Revisando el libro Antología Poética de Cáceres de 1968, recopilada por Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros y de San Miguel, en el que se recogen poemas que ensalzan la grandeza de esta ciudad, se canta a su patrona o se enumeran los incalculables encantos de esta pequeña capital de provincia, me topé con un soneto escrito por un “hater” y que “pone verde” a esta ciudad. Lo firmaba Andrés González-Blanco, colaborador de la Revista de Extremadura, donde curiosamente se publicó este poema en el número de marzo de 1907.
Aunque en ningún lugar indique que se refiere a Cáceres, D.
Miguel Muñoz lo da por hecho en su antología, y comenta la sorpresa que le
causa que un escrito así fuera admitido por una revista que nació para ensalzar
la riqueza de esta tierra, además, hace valoraciones políticas diciendo que
“eran fruto de la herencia del pretencioso desenfoque del progresismo
decimonónico” … como comprenderán, yo en estas cosas no me meto.
Andrés González-Blanco nació en Cuenca en 1886, aunque se
crió en Luanco (Asturias). Después de pasar algún tiempo en Madrid, ingresa en
el seminario de Oviedo en el que permanece 10 años y lo abandona en 1903 para
estudiar Filosofía y Letras. Trabaja como poeta, editor, traductor… Sus obras
más conocidas son sobre crítica literaria. Muere en Madrid en 1924.
Hoy solo os
quería mostrar este curioso poema como una anécdota que sirva para sacarnos
una sonrisa en estos duros días, porque tomárselo a broma es la única manera de entender este poema…
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