque había “desaparecido la peste”. Debemos suponer, aunque no hay
datos que lo confirmen, que ese año también bajó la Virgen en rogativa a la
ciudad.
Pero la cosa no debió de ir demasiado bien porque los problemas
continuaron el año siguiente. El 4 de julio de 1885 el Obispo Marcelo Spínola
pide que se hagan rogativas para aplacar la peste y el 13 de agosto escribe:
“… noticias recibidas de Cáceres, demuestran que allí
también, din desatender los medios humanos, se apela como principal recurso
contra el mal que nos amenaza, a la protección divina. La Virgen de la Montaña
ha sido procesionalmente conducida a la ciudad, y en la parroquia de Santa
María, donde está depositada la venerable Imagen, se hace casi sin interrupción
funciones solemnes. Dícesenos que fue acto conmovedor el que de la procesión a
causa no sólo de la mucha gente que a ella asistió, sino por la actitud devota
y recogida, con el ánimo dilatado y corazón satisfecho. Aún hoy hay fe en
Israel”.
Boletín Eclesiástico de Coria. T VIII 1882-5
Espero que salgamos pronto de todo esto, mientras tanto,
solo quería recordar algunos de los malos tragos que hemos pasado en los
últimos siglos y en los que la ciudad ha puesto sus esperanzas en la Virgen de
la Montaña.
P.D. Las imágenes usadas pertenecen todas a mi colección particular.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Los libros usados pertenecen, también, a mi biblioteca personal:
Historia Documentada del Santuario e imagen de Nuestra Señora de la Montaña, Patrona de la ciudad de Cáceres. Ángel Ortega (1924)
Historia del culto y Santuario de Nuestra Señora de la Montaña, Patrona de Cáceres. Miguel Ortí Belmonte (1949)
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