Los Barruecos es de esos lugares que nunca dejan de sorprender,
y en cada sendero o tras cada bolo granítico encuentras un “tesoro”, una
sorpresa, un vestigio del pasado que se abre camino para contarte una historia.
Ya hace años os enseñaba el molino de la Charca de Frasco Díez y unos grabados
que hay en ella y a los que solo se puede acceder en años de intensa sequía. En
aquella ocasión os contaba que esta charca es la menos conocida de todas y
suele pasar desapercibida a quienes pasean por la zona.
Pues a unas decenas de metros este espacio nos tiene
reservado una sorpresa más: un refugio de pastores en bastante buen estado.
Tengo que reconocer que este lugar lo tenía en la lista de lugares por
publicar, aun siendo un sitio muy emocional y atractivo. Cada vez que paso por
allí me detengo y adentro en el refugio intentando vislumbrar las duras
condiciones de vida de nuestros antepasados que usaban estos recursos humildes,
pero prácticos, en su día a día con el ganado.
Pero realmente el lugar ha cobrado para mi mayor importancia
tras leer el interesantísimo trabajo escrito por Fernando Moreno Domínguez,
titulado: Aproximación al estudio de los abrigos rocosos con goterones o vierte
aguas en el batolito de Cabeza de Araya. En este artículo nos descubre un
elemento prácticamente inédito de estos parajes como son los Goterones o Vierte
Aguas. Si os fijáis bien a la derecha de la entrada al abrigo, podemos ver un
surco oblicuo artificial que se usaba por nuestros antepasados para desviar el
agua de lluvia (además de uno más moderno realizado con teja) y así proteger la estancia en la que se veían obligados a pasar
tiempo, lo más seca posible. La aparición de estos goterones es común en la
zona, pero hasta ahora no se le había dado la importancia que tiene y gracias
al esfuerzo y la tremenda labor de Fernando Moreno, podemos saber un poco más
de quienes nos precedieron.
Os invito a leer el estudio porque es muy interesante,
exhaustivo y completo y nos lleva a entender cómo quienes tenían que vivir en
plena naturaleza se las apañaban para sufrir lo menos posible y cuyos restos
nos han llegado con la esperanza de ser reconocidos y así poder también
reconocer el valor, el coraje y la fortaleza que tenían las personas que nos
dejaron estas sutiles huellas de inteligencia práctica.
Hola, Rubén.
ResponderEliminarGran artículo sobre este bujío que realmente es bastante desconocido, al estar situado entre dos lomas por las que no discurre ningún camino y por donde solo pasan las vacas.
Y la lectura de tu post me ha llevado a leer también el estudio que reseñas de Fernando Moreno sobre los abrigos rocosos en el batolito de Rivera de Araya. Me ha dejado un poco descolocado que Fernando Moreno, contradiciendo anteriores estudios arqueológicos, atribuya a las cazoletas alineadas verticalmente a manera de escalones que podemos encontrar en varias rocas de la zona (como por ejemplo en las Cuatro Hermanas de Malpartida de Cáceres) la función de acceder a la parte superior de las rocas para el mantenimiento de la techumbre de los refugios, en lugar de acceso a primitivo altar de sacrificios, como se ha atribuido hasta ahora. Aunque también es cierto que en algunas de estas rocas solo aparecen los escalones circulares, y nada en la parte superior nos indique que pudiera utilizarse como altar sacro, lo que confirmaría la hipótesis de Fernando Moreno... Quien sabe. Apasionante el tema, en todo caso.
Buenas y gracias por comentar¡¡¡ Yo opino lo mismo que D. Fernando, y el ejemplo más claro es el de las Cuatro Hermanas del que quedan muchas cosas por enseñar y que, en mi opinión, desmontan la idea de ser un altar rupestre y más si lo comparamos con los que hay en la zona, donde los escalones no son ni parecido a esto. Creo que estas marcas en piedra son muy difíciles de interpretar pero estudios serios como el de Fernando Moreno, nos pueden ayudar a entender su significado. Un abrazo
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