No voy a volver a repetir mi habitual discurso defendiendo la arquitectura vernácula, esa que hizo la vida más agradable a nuestros antepasados y que por nuestro desprecio y complejos estamos perdiendo para siempre. Tampoco voy a ponerme evocador y explicar todos los sentimientos que me suscitan esos puñados de piedra que fueron el refugio del frío invierno y reconfortante sombra en verano y que han visto y sentido alegrías y tristezas a partes desiguales.
Tampoco quiero hacer una mera descripción de una construcción en piedra seca, circular con puerta y hornacinas, de algo más de un metro de alto y que se cerraría con una techumbre vegetal sobre un mástil central. No, no voy a hacer nada de eso, simplemente quería enseñaros otro ejemplar de esta pequeña "colección" de chozos, bohíos o bujíos que tenemos en nuestro vasto término municipal y que en este caso se sitúa, según registro catastral, en la finca Albarranas, polígono 25, parcela 197.
Con estas publicaciones solo quiero reivindicar la memoria de estos supervivientes mientras quede de ellos una piedra en pie, y por mostrároslos en una mañana de primavera, Al Detalle.
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