Después
de muchos años deseando asistir a la fiesta de Las Italianas en Garganta la
Olla, este año, por fin, fue el elegido; no ha sido un año cualquiera, ha ocurrido
cuando tenía que ocurrir. Las razones personales que me llevaron hasta allí se
mezclaron con la emoción de vivir una tradición largamente esperada, lo que causó en mí un efecto más que gratificante y placentero, con la conciencia clara de estar donde debía estar, en plena libertad para sentir sin deberle nada a nadie. Llegué a
la alborada del día 2, cuando no eran ni las 6:30h. Lo bueno que
tiene el madrugar es que apenas acompañan a la fiesta un par de decenas de
personas, y aunque la falta de luz dificulta la toma de fotografías, el disfrute
es mucho mayor. Así es que por fin pude DISFRUTAR de Garganta la Olla y de sus
Italianas con total tranquilidad y colmado de emociones, sin peajes y con muchos sentimientos a flor
de piel. Así es que os voy a hablar de esta fiesta, Al Detalle.
Contexto Histórico y Documental
La
danza de Las Italianas se celebra anualmente los días 1 y 2 de julio, en el
marco de la Fiesta de la Visitación de la Virgen María a Santa Isabel, madre de
San Juan Bautista. La documentación más antigua sobre la danza data de 1606,
cuando aparece reconocida como baile religioso en la diócesis de Plasencia, con
prerrogativa de Felipe III. No obstante, la ejecución de bailes religiosos en
Garganta la Olla está documentada desde 1492, aunque hasta 1606 esta danza de
las gitanas o de las italianas no será inscrita como baile religioso[1].
El origen de la danza y su denominación ha sido objeto de debate entre la tradición oral, la documentación local y la investigación filológica y antropológica. Algunas teorías la vinculan a soldados garganteños que, tras pasar por Italia o incluso Creta, habrían traído consigo estas danzas, inspiradas en ritos antiguos dedicados a diosas como Diana. Otras la asocian a la época de Carlos V, quien pudo haber introducido danzas italianas en la zona[2]. Sin embargo, la hipótesis más aceptada por la investigación moderna es la de Manuel García Matos, quien sostiene que “italianas” es una corrupción de “gitanas”, y que la danza tiene raíz en las tradiciones de esta etnia. Así lo documenta Pilar Barrios Manzano:
El origen de la danza y su denominación ha sido objeto de debate entre la tradición oral, la documentación local y la investigación filológica y antropológica. Algunas teorías la vinculan a soldados garganteños que, tras pasar por Italia o incluso Creta, habrían traído consigo estas danzas, inspiradas en ritos antiguos dedicados a diosas como Diana. Otras la asocian a la época de Carlos V, quien pudo haber introducido danzas italianas en la zona[2]. Sin embargo, la hipótesis más aceptada por la investigación moderna es la de Manuel García Matos, quien sostiene que “italianas” es una corrupción de “gitanas”, y que la danza tiene raíz en las tradiciones de esta etnia. Así lo documenta Pilar Barrios Manzano:
“En el archivo municipal se
encuentran mencionadas por primera vez en el año 1607 unas danzas gitanas. Que
por haberlas este año, se dio al tamborilero cuatro reales. Posteriormente, en
los años 1726 y 1727 las llama baile de las Italianas. En 1728, baile de las
gitanas, y en 1729 vuelve a llamarlas Italianas. Por este motivo considera que
son la misma danza” [Barrios Manzano, 2008, p. 218][3].
La alternancia de ambos nombres en los documentos refuerza esta teoría, aunque la tradición oral local sigue defendiendo un origen italiano, incluso con paralelos en la provincia de Nápoles2.
Estructura Ritual y Social
La danza es ejecutada por ocho jóvenes solteras, dirigidas por un maestro o “padre”, acompañadas por el tamboril y gaita. La estructura del grupo es jerárquica y simbólica: las danzantes se organizan en dos filas de cuatro, denominadas “madres”, “trasmadres”, “poses” y “rabeonas”. El término “poses”, de origen caló, significa “vientre”, mientras que “rabeona” equivale a “rabo”, lo que sugiere una concepción corporal de la danza, en la que cada bailarina representa una parte del cuerpo simbólico del grupo.
“La madre-danza refleja la gran madre
natural, que tiene su máxima expresión en la madre-mujer. Nos hallamos ante una
magna concepción matriarcal referida por completo a la obsesión procreadora y
maternal”[4].
La
víspera: el grupo recorre las calles, asiste al rosario y
visita a los mayordomos, quienes les ofrecen un convite especial[5].
El
día grande: comienza con la alborada, a las 6:30h, a la hora que
yo asistí, y más tarde, al mediodía tras la misa y la procesión, las danzantes
ejecutan la coreografía siempre bailando hacia atrás, para no dar la espalda a
las imágenes de la Virgen y Santa Isabel. El momento culminante es la ofrenda
de dulces y el “ramo” repleto de roscas y frutos, que después se subasta entre
los devotos.
La
vestimenta de las danzantes es uno de los aspectos más distintivos y simbólicos
del ritual. El atuendo tradicional consiste en zapatillas, medias, enaguas y
camisa, todo en blanco inmaculado, símbolo de pureza y virginidad. El color lo
ponen una cinta rizada en el moño, las bandas que cruzan pecho y espalda y las
vistosas faldas bordadas conocidas como guardapiés de serrana. En el cinturón,
llamado peto, llevan la inicial de la italiana en la parte central.
“Las danzantes se visten a la antigua
usanza de blanco con cintas de colores. Se suben el tórax con jubón blanco, con
mangas de puntilla, unos pañuelos de encaje de colores en forma de bandolera.
Van calzadas con zapatillas y lucen media blanca calada. En la cabeza llevan un
gorro llamado “moña”, con un espejito redondo en la parte anterior. En el
ángulo que forma el gorro con el remate, las danzantes presentan precioso peinado
con claveles en el pelo”[6].
“…el tocado o gorro de las italianas
formado por un trozo de piel de conejo en el que se sujeta y monta un ramo de
flores y un espejito redondo hacia adelante. […] No debe resultar extraño que
este tipo de danza fértil, donde las tres formas de vida animal (piel de
conejo), vegetal (las flores) y humana (las danzarinas) intimadas se elevan
hacia lo alto, pidan con candorosos ritos de baile la fertilidad para la
supervivencia del ancestro, primero los dioses tribales y luego, ya
cristianizados, en el proyecto religioso que inventó la Iglesia para encauzar
las apetencias del paganismo”[7].
Análisis antropológico y folclórico
La danza de Las Italianas es interpretada por la antropología como un ritual de paso y fertilidad enmascarado bajo el calendario cristiano. La selección de doncellas, la pureza del blanco, el simbolismo de los tocados y la ofrenda de dulces evocan antiguos ritos de fecundidad y renovación, adaptados al marco de la Visitación. La estructura coreográfica, con posiciones jerárquicas (“madres”, “poses”, “rabeonas”), reproduce una cosmogonía corporal y social, donde cada bailarina ocupa un lugar simbólico en el “cuerpo” ritual.
La danza de Las Italianas es interpretada por la antropología como un ritual de paso y fertilidad enmascarado bajo el calendario cristiano. La selección de doncellas, la pureza del blanco, el simbolismo de los tocados y la ofrenda de dulces evocan antiguos ritos de fecundidad y renovación, adaptados al marco de la Visitación. La estructura coreográfica, con posiciones jerárquicas (“madres”, “poses”, “rabeonas”), reproduce una cosmogonía corporal y social, donde cada bailarina ocupa un lugar simbólico en el “cuerpo” ritual.
“La estación de la vida, del amor, de
la juventud, coincide con la llegada del verano. Las cristiandades sacralizaron
sus festejos paganos haciéndolos coincidir con las celebraciones en honor de
san Juan. Este pueblo serrano esperó hasta el día de la Visitación, donde el
montaje eclesial es el encuentro de la Virgen ‘Gestante’, ‘Grávida’, con la
prima Isabel en semejantes situaciones”4.
El debate sobre su origen (italiano, gitano, cretense) refleja la riqueza y complejidad de las tradiciones populares, en las que se entrelazan influencias mediterráneas, cristianas y locales. La hipótesis italiana se apoya en la tradición oral y en paralelos con danzas de Nápoles, mientras que la teoría gitana se fundamenta en la documentación histórica y en la similitud con otras danzas peninsulares del Corpus Christi.
La fiesta de Las Italianas es un símbolo de identidad local y comarcal, que ha resistido el paso del tiempo gracias a la implicación de la comunidad, la transmisión oral y la adaptación de la tradición a los nuevos contextos. Cada año, Garganta la Olla se llena de visitantes atraídos por el embrujo de la danza, que sigue celebrándose con fervor y autenticidad.
[1] Jotas, Fandangos y Seguidillas. (2016). La danza de las Italianas (Garganta la Olla)
[2] Leyendas y Tradiciones. (2015). Danza de las Italianas - Garganta la Olla
[3] Barrios Manzano, P. (2008). Danza y ritual de Extremadura. Diputación de Cáceres.
[4] Guiris por Extremadura. (2016). Las "italianas" de Garganta la Olla.
[5] Folklore Estremeño. (2009). Las Italianas de Garganta la Olla, I parte.
[6] Gutiérrez Macías, V. (1968). Por la geografía cacereña. Fiestas populares. Gráficas Cervantes.
[7] José Sendín Blázquez. Símbolos y mitos de un sombrero. Montehermoso y Garganta la Olla. Coloquios históricos de Extremadura. 1990
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