La tarde del Domingo de Ramos decidí salir a dar un paseo por "La Alberquilla", a unos minutos desde la ciudad de Cáceres, y las luces ya doradas iluminaban una sorpresa botánica que muchos pasarían de largo y que esta zona nos tiene reservada. Entre las jaras pringosas y los cantuesos que empezaban a cerrar sus pétalos, decenas de Orchis italica emergían del suelo calizo como pequeños centinelas morados. Cada una de estas orquídeas mediterráneas es un prodigio de la evolución, con sus flores que parecen hombres en miniatura suspendidos en el aire. El labelo trilobulado de cada flor (ese pétalo modificado que hace las veces de señuelo) dibuja con precisión casi caricaturesca la silueta de un personaje con los brazos abiertos, como si llevara siglos esperando a que alguien se fijara en él.
La sincronización de su floración es otro aspecto fascinante. Entre marzo y mayo, cuando el suelo de la dehesa aún conserva la humedad de las últimas lluvias pero el calor no es aún abrasador, estos pequeños prodigios emergen con precisión cronométrica. Sus tallos florales, que pueden variar desde los modestos 20 cm hasta los imponentes 50 cm en ejemplares excepcionales, se yerguen sobre un par de tubérculos subterráneos que actúan como reservorios de nutrientes. En La Alberquilla, la población era particularmente vigorosa, con grupos de 5 a 8 individuos cada 10 metros cuadrados, formando pequeñas colonias que teñían de morado los claros entre las encinas.
El suelo donde crecen revela mucho sobre sus preferencias: terrenos calizos con pH alcalino (entre 7.5 y 8.2), bien drenados pero que conservan cierta humedad primaveral. No es casualidad que compartan espacio con jaras y cantuesos, plantas igualmente adaptadas a estas condiciones. Las raíces de la Orchis italica establecen una compleja relación simbiótica con hongos del género Rhizoctonia, sin los cuales sus semillas, diminutas y carentes de reservas nutricionales, no podrían germinar.
En el estudio "Fitónimos vernáculos de Extremadura" (Universidad de Extremadura, 2017), el agricultor Juan García Coria (78 años, natural de Montánchez) mencionó que su abuelo llamaba a la Orchis italica "flor del duendecillo", aunque no recordaba ninguna historia asociada al nombre. Es el único registro documentado de un apodo local para esta orquídea en Cáceres. (El dato aparece en la p. 143 del estudio, dentro del capítulo "Nombres perdidos de la flora cacereña").
En cada uno de estos encuentros con la Orchis italica se esconde una lección sobre la perseverancia de la vida. Son plantas que florecen donde pocas lo harían, que han convertido el engaño en arte de supervivencia, y que, con sus formas caprichosas, nos recuerdan que la naturaleza siempre guarda un as bajo la manga. La próxima vez que pasees por una dehesa extremeña en primavera, mira hacia abajo: quizá encuentres a estos pequeños hombres púrpura esperando pacientemente a que alguien aprecie su discreto espectáculo, por eso os los he querido mostrar hoy, AL Detalle
Referencias bibliográficas:
Dafni, A. (1984). Mimicry and Deception in Pollination. Annual Review of Ecology and Systematics.
Flora Ibérica, Vol. 21 (CSIC). Orchidaceae.
Bernal, M. (2005). Guía de las orquídeas de Extremadura. Editora Regional.
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